El crecimiento estancado y la alta inflación complican los planes del gobierno laborista en Reino Unido


Las promesas de mejora económica y servicios públicos enfrentan obstáculos debido a factores internacionales, mientras el descontento político gana terreno en el país

 



La ministra británica de Hacienda

La ministra británica de Hacienda y Tesoro, Rachel Reeves, izquierda, junto al primer ministro Keir Starmer, que aplaude después de que ella pronunciara su discurso de apertura en la conferencia anual del Partido

(AP)

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Fuente: infobae.com

Laborista en Liverpool, Inglaterra, el lunes 29 de septiembre de 2025. (AP Foto/Jon Super)

La jefa del Tesoro de Reino Unido advirtió el lunes que “los duros vientos globales en contra” provocados por las guerras en Ucrania y Oriente Medio, así como los aranceles del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, han empeorado las perspectivas económicas de Reino Unido desde que el gobernante Partido Laborista asumió el poder el año pasado.

La ministra de Hacienda y Tesoro, Rachel Reeves, dijo en la conferencia anual del Partido Laborista que sus planes económicos deben ser “adecuados para un mundo incierto”, insinuando que aumentará los impuestos en su presupuesto de otoño, que presentará el 26 de noviembre.

“En el último año, el mundo ha cambiado, y no somos inmunes a ese cambio”, dijo a la BBC antes del discurso. “Ya sea por las guerras en Europa y el Oriente Medio, ya sea por el aumento en las barreras comerciales debido a los aranceles provenientes de Estados Unidos, ya sea por el costo global de los préstamos, no somos inmunes a ninguna de esas cosas”.

Desde que puso fin a 14 años de gobierno conservador en julio de 2024, el Partido Laborista no ha logrado el crecimiento económico que prometió. La inflación sigue siendo obstinadamente alta y las perspectivas económicas son sombrías, frustrando los esfuerzos por reparar los deteriorados servicios públicos y aliviar el costo de vida.

Durante las elecciones el Partido Laborista prometió no aumentar los impuestos a los trabajadores, pero desde entonces, ha incrementado los gravámenes a los empleadores.

Rachel Reeves. REUTERS/Phil Noble

Rachel Reeves. REUTERS/Phil Noble

Reeves dijo a la BBC que estaba “decidida a no aumentar esos impuestos clave que pagan los trabajadores”, sin llegar a descartar por completo los incrementos.

En su discurso, interrumpido por repetidas ovaciones de pie de cientos de miembros del Partido Laborista —y por un único manifestante propalestino—, Reeves suavizó su sobria evaluación de las finanzas del país con un toque de optimismo. Describió las inversiones del gobierno en defensa, transporte, energía y educación, afirmando que marcaban una diferencia para millones de personas.

Prometió acabar con el desempleo juvenil a largo plazo, diciendo que a todos los menores de 25 años que hayan estado desempleados durante 18 meses se les ofrecerá un trabajo remunerado garantizado. Actualmente, uno de cada ocho jóvenes británicos de 16 a 24 años —alrededor de 1 millón de personas— no estudia ni trabaja ni recibe formación.

Reeves también dijo que el gobierno trabaja en un “ambicioso acuerdo sobre movilidad juvenil” con las 27 naciones de la Unión Europea. Los ciudadanos británicos perdieron el derecho a viajar y trabajar libremente en la UE cuando el país abandonó el bloque en 2020.

Miles de miembros del Partido Laborista están en Liverpool, en el noroeste de Inglaterra, para la conferencia del partido —una combinación de foro de políticas y mitin de ánimo que este año carece de entusiasmo.

La extrema derecha es una preocupación clave

El secretario de Comercio de

El secretario de Comercio de EE. UU., Howard Lutnick, saluda a la ministra de Hacienda británica, Rachel Reeves. Jordan Pettitt/vía REUTERS

En las encuestas de opinión, el Partido Laborista va detrás del partido de extrema derecha Reform UK de Nigel Farage, y algunos miembros han perdido la fe en el primer ministro Keir Starmer, aunque podrían pasar cuatro años antes de las próximas elecciones.

Muchos se han unido en torno a Andy Burnham, el ambicioso alcalde laborista de Manchester, quien dijo el domingo que el partido está en “peligro” y necesita cambiar de dirección.

Reeves arremetió contra los laboristas que, como Burnham, argumentan que el gobierno debería pedir más dinero prestado para gastar más en servicios públicos. Citó el desastroso plan de 2022 de la ex primera ministra conservadora Liz Truss para efectuar recortes de impuestos no financiados, que hizo que el valor de la libra se desplomara y que se disparara el costo de los préstamos del gobierno.

“Cuando el gasto se sale de control, cuando se pierde la confianza del mercado… se percibe inmediatamente en el creciente costo de los productos esenciales y en el aumento de las tasas de interés”, dijo la ministra.

La amenaza que representa Reform es el tema principal entre los delegados laboristas que asisten a la conferencia de cuatro días, que termina el miércoles. El partido de Farage tiene solo cinco legisladores en la Cámara de los Comunes de 650 escaños, mientras que los laboristas tienen más de 400. No obstante, Starmer dijo que Reform es ahora el principal oponente del Partido Laborista, no la oposición conservadora.

Starmer describió la lucha entre el Partido Laborista y Reform como “una batalla por el alma de este país”. El domingo acusó a Farage de sembrar la división con los planes de Reform de deportar a inmigrantes que están legalmente en Reino Unido. El primer ministro dijo que tal política sería “racista” e “inmoral”.

Sin embargo, el gobierno británico ha endurecido su propio lenguaje sobre la inmigración. La ministra del Interior, Shabana Mahmood, afirmó en la conferencia que el gobierno debe cuestionar algunas de “las suposiciones y restricciones legales” en torno a la migración.

Dijo que planea elevar el estándar que los inmigrantes deben cumplir para obtener la residencia permanente. Según las propuestas, las personas deberán tener un “alto nivel” de inglés, no tener antecedentes penales y contribuir a sus comunidades para obtener el derecho a establecerse en Reino Unido.

“A menos que tengamos control de nuestras fronteras, y hasta que podamos decidir quién entra y quién debe irse, nunca seremos el país abierto, tolerante y generoso en el que sé que todos creemos”, dijo.