Los fraudes en Oblivia


Emilio Martínez Cardona

Hablo, por supuesto, de un país imaginario. Oblivia, nombre que algunos lingüistas derivan del inglés oblivion (olvido). País que se encamina hacia unas elecciones que podrían significar la caída del Estado Multifragmentario de Poder Concentrado, experimento paradójico con el que se pretendió sustituir a la República.



Ante la debacle política y económica, que ha evaporado cualquier apoyo de la población, los mandarines del régimen, que no se caracterizan por su escrupulosidad en el conteo de votos, se debaten entre la posibilidad de un mega-fraude, un fraude moderado o uno menor, en favor del candidato A, salido de su partido aunque jugando con una nueva agrupación.

En el escenario 1, del mega-fraude, se necesitaría sumar un 30% de votos fantasmas sobre el apoyo real del postulante, para hacerlo ganar en la primera vuelta electoral. Esto llevaría a una convulsión social comparable a la sucedida un sexenio atrás en Oblivia, pero la debilidad del régimen reduce las probabilidades de esta vía, aunque los mandarines no la descarten del todo.

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En el escenario 2, del fraude moderado, habría que agregarle unos 20 puntos porcentuales al candidato A para hacerlo entrar al balotaje, con resultado incierto en esa segunda fase del proceso electoral. Le daría a las fuerzas del régimen la posibilidad de retirarse con alguna base política, para afrontar el paso por el llano con expectativas de retorno, o bien podría recurrirse a nuevas irregularidades en la segunda vuelta, que conducirían a las mismas convulsiones arriba descritas.

El escenario 3, del fraude menor, es el más discreto, aunque puede tener su efectividad. Consistiría en dotarle “apenas” con 10 puntos fantasmas adicionales al postulante A, para consolidarlo como un “tercero fuerte” que se convierta en el árbitro del balotaje, decidiendo cuál de los dos candidatos opositores se hace con la presidencia del Estado. Previo pacto de impunidad, claro.

Mientras tanto, el Caudillo Bárbaro, antiguo jefe de los mandarines y ahora atrincherado en un pequeño reino guerrero al centro del país, se alista para el escenario 4: la derrota total y catastrófica de sus ex consejeros, a los que atribuirá toda la culpa, para emerger luego como el gran insurrecto, movilizando a los nueve círculos del infierno contra el nuevo gobierno de la República.

Si acaso cree el amable lector que el columnista sólo se divierte entretejiendo cuentos, dejo aquí un par de frases de quienes entendían más de estas cosas: “La ficción revela la verdad que la realidad oscurece” (Ralph Waldo Emerson); y “La ficción es la mentira mediante la cual decimos la verdad” (Albert Camus).