La niña liberada hace 10 años de un secuestro en la Amazonia volvió a ser abandonada tras su rescate.
La pequeña Nada Itrab, que fue secuestrada con 9 años, cuando fue rescatada en la selva boliviana
Fuente: https://www.lavanguardia.com
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Envuelve a Nada Itrab, de 19 años, un halo que no es de misterio, sino de la desconfianza que a modo de velo se ha levantado a su alrededor y le ha permitido sobrevivir.
Cuenta la periodista Neus Sala que sobre la joven se han abatido todos los peores delitos del Código Penal. Y es verdad. Su historia conmocionó al mundo cuando, en marzo del 2014, una pareja de guardias civiles la rescató del corazón de la selva boliviana donde permaneció secuestrada siete meses.
Su verdugo fue un vecino de su familia en l’Hospitalet de Llobregat, que se la llevó mediante engaños.
Tenía nueve años y fue obligada a ejercer de esposa de su captor mientras se deslomaba trabajando en plantaciones de coca y escribía a escondidas en una libreta a la que se aferraba con la esperanza de volver a estudiar. De vuelta a España, ingresó en centros de menores de la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA) y ahí empezó un segundo olvido, un maltrato administrativo y oficial del que hace año y medio la rescató la periodista ya citada, Neus Sala. Y no es una exageración.
Neus Sala y Nada
“Llegué a creer que no merecía tener una mejor vida. Que no le importaba a nadie y que estaba abocada a la oscuridad más absoluta”, relata con una serenidad abrumadora. Lo que no sabía Nada, y descubrió hace unos meses gracias a Neus, es todo lo que hicieron las personas que hace diez años se dejaron la piel por ella; algunos se jugaron la vida en su rescate. Tampoco la olvidaron.
Ya en España, bajo la tutela de la Generalitat, la joven se sintió nuevamente desamparada y desprotegida. Ni uno solo de los tutores, educadores y psicólogos que la trataron creyó conveniente revivir y trabajar sobre las circunstancias de su cautiverio. Hasta el punto de que tuvo que ser la propia periodista la que, con los cerca de 1.500 folios del sumario sobre la mesa, le detallara lo que pasó en l’Hospitalet primero y en Bolivia después.
Una niña con una entereza increíble
Desde los primeros instantes de su cautiverio, aquella pequeña demostró una fuerza descomunal y una entereza que desarmó a sus rescatadores. Costaba entender cómo había sido capaz de sobrevivir a las palizas, maltratos, abusos y agresiones a las que fue sometida, día tras día y noche tras noche, por un individuo integrante de una secta que la esclavizó tras llevársela de su casa. Por no recordar las durísimas condiciones de la selva. Las serpientes, los mosquitos, la lluvia, la humedad… El hambre.
Así, entre ambas, periodista y víctima, lograron desbloquear poco a poco aquellos recuerdos vinculados a una pesadilla que forma parte de la vida de Nada y sobre los que ahora sí está trabajando con unos especialistas que la ayudan a rehacerse. “Yo no era consciente de lo ocurrido. Me acostumbré a minimizar e incluso a idealizar esos momentos de mi vida. Entiendo que es así como logré sobrevivir”.
Tras los años en los centros, la DGAIA devolvió a la pequeña a sus padres, pero sin ningún tipo de tutela sobre las condiciones en las que estos recuperaban la custodia de su hija. Se trata de unos padres que ya habían sido condenados por abandono de menores a raíz del secuestro de Nada y que seguían viviendo en l’Hospitalet, aunque en condiciones incluso mucho peores que las que tenían cuando ocurrió lo de Bolivia.
Ni la oscuridad emocional de aquella casa, las dificultades, las carencias, la falta de agua o de luz impidieron a Nada seguir estudiando, su obsesión para asomar la cabeza en un mundo que espera mejorar trabajando en la defensa de los derechos de los niños y las niñas víctimas de la trata y de la violencia.
Neus Sala documentaba la historia de Nada para un podcast cuando se propuso buscarla. Quería saber qué se había hecho de la niña rescatada del infierno de la selva. La encontró gracias a una publicación del ayuntamiento de l’Hospitalet que informaba del premio que le entregó la alcaldesa Nuria Marín por su trabajo de final de curso, el mejor de todos los presentados por los alumnos de la ciudad. Le dieron 500 euros que escondió en casa y guardó para la matrícula de la Universidad del año siguiente.
A Neus se le hincha la vena del cuello cuando recuerda las condiciones en las que encontró a la joven cuando por fin dio con ella. Nadie se había preocupado de regularizar su situación en España, pese a tener derecho como víctima. Como carecía de papeles no podía acceder a becas. Y a partir de ahí una cadena de despropósitos que desconcertaron y enfurecieron a la periodista.
Se la llevó a su casa, el primero de muchos fines de semana con su familia, su madre, su hija y sus perros, y empezó a llamar a las puertas de las instituciones pidiendo ayuda: ayuntamientos de l’Hospitalet y de Barcelona, la Generalitat… “No diré que nos dieron con la puerta en las narices, pero sí que nos ignoraron”.
Entonces tiró de agenda y buscó a amigos comprometidos con las buenas causas para poner en marcha una rueda de favores. Lo más urgente era legalizar la situación de Nada en España, donde llegó con sus padres a los cuatro años desde Marruecos. Telefoneó al comisario de la Policía Nacional Pepe Pérez, ya jubilado, y que durante años dirigió algunas de las mejores investigaciones de homicidios en Barcelona. “Le conté el caso. Se echó las manos a la cabeza y en 24 horas estábamos en el despacho del jefe de Extranjería, gestionando la documentación”.
Nada había sido una víctima y cómo tal debía ser reconocida para acogerse a un estatuto que le proporciona ventajas y beneficios por su condición. La periodista se encargó de iniciar esa tramitación y siguió tirando de agenda. La abogada Fátima Ainin se sumó a la obra y gracias al boca a boca se fueron añadiendo organismos que podían proporcionar a la joven la ayuda denegada hasta ese momento.
Cristina Gutiérrez, responsable de La Granja, un centro especializado en la gestión emocional con sede en Sant Esteve de Palautordera, acogió a la joven unas semanas e inició con ella un trabajo emocional ayudada por caballos. En la Fundación Amaranta Nada encontró también ayuda y las psicólogas de la entidad Sicar, especializadas, entre otras vulnerabilidades, en las víctimas de la trata, trabajan desde entonces con ella.
Pero urgía sacarla de l’Hospitalet, de ese entorno complejo y oscuro que la ahogaba y paralizaba. Neus Sala pidió ayuda a Meritxell Cabezón, directora de La Ciba de Santa Coloma de Gramenet, ese proyecto municipal pionero que tantas vidas de mujeres ha salvado y que ahora acoge en un hogar con paradero desconocido y seguro a la adolescente.
La joven se ha reencontrado con los agentes que la rescataron en la selva hace 10 añosEn este último año, Neus y Nada han escrito a cuatro manos el libro con la historia. Un boceto de más de 300 páginas que busca editorial y que ha ayudado a la joven a poner cara y nombre a los que hace diez años, como los de ahora, también se preocuparon y lucharon por ella.
El día que su madre denunció su desaparición en una comisaría de los Mossos d’Esquadra, el caso acabo en las manos de los mossos Jordi Domènech y Enric Martínez, el primero al frente de un área de investigadores entre los que estaba el grupo de secuestros, que dirigía el segundo. Contaron con el empuje de la fiscal de l’Hospitalet Laia Ladrón y esta con la complicidad de su colega en Bolivia, Maite Cossío. Enseguida se hizo un equipo conjunto con la Guardia Civil, pero por cuestiones que no vienen al caso, solo se desplazaron a Bolivia el ahora comandante José Miguel Hidalgo y Juan Carlos Fandiño.
Diez años después, ambos guardias civiles se reencontraron con Nada en las dependencias de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil en Madrid. Ella no les recordaba, pero cuando les abrazó, asegura que sintió “como si estuviera en casa, en un lugar seguro”.
Durante los primeros meses después del rescate en la selva, cada vez que los guardias civiles pasaban por Barcelona, acudían al centro de menores a visitarla y dejarle juguetes. Cuando Neus Sala que acompañó a Nada al reencuentro detalló las circunstancias en las que la joven ha vivido estos últimos años, ellos también se echaron las manos a la cabeza. La administración la abandonó a su suerte. Ni una sola entidad fue capaz de proseguir con el trabajo que los policías habían iniciado en Bolivia.
Estudiante brillante de Derecho y Relaciones Internacionales, con dominio de cinco idiomas, Nada aspira a ser la voz de la infancia más vulnerable y una luz, la que a ella le negaron.