40 años del 21060, lecciones para el presente


Hace 40 años, el presidente Víctor Paz Estenssoro promulgó el Decreto Supremo 21060 con una serie de medidas orientadas a controlar la hiperinflación y estabilizar la economía. El impacto de esta norma, que en su mayor parte se basaba en la liberalización de los precios y la economía en general, fue altamente positivo y le permitió a Bolivia no solo estabilizar la economía, sino también iniciar un proceso de reformas económicas que han sido la base del crecimiento económico de las últimas décadas.

Lamentablemente, el abandonar los conceptos de las políticas económicas responsables han conducido al país nuevamente a una crisis económica que aún puede agravarse mucho más.



Por ello, quizás la lección más importante es que las reformas para que sean exitosas necesitan un gobierno coherente y creíble, puesto que la economía se basa en la confianza y en las expectativas que las personas puedan tener frente a sus instituciones, gobernantes y normas. En ese contexto, el llamado Pacto por la Democracia, al cual arribaron el entonces presidente Paz Estensoro y el general Hugo Banzer, le dieron a la gestión gubernamental el apoyo parlamentario necesario y la integración de equipos humanos con la capacidad, la convicción y la decisión necesarias para afrontar las difíciles circunstancias económicas y sociales que planteaba la hiperinflación.

Frente a ello, nada mejor que reconocer la realidad económica, desterrando todo elemento de demagogia económica desde el principio de la gestión, procurando el equilibrio de las cuentas gubernamentales y permitiendo la liberación de los precios para que el sector privado vuelva a producir y tenga referentes de precios, en moneda nacional o divisas, claros para producir e invertir.

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Sin embargo, 40 años después, la amenaza de una nueva hiperinflación no solo está latente, sino que es un peligro real, con todo el costo social que significaría, tanto para las personas como para la economía en su conjunto, por el empobrecimiento generalizado que provocaría y la destrucción de empresas y estructura productiva, que se demoraría años o décadas en recuperar.

Como afirmó en el Foro Económico de la Cainco el destacado economista latinoamericano Felipe Larrain, “de una inflación alta a la hiperinflación hay solo un paso”. Igualmente, el reconocido profesor y economista boliviano Juan Antonio Morales, en una reciente entrevista que le realicé, afirmaba que a la hiperinflación no se llega de un momento a otro, sino por la acumulación de años de inflación alta.

Es justamente lo que estamos viviendo actualmente. El gobierno saliente no tomó medidas para controlar el déficit fiscal recurriendo al agotamiento de las reservas del Banco Central de Bolivia y a la emisión de dinero, sin el respaldo de divisas necesario; lo que en términos más fáciles quiere decir que se han impreso grandes cantidades de billetes para pagar las cuentas del Estado, con lo que lógicamente se ha producido una perniciosa combinación de inflación y devaluación.

Coincido con el profesor Juan Antonio Morales en que se puede aprender mucho de las reformas que se realizaron a partir de la aprobación del DS 21060, pero también se debe tomar en cuenta que la escala de la economía actual es mucho mayor.

Hoy se confrontan algunas dificultades, como la escasez de combustibles, que no existían en aquel momento, puesto que una de las principales medidas que se adoptó fue la de incrementar el precio de la gasolina y del diésel producido nacionalmente, lo que permitió rápidamente generar nuevos ingresos para el Estado y disminuir sustancialmente el déficit público.

En la crisis actual la falta de combustibles se convierte en un problema estructural que hará mucho más difícil la superación de esta crisis, puesto que la importación de estos energéticos solo se la puede pagar con dólares, de los que el país no dispone en cantidad suficiente.

El 21060 se aprobó antes de que el gobierno entrante hubiere cumplido su primer mes de gestión. Esta es otra lección importante. Como afirmó el economista Pablo Mendieta en el ya citado foro de la Cainco: “El costo de la inacción es aún mayor”. El no tomar las medidas adecuadas, el demorarlas o el adoptar medidas insuficientes solo provocará un agravamiento de la crisis y la profundización del círculo vicioso entre la devaluación y la inflación, empobreciendo aún más a las familias bolivianas.

Frente a una nueva crisis los bolivianos necesitamos aprender de nuestra propia historia y tener claro que ante esta nueva crisis necesitamos un gobierno que siga el ejemplo de las políticas que siguió Víctor Paz, entre 1985 y 1989, y no repetir los errores de quienes nos condujeron a la situación actual o, peor aún, de quienes, con la UDP, entre 1982 y 1985, nos sumergieron en la hiperinflación más alta de nuestra historia.

 

 

Oscar Ortiz fue senador y ministro de Estado de Bolivia.