Lo peor del populismo es creerse «La Voz del Pueblo»


«La Voz del Pueblo es la Voz de Dios» («Vox populi, vox Dei»), en sus variantes, es uno de los eslóganes latino más utilizados desde los tiempos de los tribunos romanos —pater populismi, que no necesita traducción—, aunque algunos amigos de escarbar en la erudición la encuentran interpretada en Homero y Hesíodo, durante la Edad de oro griega, y también en Séneca. Pero en tiempos más recientes ha sido lema y bandera, logorrea y sonsonete de muchísimos políticos que se creen caudillos mesiánicos en Nuestras Américas (y no sólo en ellas), arropados de multitudes arrastradas por lemas populistas que ofrecen “el Cielo en la Tierra” sin más asidero que las palabras de esos (falsos) Mesías populistas: Mussolini, Perón, Chávez, Morales… y que terminan llevándonos a los últimos tres círculos de Dante.

Estas últimas elecciones parecían el enfrentamiento entre los promotores del descalabro y crisis actual y sus herederos y afines (Morales aferrado con sus votos nulos como boleta de supervivencia; Andrónico imberbe en política, Del Castillo contando un cuento que se niega en él y Copa, fundida antes del fuego; y con ellos Fernández, que “vendía” arpillera por lana, pero salió trasquilado hasta el pellejo) y los que proponían recetas (no importa ahora cuáles) para sacarnos de la crisis: Doria Medina, Quiroga, Paz Pereira, Reyes Villa y Arozarena. En realidad, el país no priorizó su voto en las recetas sino en promesas que son… promesas y nada más, como canta la argentina Tormenta.

Vayamos a la elección. En resultados oficiales al 100 % (aún no publicados como tales por el OEP), Paz Pereira obtuvo el 32,1 % (redondeando centésimas a décimas todos), Quiroga el 26,7 % (el 5,4 % menos que Paz), Doria Medina el 19,7 % (el 12,4 % por debajo de Paz). (Hago un paréntesis: ¿qué fue del Indignado que reclamó que en una de las penúltimas encuestas a su candidato le habían rebajado el 2 % —en el margen de error— respecto de la anterior difundida? Se indignaría ahora muchísimo más, sin duda alguna). Y acá está el cuarto resultado mayor —o el primero de los menores—: los votos nulos (consigna de incitación contraelectoral de Morales) alcanzaron el 19,9 %, pero solo el 15,9 % pudiera hipotéticamente atribuírsele porque el 4 % ha sido el promedio de votos pifiados en las elecciones desde el 1985 (excluyendo las fraudulentas de 2019): 1985 el 8,4 %; 1989 el 4,8 %; 1992 el 2,2 %; 1997 el 3,5 %; 2002 el 4,7 %; 2005 el 4,3; 2009 el 3,4 %; 2014 el 2,1 % (el final de la Jauja de los ingresos extraordinarios despilfarrados) y 2020 el 1,5 % (el menor, tras el fraude, la fallida Transición con pandemia incluida); si el promedio fuera poco, desde muy poco antes de que Morales aventara y repitiera su consigna contraelectoral, las encuestas daban entre un 5,7 % (SPIE para El Deber 8/8) y el 14,6 % (CIES MORI para UNITEL el 10/8). Pero dejemos, sin más discusión, que sea el tercer perdedor de la primera vuelta con el 15,9 % para que eso lo desilusione de vigencia (porque los muertos, muertos están como protoanuncia el Eclesiastés 9:5-6), lejísimo de su meta de que el voto nulo fuera el ganador para reclamar la anulación de elecciones.



(Para este envío, y en espera de la confirmación final de los Resultados Oficiales por la OEP el próximo martes 26, no haré un análisis de los posibles pactos de gobernabilidad según las bancadas de las fuerzas con representación en la Asamblea, aunque los pronósticos son bastante similares dando 15 senadores —el 42 % de la Cámara—, 25 uninominales y 26 plurinominales —el 39 % de los 130 diputados o el 41 % de los 123 confirmados— para el PDC; 12 —el 33 % de la Cámara—, 23 y 20 —el 33 % de 130 o el 35 % de los 123 confirmados—, respectivamente, a LIBRE; ocho senadores —el 17 % del Senado—, 10 y 12 a UNIDAD  —el 17 % de 130 o el 18 % de los 123 confirmados—; un senador —el 3 %— y un uninominal  —menos del 1 %— a APB, y cuatro uninominales y dos plurinominales  —el 5 % de Diputados— para la ALIANZA POPULAR, faltando 7 diputaciones por confirmar. Haga usted los números de las alianzas y disfrute calculando, recordando que en Diputados la mayoría simple es de 65 votos y la calificada o absoluta —⅔— es de 87 diputados, mientras que en Senado la simple es de 18 senadores y los ⅔ son 24 votantes).

Quedan dos meses para la segunda vuelta. En el medio se tejerán alianzas (ya Doria Medina le dio su apoyo a Paz Pereira, quizás agradecido de su padre Paz Zamora que, presidente, le dio su confianza como ministro), algunos se socavarán más (como Camacho que, luego de ser un aliado inefectivo —tóxico al final de cuentas— para Doria Medina, desubicándose con la votación de su región, cual hubris se ha excluido de apoyar al candidato mayoritario —y no masista) mientras que otros terminarán desaparecidos (Fernández con UCS, Andrónico, ADN, muy posible Reyes Villa).

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¡Y ahora sí empieza la guerra sucia! Ya el pretendido caudillo popular de Lara dejó claro cuál vía es la que le guía y promoverá: populismo de izquierda. Quizás se deba recordar que la debacle del 82-85 fue “instrumentada” por el populismo socialdemócrata a través del ministro de Finanzas del gobierno de Siles Zuazo, Ernesto Araníbar Quiroga, a quien —al margen de sus errores como promotor y ejecutor de la desdolarización y, por ende, de la hiperinflación y la secuente crisis de entonces— se le debe reconocer un protagonismo importante en la recuperación democrática junto con su hermano Antonio.

No es hora de paciencia sino de atención avizora.