En un País altamente politizado como Bolivia, la confrontación ha tenido efectos negativos en la sociedad.
Fuente: ANF
La polarización y la fragmentación son dos realidades que existen y se reavivan en el actual contexto político de Bolivia, sostienen analistas y expertos en la materia. Dicotomizar es la vía para mostrar al oponente como el “enemigo político” rumbo a una segunda vuelta, en la que la narrativa de la reconciliación está totalmente ausente.
El gobierno de Evo Morales acuñó un estilo de hacer política con base en la descalificación y el señalamiento de los opositores como los “enemigos” y “vende patrias”. Además, de una permanente tensión con los medios de comunicación y los periodistas.
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Actualmente, la candidatura de Rodrigo Paz, pero sobre todo de su acompañante Edman Lara, por el PDC, ha reflotado el discurso de ricos Vs pobres, las medidas populistas, las ofertas sociales y el ataque a los medios de comunicación.
Esta candidatura acoge al denominado bloque popular, que agrupa a las organizaciones que antes apoyaron al MAS y que encarnan esta visión de Bolivia.
Mientras que la candidatura de Jorge Quiroga y Juan Pablo Velasco, de Libre, se enfoca más en la crisis económica, en las exportaciones, en los créditos de organismos financieros para enfrentar la situación actual y en la reivindicación de la institucionalidad.
Los integrantes de esta fórmula insisten en identificar a los votantes de PDC como masistas para descalificarlos ante los electores.
Lara, por su parte, señaló que “el sistema está diseñado para que el pobre sea más pobre y el rico sea más rico” o “no le hagas caso a la prensa, la prensa no vale nada. La prensa está vendida”, lo que aumenta la brecha para el diálogo.
Pensamiento dicotómico
“En el fondo la polarización es un pensamiento dicotómico. Donde hay buenos y malos”, declara la analista Ana Lucía Velasco, quien califica de “normal” la polarización en un contexto de segunda vuelta para elegir al presidente y vicepresidente de Bolivia.
Aunque cree que las alertas deben encenderse cuando la polarización no solo es política, es decir de izquierda y derecha; masistas y pititas, sino cuando afecta el espacio de las relaciones sociales e interpersonales. Cuando la gente no puede ser amigo del otro, no puede compartir el mismo espacio con alguien que piensa y emocionalmente siente distinto.
Cuando se junta el miedo, la rabia y la afectación a la salud mental “ahí sí hay una polarización, nosotros le llamábamos crónica”, precisa Velasco. De hecho, en una encuesta nacional de polarización realizada el 2023, se establece que aproximadamente un tercio de la población vive su postura política de forma polarizante.
Para la directora de Fundación UNIR, María Soledad Quiroga, más que polarización, el país está frente a un “fenómeno de profunda fragmentación social y política”. La fragmentación social que es resultado en gran medida de una fragmentación política.
En un país altamente politizado como Bolivia, la confrontación ha tenido efectos negativos en la sociedad. Aunque la fragmentación en sí misma no es mala porque implica pluralidad, visiones y perspectivas diferentes; el problema radica cuando las diferencias son “irreconciliables”.
Describe que ese punto se refleja cuando no es posible un encuentro con el otro y otros, con el que piensa distinto, entonces “queda ver al otro como un oponente y en ocasiones como un enemigo, alguien en el que no se puede confiar ni interactuar ni conversar”.
Problema étnico-social irresuelto
El exejecutivo de la Federación de Campesinos de Oruro y analista político, Edgar Sánchez, explica que la polarización en Bolivia es producto de un problema histórico étnico-social irresuelto, que de acuerdo a las coyunturas políticas se exaspera y aviva.
Dice que la evidencia son las brechas y heridas que se abrieron entre campo y ciudad; campesino y citadino; oriente y occidente, que aún existen porque en las últimas décadas el gobierno del
Movimiento al Socialismo “nos ha intentado llevar por esa corriente”.
“Evo Morales ha enseñado a la gente, a los militantes a odiar al emprendedor, al que ha tenido éxito económico, a los ricos podríamos decir. Y ese no es el camino”, asegura.
Efectivamente hay brechas y clivajes identitarios en Bolivia que son históricos, sostiene Velasco, que no desaparecerán de la noche a la mañana. Sin embargo, apunta a que hay clivajes que “se han ido” como el voto que tradicionalmente era para el MAS o para Evo Morales, “se ha dividido”.
Después de casi 20 años al frente del Gobierno, el Movimiento al Socialismo (MAS) no tiene representación política en la Asamblea Legislativa Plurinacional, excepto dos curules. Su división en al menos tres facciones: evistas, arcistas y androniquistas, ha debilitado su posición política en las últimas elecciones del 17 de agosto.
Velasco sostiene que sí ha existido un “voto identitario” en las elecciones, lo que se refleja en el voto nulo que en parte es una respuesta al llamado de Morales, otros que tuvieron una posición más práctica de irse con el PDC y una facción más pequeña con Andrónico Rodríguez y un mínimo con Eduardo Del Castillo del MAS.
En su opinión hay gente que en los comicios del 17 de agosto han “roto la contradicción identitaria”, probablemente debido a la crisis económica que afecta a la población. ‘Es que realmente el MAS nos ha dejado esta crisis económica, tiene que haber un cambio’, contó Velasco que en esa dirección van algunas de las opiniones que recoge de gente que no quiso votar por ninguna de las facciones del MAS.
¿Quiénes alientan la polarización o la fragmentación?
La crisis política de 2019, que derivó en la confrontación política, ha marcado claramente, en esa coyuntura, las posiciones entre masistas y pititas, entre los que defendían la narrativa del golpe y los que defendían el argumento del fraude. Esas relaciones se han extendido por años.
Este campo de batalla se ha ahondado con los procesos penales en la justicia contra las exautoridades, primero contra las que fueron parte del largo periodo de gobierno de Evo Morales y luego contra los colaboradores de Jeanine Añez. La Justicia con sus acciones alentó los procesos, los que fueron tildados de “persecuciones judiciales” por factores políticos.
María Soledad Quiroga identifica que la división y la fragmentación están en gran medida determinadas por las “ideologías políticas” y en otros casos son intereses políticos de grupos que se perciben como contrapuestos, “según esa lógica, habría que eliminar al otro para poder cumplir los propios intereses y expectativas. Eso es absolutamente falso”.
Además de los políticos, Velasco dice que a través de diversos medios se puede reforzar las ideas polarizantes, cuando por ejemplo periodistas e influencers caricaturizan una situación mostrando a los que creen que son los buenos y los malos o los que están en lo correcto y los que no lo están.
Pero a veces no son los líderes los que polarizan o enfrentan, sino sus “interlocutores” “que destilan odio y racismo”, dice el exdirigente campesino; Quiroga añade que esta dinámica no es reciente, lleva años, que en su opinión es una “incapacidad de interlocución constructiva con los otros”.
El reporte de conflictividad del primer cuatrimestre de 2025 de Fundación UNIR, refleja que en Bolivia se registró un total de 414 conflictos sociales. La crisis económica sigue siendo el principal detonante de las protestas, pero hay una complejización del escenario con la emergencia de nuevos temas por la gestión institucional, los servicios públicos y, de forma destacada, al proceso político-electoral en curso.
Advierte un riesgo creciente de conflictividad, producto de la acumulación de tensiones económicas, la polarización política y la falta de canales efectivos de diálogo.
La ausencia de un discurso hacia la reconciliación
Sánchez observa que los líderes no orienten su discurso hacia la reconciliación y la unidad que tanto necesita Bolivia. “El gran problema es el discurso, hacia dónde va orientado su discurso, entonces, los binomios, los candidatos, los líderes tienen que orientar el discurso hacia la unidad, hacia la reconciliación, ya basta de peleas”, afirma de manera enfática.
Sin embargo, “nadie en este momento abraza la complementariedad, la reconciliación”, protesta. En esta coyuntura electoral cree que los líderes pueden empezar a enviar señales evitando, por ejemplo, descalificar el voto de Rodrigo Paz como un voto masista o como un voto de “ovejas” carentes de raciocinio.
Dice que esta no es la vía para lograr aproximaciones políticas y partidarias. Y, en el otro frente, Rodrigo Paz apuesta a que la candidatura de Quiroga se baje en vez de apostar a la competencia en las urnas en igualdad de condiciones.
Velasco va en la misma ruta, cree que si en esta coyuntura se acusa al otro como el enemigo con el que jamás hablarían “van a quemar un puente que luego van a necesitar independientemente quien sea el que gane. En el parlamento van a necesitar trabajar juntos”, comentó.
Ambos sostienen que la crisis económica y la crisis social obliga a los líderes políticos a trabajar a través de acuerdos y entendimiento, un escenario para ese objetivo es la Asamblea Legislativa Plurinacional conformada por seis organizaciones políticas entre mayorías y minorías.
La directora de Fundación UNIR reflexiona que los seremos humanos somos “interdependientes”, precisa que la pandemia del coronavirus ha puesto en evidencia esa necesaria interconexión entre las personas, es decir que “tenemos la necesidad, además de reconocer, conversar, dialogar con los otros, establecer qué aspectos en común tenemos con los otros”.
Añadió que construir una “cultura de paz” es inviable o imposible si no se trabaja “aceptando el reconocimiento de los otros, el diálogo con los otros, el acercamiento a los otros, es el camino”.
Fuente: ANF