Desde dolores de cabeza hasta abortos, el mercurio asfixia a mujeres indígenas


Un reciente estudio toxicológico realizado este año por especialistas de la Universidad de Cartagena reveló los estragos ocasionados por la contaminación en ríos.
Ilustración referencial. FOTO: Abecor / Visión 360
Ilustración referencial. FOTO: Abecor / Visión 360

Fuente: Visión 360 

 

 



 

 

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Un estudio toxicológico presentado recientemente  reveló que 9 de cada 10 mujeres indígenas de la Amazonía presentan niveles elevados de mercurio en sus cuerpos. Este metal pesado, altamente tóxico, ocasiona desde dolores de cabeza, hasta abortos espontáneos frecuentes, problemas que van aumentando  conforme continúa la contaminación de los ríos en esa zona.

“Los efectos dependen en gran medida de la exposición al metal pesado que tuvieron las personas. Pueden oscilar desde dolores de cabeza, pasando por malformaciones congénitas; es decir que madres estuvieron expuestas a mercurio durante el embarazo, a través del consumo de pescado, y abortos”, explicó a Visión 360 Jesús Olivero, químico farmacéutico y especialista en Farmacología y Toxicología Ambiental.

El experto, de la Universidad de Cartagena de Colombia, participó en un estudio piloto organizado por el Centro de Documentación e Información de Bolivia (Cedib), en el cual se realizaron análisis a mujeres indígenas que viven en las cuencas de los ríos amazónicos Beni y Madre de Dios.

Antes se realizaron otros estudios en general y los resultados fueron alarmantes para los especialistas. “Este estudio reveló que la mayoría de las personas analizadas, el 98% tenía más mercurio del nivel permitido en el mundo. Estamos hablando de todo tipo de personas: desde niños casi recién nacidos, hasta personas de la tercera edad, gente de diferentes comunidades. Los promedios rondaban entre dos y nueve partes por millón (ppm), y en los casos extremos podían llegar hasta 30, 60 y casi 120 partes por millón”, dijo Olivero. El límite de concentración de mercurio permitido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 1 ppm.

ILUSTRACIÓN: CEDIB

 

El problema no se limita solo a las comunidades indígenas de la Amazonia. Es un riesgo que afecta también a la mayoría de las poblaciones del país, debido a la forma en la que el metal pesado es absorbido por el organismo humano, que es el consumo de alimentos contaminados, principalmente los peces de dichos ríos.

Un ciclo tóxico    
El mercurio es utilizado masivamente en la minería de oro. Se usa para separar el oro de la roca o arena en la que se encuentra, mediante la formación de una amalgama, una mezcla de oro y mercurio.

Una vez formada, esta unión se calienta para evaporar el mercurio, dejando atrás el oro en forma de una “esponja”. Este proceso es peligroso, ya que la liberación de mercurio al ambiente causa graves problemas de salud y contaminación.

“Hemos diagnosticado diferentes efectos, como dolores de cabeza sin causa aparente, pérdida de visión, deformaciones congénitas”.
Jesús Olivero

“Las empresas que explotan el metal precioso en el norte del país desechan el mercurio en los ríos, donde se acumula y contamina diferentes alimentos, que luego son consumidos por seres humanos”, explicó el director del Cedib, Óscar Campanini.

Esto hace que las comunidades amazónicas se encuentren en peligro, porque su principal fuente de alimentación son los peces de río, especialmente los especímenes más grandes, que además consumen otros animales, también contaminados.

“La exposición al metal pesado deriva del consumo de pescado, que es uno de los eslabones clave para determinar cómo se intoxicó una persona. Y uno de los problemas es que el contaminante no se elimina fácilmente de los organismos vivos”, informó Olivero.

Especialistas analizan peces amazónicos para el consumo. FOTO: CEDIB

 

“Es decir que pasa por los procesos de bioacumulación -acumulación gradual de sustancias tóxicas y persistentes (como metales pesados o pesticidas) en un organismo a lo largo del tiempo, alcanzando concentraciones más altas- y biomagnificación, el aumento de la concentración de un contaminante en los organismos sucesivos dentro de una cadena alimentaria, cuando una especie consume a otra”, agregó.

Y el riesgo es mayor cuando se consumen animales como el paiche (Arapaima gigas),  un pez de agua dulce gigante de la cuenca amazónica, conocido por su gran tamaño y su capacidad para respirar aire. Es un carnívoro feroz, que puede generar problemas ecológicos en otros ambientes, que vive en ríos y lagos, y puede alcanzar más de tres metros de longitud.  Su carne es muy apreciada, pero su tamaño y apetito lo convierten en un manjar sumamente tóxico.

“Adivinen qué, esas especies carnívoras son o forman parte de la dieta predilecta de un gran número de estas poblaciones indígenas. En otras, es su principal fuente de alimentos, debido a su situación económica o su distancia de otros centros de población, lo cual convierte esto en  un problema mayor, porque no se puede, simplemente, impedirles consumir estos alimentos”.

Mas, los peces no son el único factor de transmisión.  Campanini recordó que la contaminación con mercurio afecta a todos los organismos, lo que incluye  animales de presa terrestres, plantas y aves, todas consumidas por los habitantes de  la cuenca del Amazonas, en mayor o menor medida.

Entonces, la persona consume la carne contaminada, absorbiendo el metal pesado, que se queda dentro del organismo. La cantidad va en aumento mientras el individuo sigue consumiendo la fuente de mercurio.

El bioquímico colombiano Jesús Olivero y el director del Cedib, Óscar Campanini, acudieron a Visión 360. FOTO: Marina Mamani / VISIÓN 360

Este metal pesado es una neurotoxina. La forma en que la salud de las personas puede verse afectada por la exposición al mercurio depende de varios factores, como la forma en la que se absorbió el elemento, es decir que si es metilmercurio o mercurio elemental o metálico; la cantidad a la que está expuesta;  la edad de la persona expuesta (los fetos los más vulnerables); la duración de la exposición; la manera en que la persona estuvo expuesta, ya sea inhalación, consumo, contacto con la piel y la salud del afectado.

“Hemos diagnosticado diferentes efectos, como los mencionados dolores de cabeza sin causa aparente, pérdida de visión, deformaciones congénitas de los recién nacidos, pérdida prematura de los dientes y otros”, reveló Olivero.

Y no son solo los pobladores indígenas de la Amazonia los que están en peligro. Los habitantes de las ciudades también se encuentran en riesgo.

Cadena de contaminante
Una de las razones por las que se puede absorber el mercurio en una población no amazónica es, también, el consumo de pescado contaminado. Campanini recordó que el paiche es muy apreciado  en todo el país, tanto por el sabor de la carne, como por la cantidad de comida que puede dar un animal adulto.

No es la única especie del norte que llega a los mercados urbanos: pacú,  bocachica, sardina y otras más.
“Se tiene que educar a la gente. Tienen que reducir el consumo de peces de ríos de esa región, o conseguirlos de proveedores que comprueben el nivel de mercurio en sus productos”, advirtió Olivero.

“Las empresas que explotan oro desechan el mercurio en los ríos, donde se acumula y contamina diferentes alimentos”.
Óscar Campanini

Pero, por si no fuera lo suficientemente malo que la comida envenene a los bolivianos, está el manejo irresponsable de mercurio en el país.

Según los datos recopilados por Cedib, Bolivia es uno de los principales importadores del metal pesado en la región. “Bolivia es el principal importador en todo el mundo. En algunos años importó la cuarta parte de lo que circuló en todo el planeta,  no solo para uso de la minería del oro, sino para vender en países vecinos, ya que está siendo exportado de manera ilegal”, detalló Campanini.

Relatores de Naciones Unidas enviaron una “Carta de Alegaciones” al Estado boliviano en 2021, tras encontrar ciertas irregularidades sobre el uso de mercurio en el país, situación que vulneraría los derechos humanos de los pueblos indígenas.

En el texto, manifestaron que resulta alarmante que Bolivia no cuente con regulación específica y efectiva para controlar adecuadamente la importación, comercialización y uso.

Una muestra de ello, aseguraron, tanto Olivero como Campanini, es que “los bolivianos nos envenenamos solo con caminar por las calles donde los orfebres trabajan oro”, que hay en El Alto y otras ciudades.

“Los artesanos queman el mercurio de la amalgama y ese humo sale al aire de las ciudades. Solo con pasar cerca se absorbe la toxina. Más de una persona reporta dolores de cabeza agudos tras la experiencia, sin saber que respiraron veneno”, agregó el colombiano.

Y está el peligro a la provisión de agua. Campanini recordó que en la naturaleza todo está entrelazado, y cuando contaminamos  fuentes de agua dulce como el Amazonas, ponemos en riesgo al resto de los ecosistemas.

Además que, al envenenar las aves migratorias, los insectos y otras especies que colaboran con la expansión de la flora, se corre el riesgo de convertir la selva amazónica en un lodazal.

98% de las personas analizadas
tenían más mercurio del nivel permitido en el mundo, de hasta 120 partes por millón.

Lo que agrava la situación es que el mercurio no se elimina fácilmente del cuerpo. Se requiere   un tratamiento complejo de una larga duración.

Hay varios medicamentos como carbón, activado por vía oral o por una sonda a través de la nariz hasta el estómago; diálisis; líquidos a través de una vena y otros.

Pero muchas de esas soluciones son muy difíciles de llevar a las poblaciones indígenas de las zonas contaminadas. “Son poblados alejados, de difícil acceso. Y los procedimientos son costosos”, lamentó el bioquímico colombiano.

Problema global
Lamentablemente la solución no es simple y no depende solo del Estado, aunque este debería tomar medidas para reducir el problema. Lo que pasa es que la contaminación con mercurio está relacionada con el mercado internacional de oro.

ILUSTRACIÓN: CEDIB 

 

 

De hecho, Olivero reveló que Colombia atraviesa por una crisis similar, pero de mayor envergadura. “Hace apenas 15 días hicimos un monitoreo en el departamento de Guainía, y encontramos a un niño de menos de 10 años con 60 partes por millón. Estamos entre los primeros lugares de naciones afectadas por este problema”.

Y todo gira alrededor del oro. “Tenemos, como planeta, hablar del precio internacional del metal precioso. Es el valor que se le da lo que lleva a los mineros a envenenar, y envenenarse, por la riqueza”, finalizó.