Patria o plata


 

 



Puestos ante la disyuntiva de elegir entre «patria o plata», incluso los más recalcitrantes masistas podrían esconder el puño izquierdo y apoyar un proyecto técnico de «derecha» en las elecciones del próximo domingo. “Patria o muerte” sí, pero hasta por ahí.

Los que califican como imposible una segunda vuelta entre dos candidatos de oposición, lo hacen convencidos de que hay un voto disperso hoy entre nulos, indecisos y blancos, que se inclinaría mayoritariamente por el candidato oficial, Andrónico Rodríguez.

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Olvidan, sin embargo, los optimistas del «bloque popular», que la crisis provocada por un mal manejo de la economía afecta a todos por igual y que nadie, en sus cabales, votaría por quien podría agravar la situación.

La situación llegó a un extremo tal que, hasta los ingresos de un funcionario público de rango intermedio, digamos Bs. 7000, que hace poco más de un año eran equivalentes a $ 1000, hoy son menos de $ 500 y ni que decir de otros que se baten con el salario mínimo frente a una inflación que se come su valor adquisitivo día con día.

Cuando la crisis aprieta y mete sus manos en los bolsillos, no hay consigna que aguante, ideología que se afirme, ni dirigente que resista en el pedestal de los ídolos. Por eso, no debería extrañar que los candidatos de la izquierda, Rodríguez incluido, se hayan quedado sin votos.

Quienes hablan de un voto identitario, sostienen que los indígenas no votarán nunca más por un blanco o un mestizo, como si el indígena no fuera también víctima de la crisis y, por tanto, muy capaz también de votar por una opción que por lo menos le garantice frenar la inflación y asegurar que el transporte interprovincial tenga combustible.

Bolivia hasta hace 10 años era un referente de «éxito» del socialismo del siglo XXI, sobre todo si se comparaba con el desastre cubano y venezolano, donde, por cierto, el salario mínimo llegó recién a 1 dólar mensual. Pero muy pronto se vio que todo era un espejismo y que los extraordinarios recursos generados por la exportación de gas solo sirvieron para pagar los “huecos” de una administración ineficaz y corrupta.

Se puede vivir del “cuento” algunos años y mientras haya con que sostener los delirios, pero cuando la realidad deja al descubierto las debilidades no hay discurso que valga, ni decorado que aguante.

Ahora que los “ilusionistas” han desaparecido de escena, muchos tendrán que arriar las banderas del pasado, bajar los puños en un acto de contrición, llevar la mano al bolsillo y sacar sus conclusiones.

A menos de una semana de las elecciones, la disyuntiva es bastante clara: entre Patria o Muerte o Patria o Plata, la mayoría parece haber decidido que la cosa va por más por lo segundo.