En la película Our Brand Is Crisis (Experta en crisis, 2015), Sandra Bullock interpreta a una estratega política que resume una verdad incómoda: en campaña no siempre gana el que tiene mejores propuestas, sino el que logra que su adversario pierda la compostura. El truco es simple: provocar, hostigar, presionar hasta que el otro reaccione. Una vez que explota, ya no importa el contenido de su mensaje, sino la imagen de enojo que queda ante la gente.
Esa misma táctica es la que hoy aplica la gente de Tuto Quiroga contra Edman Lara y Rodrigo Paz. No es casualidad: organizaron equipos para acosarlos en aeropuertos, canchas o donde se presenten; ahora bajan línea a sus guerreros digitales para que vayan a las redes de Lara a insultarlo, llamándolo “opa”, y alardear de que “no soportó” y bloqueó.
No es espontáneo, es manual de estrategia. Lo confirma el propio consultor estrella de Tuto, Jaime Durán Barba, quien en el programa Modo Fontevecchia sostuvo que “no hay nada peor para un político que salir huyendo del repudio de la gente” y que ver a un presidente escapar de los gritos —recordando a Milei en Lomas de Zamora— “quita una gran cantidad de votos”.
Está clarísimo, no buscan proponer o debatir ideas ni programas, buscan sacar de sus casillas al contrario para presentarlo como débil o incapaz. Se trata de guerra sucia, de convertir la política en espectáculo de provocación.
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El país necesita propuestas, no linchamientos digitales ni shows de repudio fabricado.