El secretario general de la ONU instó a los líderes mundiales a tomar medidas urgentes ante los conflictos, la crisis climática y los desafíos tecnológicos, advirtiendo sobre el riesgo de un mundo dominado por la impunidad y la desigualdad
El Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, se dirige a la 80.ª Asamblea General de la ONU en la sede de la ONU en la ciudad de Nueva York, EE. UU., el 23 de septiembre de 2025. REUTERS/Shannon Stapleton
Fuente: infobae.com
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El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, inauguró este martes la 80ª Asamblea General con un discurso cargado de advertencias y llamados a la acción. Frente a los jefes de Estado y representantes de los 193 países miembros, reclamó “decisiones valientes” para frenar los conflictos, enfrentar la crisis climática y regular las nuevas tecnologías.
“Ahora es el momento de elegir”, enfatizó. “Hemos entrado en una era de perturbaciones descontroladas y sufrimiento humano implacable”.
Guterres abrió su intervención recordando el origen del organismo creado hace casi ocho décadas “como una estrategia práctica para la supervivencia de la humanidad”. Evocó a los fundadores que habían presenciado “el infierno de los campos de exterminio” y que entendieron que “el verdadero liderazgo significaba crear un sistema para evitar que esos horrores se repitieran”.
Con un tono grave, enumeró las amenazas actuales: “Los principios de las Naciones Unidas están siendo puestos a prueba, los pilares de la paz y el progreso tambalean bajo el peso de la impunidad, la desigualdad y la indiferencia. Vemos naciones soberanas invadidas, la verdad convertida en arma, costas tragadas por mares en ascenso y sociedades fracturadas por la ira”.
Guterres hablando ante la asamblea. REUTERS/Jeenah Moon
Y se preguntó “¿Qué clase de mundo elegiremos construir juntos? ¿Uno de poder bruto o uno de leyes? ¿Uno en el que impere el interés propio o la cooperación?”.
El secretario general delineó cinco “elecciones críticas”.
La primera, “apostar por la paz y el respeto al derecho internacional”, citando conflictos en Sudán, Ucrania y Gaza. “La Carta de la ONU no es opcional; cuando sus cimientos se agrietan, todo se resquebraja”, advirtió. Condenó “los ataques terroristas de Hamas del 7 de octubre” pero también “el castigo colectivo al pueblo palestino y la destrucción sistemática de Gaza”. Pidió un alto el fuego inmediato, la liberación de los rehenes y acceso pleno a la ayuda humanitaria.
La segunda decisión, según Guterres, es “defender la dignidad humana y los derechos universales”, incluyendo la libertad de expresión, la igualdad de género y la protección de migrantes y refugiados. “Los derechos humanos no son un adorno de la paz, son su base”, subrayó.
“Nunca me rendiré. Por la paz, la justicia, la humanidad y el mundo que sabemos posible”. REUTERS/Mike Segar
El tercer desafío es “elegir la justicia climática”. Recordó que la ventana para limitar el calentamiento global a 1,5 °C “se está cerrando rápidamente” y reclamó inversiones masivas en energías limpias: “Los combustibles fósiles están perdiendo terreno, pero los subsidios públicos a ese sector superan nueve a uno a los destinados a energías renovables”.
En cuarto lugar, Guterres instó a “poner la tecnología al servicio de la humanidad”. Advirtió que la inteligencia artificial “avanza más rápido que la regulación y la responsabilidad”, con riesgos que van desde “la vigilancia masiva” hasta “armas autónomas que decidan quién vive o muere”. Propuso “estándares universales” y financiamiento para que los países en desarrollo puedan diseñar sus propios sistemas digitales.
Por último, pidió “fortalecer a la ONU para el siglo XXI”, con un Consejo de Seguridad “más representativo y eficaz” y un sistema financiero internacional “capaz de responder a las crisis y dar voz a los países en desarrollo”. Denunció que “por cada dólar invertido en construir paz, el mundo gasta 750 en armas de guerra”.
El secretario cerró su discurso con una apelación personal, aludiendo a su infancia en la dictadura portuguesa: “Aprendí temprano a perseverar, a hablar, a no rendirme. El verdadero poder reside en la gente, en nuestra resolución compartida para defender la dignidad y la igualdad”. Y prometió: “Nunca me rendiré. Por la paz, la justicia, la humanidad y el mundo que sabemos posible”.