«A los collas hay que matarlos a todos»


Carlos Macusaya

«A los collas hay que matarlos a todos”, eso publicó JP Velasco el 6 de noviembre de 2010 en su cuenta personal (@JPvel) de lo que entonces era Twitter. El 8 de junio de 2011 escribió: «Hay que quemar la whipala, que se mueran todos los que la veneran, son animales», y el 13 de marzo de 2013: «Qué lindo es ver golpear a estos collas de Bolivia».



Un streamer argentino se puso a revisar la cuenta de X (extwitter) del actual candidato a la Vicepresidencia de Jorge Tuto Quiroga Ramirez y vio en «vivo y directo» esas y otras publicaciones. Entonces, no se trata de un fake y, de hecho, la cuenta @JPvel estaba registrada en el Tribunal Supremo Electoral (TSE). Pero sucedió algo «mágico»: la cuenta fue eliminada. Chequea Bolivia publicó, este viernes 26 de septiembre, un trabajo de verificación sobre el asunto: «Lo que sabemos de los tuits racistas: la cuenta de X @Jpvel fue registrada por JP Velasco ante el TSE».

En varias publicaciones al respecto vi algunos comentarios en defensa de Velasco, señalando que él era adolescente cuando lanzó esas frases o que eso pasó hace más de diez años y, por lo tanto, hoy no tendría importancia. Ni Velasco era un adolescente (en 2010 rondaba los 23 años), ni esas publicaciones suyas carecen de importancia.

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En primer lugar: no son frases aisladas de un «adolescente irresponsable» y veinteañero No. Las cosas que dijo Velasco en Twitter expresan un aspecto que estalló con más fuerza entre 2006 y 2008: el racismo como ejercicio de poder para «poner en su lugar a los igualados». Fue en ese periodo que la Unión Juvenil Cruceñista (UJC) ganó fama por -usando las palabras de Velasco- «golpear a estos collas de Bolivia». No eran hechos aislados y siempre recuerdo que en varias redes televisivas esa violencia racista contra los «collas de mierda» se presentaba calculadamente como enfrentamientos; pero los agredidos no se defendían (esa manera de maquillar el racismo mostraba el papel que jugaban medios y periodistas).

En enero 2007 se produjeron enfrentamientos en Cochabamba, entre campesinos y citadinos, los cuales dejaron dos muertos; y en Sucre, en el mes de mayo, campesinos fueron humillados. Recuerdo un titular que decía, sobre lo sucedido en Cochabamba: «Ciudadanos se enfrentan a campesinos», insinuando que los segundos no serían ciudadanos y, por lo tanto, no tendrían derechos. Pero todo ello era parte de una redefinición de estructuras de poder político desde un ordenamiento territorial (oriente-occidente) signado por diferencias étnicas y en el que las élites departamentales occidentales tomaban partido por el proyecto de élite cruceña. Por ejemplo, en un cabildo realizado en Cochabamba el 14 de diciembre de 2006, el entonces alcalde de la ciudad, Manfred Reyes Villa, dijo en su intervención: «Adelante, Santa Cruz con su independencia».

No se trataba de una serie de hechos accidentales que casualmente antecedieron las palabras de Velasco, sino de un proceso que implicaba desplazamientos en el control de varios niveles del Estado. Entonces, las expresiones de racismo fueron síntomas de ese proceso. Por ello es entendible que, en junio de 2007, la Defensoría del Pueblo (entonces dirigida por Waldo Albarracín) y la Universidad de la Cordillera firmaran un acuerdo para crear un Observatorio del Racismo.

Velasco expresaba cosas que ya se decían de manera abierta en años anteriores. No hizo algo distinto, a contracorriente de lo que ya sucedía, simplemente sumaba su palabra a un coro ya establecido.

En segundo lugar: si bien la situación política hoy es otra, la contraposición que se ha venido estableciendo desde el antimasismo opera, aunque en otras condiciones, desde las diferenciaciones a las que se apelaba en el periodo en el que las expresiones de racismo en Bolivia «llegaron a su clímax». El «nosotros frente a los otros» en los votos de las pasadas elecciones muestra que lo que el MAS expresó en su momento ha cambiado, pero no se ha diluido. Así, desde el bando de Velasco y Tuto, se trata de nombrar a «eso», de manera despectiva (como sustito de «indios de mierda») con el lenguaje de ayer: «Masistas». No les preocupa entender qué pasó con esos otros, sino el mantenerlos en la condición de otros, ajenos y apartados.

En ese establecimiento y resguardo de fronteras, Tuto y Velasco están claramente ubicados. Saben bien desde dónde y contra quiénes operan. No sólo vimos, sino que vivimos durante el «gobierno transitorio» de Jeanine Añez lo que significa eso. No es una cuestión de hace más de 500 años o de la «adolescencia» de Velasco. Hoy mismo se puede percibir que «algo se está cocinando» con esos condimentos.

En tercer lugar: que un candidato a la Vicepresidencia haya hecho ese tipo de publicaciones es importante porque, considerando los anteriores puntos, «anuncia» lo que sería ser su gobierno respecto a quienes el calificó en su momento como «animales». Además, algo que queda claro en la actualidad es que para el bloque que busca restaurar «la república», no sólo se trata de erradicar a los funcionarios y sus jerarcas del MAS, no sólo se trata de una organización política, sino de una población que debe ser combatida e incluso erradicada, esté o no esté el MAS.

Hace un par de días atrás, el 22 de septiembre, María Galindo anunciaba en su cuenta de Facebook que Velasco participaría de una Barricada, aunque no había una fecha definida. Antes del mediodía de ayer (26 de septiembre) Galindo publicó: «JP Velasco posterga una semana La Barricada, parece que tiene que estudiar. Entendemos, sólo necesitamos se fije el día para poder realizar la programación de las radios documentales». Luego de la difusión de sus publicaciones racistas dudo mucho que asista.

Hasta ahora Velasco no ha dicho nada sobre estas publicaciones. ¿Tuto? Frente a este tipo de hechos, cuando vienen de su bando, siempre ha sido ciego, sordo y mudo. Y quienes rabiosamente denuncian los «discurso de odio y resentimiento» de «los de abajo», ¿dirán algo sobre este caso? No, porque, como buenos cómplices, siempre callan cuando esto viene de «los de arriba». Para ellos esto es algo así como un «racismo legítimo».

No habría que perder de vista que la tensa calma que vivimos hoy no es eterna.