Andrés Soliz Rada, una antorcha hacia la soberanía postergada


A pocos meses de la segunda vuelta electoral, la obra del último nacionalista boliviano interpela con urgencia a las fuerzas políticas que disputan el poder sin proyecto de país.

Andrés Soliz Rada, una antorcha hacia la soberanía postergada



Presentación

Fuente: https://elpais.bo

Mientras Bolivia se debate entre el “capitalismo para todos” de Rodrigo Paz Pereira y la “motosierra, machete y tijera” de Jorge “Tuto” Quiroga en la segunda vuelta electoral del 19 de octubre, en la Universidad Mayor de San Andrés resonaron las palabras de Carmen Soliz recordando el legado intelectual de su padre, Andrés Soliz Rada, quien fuera ministro de Hidrocarburos y propulsor de la nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia.

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En tanto la clase política boliviana insiste en olvidar las lecciones fundamentales sobre soberanía y recursos naturales, Carmen Soliz eligió rescatar “El gas en el destino nacional”, obra publicada en 1984 que hoy, cuarenta años después, “conserva una vigencia sorprendente por las tesis que propone y por la centralidad que el gas natural sigue teniendo en la vida política y económica del país”.

El texto se inscribe en la tradición nacionalista de Carlos Montenegro, Sergio Almaraz y Marcelo Quiroga Santa Cruz, y articula cuatro tesis que hoy interpelan directamente a los candidatos presidenciales:

La primera, de fuerza profética, “el gas no es un recurso ni abundante ni renovable”. Con tal sentencia, Soliz Rada criticó que Hugo Banzer hubiera comprometido la venta de 240 millones de pies cúbicos a Brasil “sin haber trazado una política energética”, y que, en la democracia de 1984, Hernán Siles Suazo ratificara “con idénticas omisiones los acuerdos de Banzer y Pereda”. Hoy, Quiroga promete “resucitar la producción gasífera con una agresiva rebaja de impuestos para nuevas exploraciones y poder atraer inversiones”, mientras Paz Pereira plantea “el desarrollo de energías limpias para reducir la dependencia nacional de los hidrocarburos”. Pero ninguno aborda una política energética integral basada en reservas verificadas.

La segunda, el nacionalismo como proyecto civilizatorio. Soliz Rada defendió la nacionalización de 1969 calificándola como “la medida antiimperialista más profunda de la historia de Bolivia”. Como explicó Carmen Soliz, “el país pagó 58 millones de dólares a las empresas extranjeras por esa expropiación”, dato al cual se treparon los críticos. “Sin embargo, la nacionalización permite recuperar al país recursos que están por encima de los 3.600 millones de dólares”. El cálculo económico racional brilla frente al préstamo de 12.000 millones de dólares de Quiroga, o los “créditos accesibles y reducción de impuestos” del “capitalismo para todos” de Paz Pereira, modelos de apertura indiscriminada al capital extranjero que no consideran las experiencias históricas que Soliz Rada analizó minuciosamente.

La tercera tesis de Soliz Rada plantea la industrialización como parte fundamental de cualquier proyecto nacional serio. “En lugar de limitarse a exportar gas sin valor agregado, Bolivia debía usar sus recursos para desarrollar una industria nacional. La venta de gas en bruto solo reproducía el rol colonial del país como proveedor de materias primas”. Hoy, la elección es entre dos programas cuyas estrategias de industrialización se basan en privilegiar la inversión privada extranjera, o en una “producción nacional” sin claridad sobre cómo romper con el modelo extractivista.

Y a propósito, la cuarta tesis resulta particularmente inquietante por ser la crítica de lo que Soliz Rada denominó “democracia tutelada o democracia incompleta”, apuntando a gobiernos que, independientemente de su origen electoral, terminaban consolidando “acuerdos económicos que convertían a Bolivia en una simple proveedora de recursos baratos”. Aquí tenemos a Quiroga planteando la salida inmediata del Mercosur en favor del FMI, o a Paz Pereira buscando relaciones diplomáticas con los Estados Unidos de Donald Trump. Como se vea, vamos hacia una inserción subordinada en el mercado global, dejando atrás la construcción de nuestra soberanía.

Bolivia en el horizonte

Carmen Soliz rescató también el “profundo carácter latinoamericanista” de su padre. La revista Patria Grande, que dirigió durante décadas, “se convirtió en un espacio clave para debatir los grandes temas del continente. Las dictaduras del Cono Sur, la acción sandinista, la deuda externa, las políticas de Washington”. Como señaló Carmen, “pensar Bolivia solo en términos locales o estrictamente nacionales supone dejar de lado las transformaciones regionales y las dinámicas mundiales que nos atraviesan”.

Así, el homenaje a Soliz Rada se constituye en una interpelación urgente a la política boliviana contemporánea, cuando el ciclo del gas parece acabar y Bolivia enfrenta una crisis profunda. “El gas marcó el destino del proyecto político del MAS y su agotamiento nos obliga a repensar los fundamentos de nuestra economía y nuestra soberanía”, dijo Carmen, advirtiendo que “un modelo basado en la exportación de gas natural sin industrialización no puede sostener indefinidamente ni la economía ni el proyecto político que lo acompaña”.

En el horizonte, vienen raudas hacia nosotros, y hacia los candidatos, las preguntas que para Soliz Rada siempre fueron ineludibles: ¿Cómo construir una matriz energética después del gas sin hipotecar la soberanía nacional? ¿Qué modelo de industrialización es viable para Bolivia cuando se privilegia la inversión extranjera por encima de las capacidades nacionales? ¿Cómo articular una inserción internacional soberana si las propuestas apuntan hacia la dependencia de organismos financieros internacionales y potencias extra-regionales? Formuladas hace cuatro décadas por el “profesor de realidades bolivianas”, como lo llamó Augusto Céspedes en 1983, esperan respuestas que superen los lugares comunes del mercadeo electoral.

Este legado no es patrimonio de una corriente política particular, sino capital intelectual de la nación boliviana. Como señaló Carmen Soliz, “la verdadera soberanía exige diversificar nuestra matriz productiva”. Esa diversificación no es solo económica sino también política e intelectual. La antorcha que Andrés Soliz rada encendió sigue ardiendo para que la generación actual la recoja y proyecte su luz hacia un horizonte de soberanía efectiva y desarrollo integral.

Desde su perspectiva, las propuestas de los candidatos a la presidencia de Bolivia nos muestran que las respuestas fáciles se acabaron junto con el gas, y es urgente saber si los bolivianos están obligados a elegir entre dos modelos de dependencia, o por un camino hacia la soberanía efectiva que Soliz Rada defendió toda su vida.

Puedes ver el homenaje completo aquí: