Emilio Martínez Cardona
Primero a través de voceros y luego en sus propias declaraciones de prensa, Evo Morales viene impulsando una matriz de discurso que podría sintetizarse así: “El voto nulo fue la opción preferida en el 52% de los municipios de Bolivia, por lo tanto, ganamos en más de la mitad del país”.
Esto debe contrastarse con distintas salvedades o precisiones:
1. Que el voto nulo haya sido la alternativa más marcada en esos municipios no quiere decir que sea mayoritaria, en un contexto de dispersión como el que se vio en la primera vuelta. En todo caso, podría señalar la oportunidad de constituir una primera fuerza o “minoría mayor” en espacios locales.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
2. Sobre todo, se trata de municipios rurales, de esa Bolivia profunda cada vez más despoblada según lo evidencia el Censo, donde al evismo le resulta viable mantener una presencia relevante a través de sus organizaciones sindicales coactivas.
3. El “52%” sobre el que se machaca es engañoso. Lo cierto es que existe un histórico de voto nulo que se repite a lo largo de varios procesos electorales, de alrededor de un 4%, que debe restarse del 19 a 20% que obtuvo esa opción en la primera vuelta en términos globales. De donde la fuerza nacional de Evo podría ser a lo sumo de un 15 a 16%.
Hechas estas salvedades, al evismo le queda la proyección de convertirse en la corriente principal del municipalismo rural, lo que implica iniciar un proceso de reconstrucción política a nivel territorial, que en ciertas ocasiones irá de la mano con la presencia en la zona de actividades ilícitas como el cultivo de coca excedentaria, la ocupación de tierras y los desmontes salvajes.
Está claro que esa relativa fuerza territorial, aún ruralizada, tratará de ser usada por Morales como carta de negociación ante el gobierno central, para lo cual buscará traducirla en el copamiento de estructuras políticas locales en las elecciones autonómicas del 2026.
Pero, como no hay 2026 sin 2025, el paso inicial es incidir de alguna manera en la conformación del nuevo gobierno. La decisión de “no convocar al voto nulo” en el balotaje, hecha pública por Evo, es una forma de dar un apoyo implícito a uno de los binomios, con un postulante a vice afín, respaldo que de hacerse más explícito ahuyentaría a sectores moderados o de clase media.
Una nueva administración nacional donde hayan simpatizantes u operadores, así sea en cargos discretos o medios, facilitaría la estrategia territorial para el año que viene, que en la imaginación del ex presidente cocalero es una fase de una “Larga Marcha” de retorno al poder, al que considera tener un derecho eterno, como los diversos tiranos que son sus referentes.