Cochabamba ha sido, y continúa siendo, un epicentro de pensamiento ideológico, de la movilización social y la acción política transformadora, coinciden los expertos.
Fuente: lostiempos.com
En este nuevo aniversario, Cochabamba no solo celebra su historia, sino también su vigencia como eje articulador del pensamiento, la movilización y la construcción de lo político en Bolivia. Una historia que, más que terminar, sigue escribiéndose con cada nuevo ciclo de transformación nacional.
Para el politólogo Jorge Komadina, uno de los principales aportes de Cochabamba al país es su capacidad de generar pensamiento político con visión nacional. “En Cochabamba no ha habido un pensamiento regionalista, sino un pensamiento político de ideología nacional”, afirma. A lo largo del siglo XX, la ciudad y el departamento albergaron una fecunda tradición intelectual que ha influido en la dirección política del país.
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Desde las primeras décadas del siglo pasado, figuras como Carlos Montenegro, Walter Guevara, Augusto Céspedes y José Antonio Arze nutrieron las bases ideológicas del nacionalismo revolucionario, expresado más tarde en el ideario del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). La Universidad Mayor de San Simón (UMSS), además, fue clave en la elaboración del programa de la Revolución de Abril de 1952, hecho que marcó un hito estructural en la historia republicana.
Esta herencia intelectual se consolidó en las décadas posteriores con pensadores y políticos de talla como Sergio Almaraz Paz y Marcelo Quiroga Santa Cruz, cuyos planteamientos siguen vigentes en los debates contemporáneos sobre democracia, soberanía y justicia social.
El analista José de la Fuente complementa la explicación destacando cómo la geografía y productividad agrícola del departamento cimentaron su peso político. “Desde el Incario, Cochabamba fue el granero del país. Esa centralidad económica le dio también un peso político específico”, explica. Durante la Colonia, y posteriormente en la República, la producción agrícola cochabambina sostuvo a los centros mineros del altiplano y fortaleció la conexión territorial con el sur y el oriente boliviano.
Pero este rol de abastecedor no se limitó al campo económico. En la Asamblea Constituyente de 1871-72, el diputado Lucas Mendoza de la Tapia, cochabambino, propuso la federalización del país, anticipándose incluso a figuras como Andrés Ibáñez. En el siglo XX, Daniel Salamanca, también cochabambino y presidente durante la Guerra del Chaco, tomó decisiones que marcaron a fuego la historia nacional.
Uno de los momentos cruciales del protagonismo cochabambino fue durante la Revolución Nacional de 1952. No solo fue un bastión de apoyo campesino al MNR, sino también escenario clave de la Reforma Agraria de 1953, firmada simbólicamente en Ucureña, en el corazón del Valle Alto.
Allí, sindicatos campesinos organizados –como recuerda Komadina– fueron actores fundamentales del proceso revolucionario. “Fue un movimiento político impensable sin la intervención del campesinado del Valle Alto”, subraya. Por su parte, de la Fuente recuerda que los dirigentes locales advirtieron: “no necesitamos la ley, tomaremos las tierras”, reflejando el ímpetu transformador y radical del momento.
Cochabamba no solo ha sido cuna de ideologías, sino también de acciones políticas trascendentales. En los años 90 y 2000, el departamento se convirtió en epicentro de luchas sociales que marcaron el final del ciclo neoliberal. La Guerra del Agua (2000), que enfrentó a la ciudadanía con una política de privatización impuesta por el gobierno, se transformó en símbolo mundial de la resistencia popular.
Más adelante, el Trópico de Cochabamba se consolidó como base territorial del Movimiento al Socialismo (MAS). Desde la resistencia cocalera a la Ley 1008, pasando por el liderazgo sindical de figuras como Evo Morales y Filemón Escóbar, hasta la articulación del proyecto político que gobernaría Bolivia por más de 14 años, Cochabamba fue el semillero de un nuevo ciclo político nacional.
“La creación del MAS no se entiende sin Cochabamba”, dice Komadina. La región proporcionó no solo las condiciones sociales, sino también organizativas e ideológicas para consolidar un nuevo bloque de poder popular.
Una tierra de presidentes y de integración nacional
A lo largo de la historia boliviana, una proporción notable de presidentes han sido cochabambinos. Esta tendencia, que se extiende del siglo XIX al XXI, refuerza la idea del peso político que ejerce la región. Como señala Komadina, “Cochabamba ha jugado un rol de integración política y de visión nacional de la política, dada su circunstancia geográfica en el centro de Bolivia”.
La historiadora Sayuri Loza, destacó el papel de los cochabambinos en las movilizaciones del 2019, en protesta por el fraude electoral, que derivó en la renuncia del entonces presidente Evo Morales. “Cochabamba y La Paz hemos recibido los golpes mas fuertes de la resistencia evista”, sostuvo.
Loza destacó también el aporte agrícola de Cochabamba a los centros económicos del país.
Fuente: lostiempos.com