Una investigación analizó este mecanismo que conecta las emociones con la liberación de glucosa.
Un equipo de investigadores del Hospital Monte Sinaí. en Nueva York, realizó un hallazgo sobre la diabetes tipo 2 y su relación con el estrés.
El trabajo plantea que un área del cerebro asociada con las emociones, la amígdala medial, también desempeña un papel crucial en la producción de glucosa en el hígado, estableciendo un puente directo entre el estrés y la regulación de azúcar en sangre.
Los investigadores descubrieron un circuito que conecta la amígdala con el hígado a través del hipotálamo. En condiciones normales, este circuito proporciona un aumento temporal de energía en respuesta al estrés. Pero cuando el estrés se vuelve crónico y se combina con una dieta alta en grasas, el mecanismo se altera, provocando un exceso de glucosa liberada por el hígado. A largo plazo, esta hiperproducción contribuye a la hiperglucemia y eleva el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, una enfermedad que afecta a más de 500 millones de personas en todo el mundo.
Lo que hace único a este estudio es que demuestra que la amígdala medial no solo regula las respuestas emocionales al estrés, sino que también controla directamente la glucosa en sangre. Hasta ahora, la investigación sobre la regulación glucémica se había centrado en el hipotálamo y el tronco encefálico, regiones cerebrales responsables de funciones homeostáticas como el hambre, la sed y la digestión. Este hallazgo cambia la perspectiva sobre cómo se integran las emociones, el estrés y la fisiología metabólica.
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Para llegar a esta conclusión, los científicos monitorizaron la actividad neuronal en la amígdala medial de ratones expuestos a diferentes tipos de estrés, desde interacciones sociales complicadas hasta estímulos visuales intensos. Detectaron un aumento significativo de la actividad neuronal acompañado de elevaciones en los niveles de glucosa en sangre.
Posteriormente, activaron la amígdala medial en ratones no estresados y observaron que los niveles de glucosa aumentaban de manera similar a la respuesta al estrés, aunque sin modificar su comportamiento. Esto indica que el circuito amígdala-hipotálamo-hígado regula de forma directa la glucosa en situaciones de estrés.
El estudio profundizó en el mapa de conexiones neuronales mediante técnicas virales que permiten trazar la ruta exacta de las señales. Descubrieron que la amígdala medial envía proyecciones al hipotálamo, que a su vez actúan sobre el hígado, modulando la liberación de glucosa. Al activar estas conexiones de manera experimental, la cantidad de glucosa liberada por el hígado casi se duplicó, confirmando la influencia directa de la amígdala en el metabolismo.
Los resultados fueron aún más impactantes cuando se combinó el estrés repetido con una dieta rica en grasas. En estos casos, el circuito se desensibilizó: las respuestas neuronales y la liberación de glucosa ante nuevos episodios de estrés disminuyeron, generando un desequilibrio sostenido que contribuyó al desarrollo de diabetes en los modelos animales. Esto demuestra que la exposición prolongada a factores estresantes y hábitos alimentarios poco saludables puede alterar profundamente la función de este circuito cerebral.
Los hallazgos tienen implicancias importantes para la medicina preventiva. Comprender cómo el estrés influye en la glucosa abre la puerta a nuevas estrategias para controlar la diabetes tipo 2 y mejorar la salud metabólica.
“Los resultados de este estudio no solo cambian nuestra perspectiva sobre el papel del estrés en la diabetes, sino también sobre el papel de la amígdala. Antes, pensábamos que la amígdala solo controlaba nuestra respuesta conductual al estrés; ahora sabemos que también controla las respuestas corporales. El impacto del estrés en la diabetes es enorme. Pero no se trata solo de la diabetes: el estrés tiene un impacto más amplio en muchas otras afecciones. Esto significa que abordar los determinantes sociales que contribuyen al estrés puede mejorar la salud, incluida la diabetes”, afirmó la doctora Sarah Stanley, líder del estudio.
Hacia nuevas estrategias terapéuticas y de prevención
Estos descubrimientos no se limitan al laboratorio. Entender el papel de la amígdala en la regulación de la glucosa permite pensar en intervenciones que podrían reducir el riesgo de diabetes tipo 2 en personas con niveles altos de estrés. Las terapias podrían orientarse a restaurar el equilibrio del circuito amígdala-hipotálamo-hígado, reduciendo la producción excesiva de glucosa y ayudando a mantener niveles saludables de azúcar en sangre.
El estudio también evidencia la relevancia de factores sociales y ambientales en la salud metabólica. Estrés laboral, presiones económicas o experiencias traumáticas no solo afectan la salud mental, sino que también impactan directamente en el metabolismo y aumentan el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes. Intervenciones que promuevan la reducción del estrés y un estilo de vida equilibrado podrían tener un efecto protector mucho más amplio de lo que se pensaba hasta ahora.
Los investigadores subrayan la importancia de continuar con estudios que identifiquen los tipos de neuronas involucradas en este circuito y cómo el estrés a corto y largo plazo altera su estructura y función genética. Estas investigaciones adicionales podrían determinar si medidas de manejo del estrés, como la meditación, el ejercicio regular o intervenciones psicológicas, son capaces de restablecer la función normal del circuito y disminuir la incidencia de diabetes.
Asimismo, los hallazgos podrían servir para mejorar la atención clínica de pacientes hospitalizados con glucosa elevada o baja. Los niveles anormales de glucosa se asocian con mayores tasas de complicaciones y mortalidad, por lo que estrategias que incorporen la regulación del estrés en el manejo médico podrían tener un impacto significativo en la supervivencia y el bienestar de los pacientes.
Este estudio fue financiado por la subvención “Pathway to Stop Diabetes” de la Asociación Estadounidense de Diabetes, y también contó con apoyo de los Institutos Nacionales de Salud y el Departamento de Defensa. La investigación representa un ejemplo de cómo la ciencia básica puede generar conocimientos directamente aplicables a la salud pública, abriendo caminos hacia intervenciones más integrales que consideren tanto el cerebro como el metabolismo.
El Monte Sinaí, un sistema de salud académico de gran magnitud en Nueva York, destaca por combinar investigación, educación y atención clínica. Su enfoque multidisciplinario permitió que este estudio no solo profundizara en la neurociencia básica, sino que también identificara conexiones directas con enfermedades metabólicas de gran impacto, demostrando el valor de vincular la ciencia del cerebro con problemas de salud globales.
El descubrimiento del circuito amígdala-hipotálamo-hígado confirma que el estrés no es un factor aislado, sino un componente clave en la aparición y progresión de la diabetes tipo 2. Los resultados muestran que no basta con controlar la dieta y la actividad física; también es crucial considerar cómo la mente y el entorno emocional influyen sobre los mecanismos fisiológicos del cuerpo.
Los investigadores concluyen que esta perspectiva abre nuevas oportunidades para intervenciones más personalizadas y efectivas. Por ejemplo, identificar a personas con alta actividad de este circuito podría permitir estrategias preventivas antes de que la glucosa alcance niveles peligrosos, reduciendo el riesgo de complicaciones y fomentando una prevención más proactiva.
En un mundo donde la diabetes tipo 2 afecta a millones de personas, estos hallazgos no solo amplían el conocimiento científico, sino que también ofrecen esperanza de intervenciones innovadoras que combinen el control del estrés, la alimentación y la actividad física con enfoques dirigidos a los circuitos cerebrales implicados. Esta integración de la neurociencia con la medicina preventiva marca un cambio de paradigma en cómo concebimos la salud metabólica.
Finalmente, los autores destacan que se requiere investigación continua para comprender plenamente los mecanismos de este circuito y cómo puede ser modulable mediante intervenciones médicas o conductuales. Sin embargo, el estudio ya ofrece un punto de partida sólido y una nueva visión de cómo el estrés puede convertirse en un factor modificable para prevenir la diabetes tipo 2 y mejorar la calidad de vida de millones de personas en todo el mundo.