¿En qué quedaron las propuestas ambientales que Arce hizo en 2020?


Identificamos promesas relacionadas al manejo y tratamiento de los residuos sólidos, a la atención de mascotas abandonadas; pero en este artículo nos centramos en las que se referían a los bosques y las áreas protegidas. Entre éstas últimas encontramos las siguientes, expuestas de manera resumida:

Fuente: La Nube



En qué quedaron las propuestas ambientales que Luis Arce hizo en 2020? En aquella elección, el entonces candidato por el MAS hizo una serie de promesas que apuntaban a restaurar los bosques, fortalecer las áreas protegidas, y apoyar la producción respetando la “zonificación ecológica”. Sin embargo, las acciones realizadas en su gestión -que ya está por terminar- fueron a contracorriente.

Revisamos el Programa de Gobierno 2020-2025 que el MAS presentó al Órgano Electoral en aquellas elecciones con el fin de conocer si las ideas plasmadas en el documento, y relacionadas con el medioambiente, se cumplieron o no.

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Identificamos promesas relacionadas al manejo y tratamiento de los residuos sólidos, a la atención de mascotas abandonadas; pero en este artículo nos centramos en las que se referían a los bosques y las áreas protegidas. Entre éstas últimas encontramos las siguientes, expuestas de manera resumida:

Implementar un Plan Nacional para el Bosque Seco Chiquitano denominado 8 Raíces de Vida.

Aplicar un proyecto de forestación y reforestación en áreas afectadas por los incendios.

Desarrollar programas y proyectos con fines de restauración y rehabilitación de los componentes o zonas de vida dañados en la Amazonía y la Chiquitanía.

Desarrollar un plan y marco normativo de regulación de la conservación y el uso de los componentes de los ecosistemas amazónicos y chiquitanos de acuerdo a vocaciones ecológicas y productivas de las zonas de vida.

Controlar y fiscalizar el aprovechamiento de los ecosistemas amazónicos y chiquitanos respetando los fines y objetivos de las áreas protegidas.

Fortalecer las áreas protegidas, dotando de presupuestos y capacidades técnicas y logísticas.

Desarrollar una zonificación ecológica de las regiones amazónicas en función de la conservación y protección de la biodiversidad.

Establecer el Sistema de Registro y el Marco Indicativo de las Capacidades de Regeneración de los Componentes de la Madre Tierra.

Prohibir la conversión de uso de suelos de bosque a otros usos en zonas de vida de aptitud forestal.

El Estado tiene como prioridad la reducción de la deforestación ilegal.

Queda claro que todas estas propuestas son puntuales y, en cierta medida, resultan algo técnicas. Por ello consultamos a las autoridades pertinentes (Presidente Luis Arce, Ministerio de Medio Ambiente y Agua, y al Servicio Nacional de Áreas Protegidas) sobre el cumplimiento o no de esta lista. Hasta el cierre de esta edición no hubo una respuesta.

Solicitudes de información realizadas a tres distintas instancias.

Pero la información disponible, lo ocurrido en los últimos cinco años, y las voces de quienes siguieron de cerca la temática ambiental apuntan a que en Bolivia ocurrió lo contrario a lo que figura en los planes que el MAS presentó en campaña.

“El MAS hizo mucho daño y normalizó la crisis ambiental. Se agravó y no vimos ningún cambio”, afirmó la cofundadora de la organización ambientalista Alas Chiquitanas, Daniela Justiniano, quien resaltó que el país ocupa los primeros lugares en deforestación a nivel mundial. “Decir que se hizo algo es mentirle al país”.

En 2024, Bolivia ascendió al segundo puesto en pérdida de bosque primario tropical, de acuerdo a datos del Global Forest Watch, sólo detrás de Brasil. Ese año se triplicó la pérdida de bosque con relación al 2023, cuando Bolivia ya ocupaba el tercer puesto a nivel mundial.

Además, datos difundidos por la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN) señalan que entre 2021 y 2023, la deforestación en Bolivia creció considerablemente en comparación con las gestiones anteriores.

En la misma línea, aunque las propuestas del MAS para el 2020-2025 giraban en torno a un plan nacional para el Bosque Seco Chiquitano, esta ecoregión resultó ser la “más afectada”, pues hasta el 2023 perdió un 24% de su superficie original, según los mismos datos citados por la FAN.

Todo esto, sin olvidar que en 2024 se quemaron 12,6 millones de hectáreas, una cifra nunca antes vista.

En agosto de 2020, poco antes de que iniciara el gobierno de Arce, se conoció que el Tribunal Internacional por los Derechos de la Naturaleza pidió abrogar 14 “normas incendiarias” por sus terribles. Pero esto no ocurrió.

Un conjunto de normas que afectan al medioambiente se mantuvieron durante la última gestión del MAS. La Agenda Patriótica 2025 y el Plan de Desarrollo Económico y Social 2021-2025 promovieron la ampliación de la frontera agrícola y ganadera, en una clara incompatibilidad con la protección de los bosques, ecosistemas y medios de vida.

Elaboración propia con datos de la Fundación TIERRA.

Si bien no se encontraron datos relacionados a la reducción de la “deforestación ilegal”, el director ejecutivo de la Fundación TIERRA, Juan Pablo Chumacero, dijo que el impacto ambiental se da en cualquier caso, sea la deforestación legal o ilegal. “En mi opinión esto hay que verlo desde la política ligada al apoyo de la agroindustria, las leyes incendiarias, y la permisividad con el desmonte y las quemas que este gobierno ha tenido”.

Áreas (des)protegidas

Como se mencionó, entre las propuestas que Arce plasmó en su plan de gobierno también se encuentra una referida al fortalecimiento de las áreas protegidas a través de presupuesto y capacidades técnicas y logísticas. Si bien las instituciones oficiales no brindaron información al respecto, desde la Asociación Boliviana de Guardaparques y Agentes de Conservación (Abolac) se afirmó que estas promesas no se concretaron.

Al contrario, el presidente de esta organización y reconocido guardaparques, Marcos Uzquiano, resaltó que en la última gestión del MAS hubo un debilitamiento institucional y un “manoseo político-sindical” del Sernap y las áreas protegidas.

No se debe olvidar que en la gestión de Luis Arce dos directores del Sernap fueron destituidos tras denuncias de corrupción (en un caso) y acoso sexual (en otro). Al menos cuatro guardaparques (entre ellos Uzquiano) fueron despedidos injustificadamente. Dos ministros de Medio Ambiente también dejaron el cargo bajo acusaciones de corrupción.

El apoyo presupuestario por parte del Estado no llegó y buena parte de los recursos para las áreas protegidas provienen de la cooperación internacional, afirmó Uzquiano. El funcionario ejemplificó la precariedad de su situación señalando que en la Estación Biológica del Beni, donde él trabaja, de enero a agosto de este año sólo se les dió Bs 3.740 para combustible. “Hablamos de 1.000 litros de gasolina para operar de enero a agosto. Con eso no funciona ni un mototaxista. Y la situación es mucho peor para gastos operativos y de mantenimiento”.

Aunque en febrero de este año el flamante ministro de Medio Ambiente, Álvaro Ruiz, concedió una reunión a representantes de los guardaparques, la situación no mejoró en mucho.

¿Zonificación ecológica?

Uno de los aspectos más relevantes de la gestión de Arce fue el impulso que se le dio al cultivo de oleíferas en la Amazonía como materia prima para el biodiésel, un proyecto que nos salvaría de la escasez de combustibles que hoy estamos viviendo.

La meta era cultivar más de 60.000 hectáreas de oleíferas (entre éstas la cuestionada palma africana); y aunque apenas se llegaron a unas 100 hectáreas, las intenciones del Ejecutivo por deforestar y promover el monocultivo en regiones altamente sensibles de la Amazonía quedaron claras.

“Se han promovido proyectos que van en contrasentido, como el de la palma africana en Ixiamas y Beni, el del ingenio azucarero en San Buenaventura (que viene de la época de Evo Morales). Ni hablar de lo que pasa con la minería en el Madidi”, opinó Uzquiano.

La minería del oro en la Amazonía arrasa bosques, inunda pueblos, reconduce y contamina ríos, y quizás sea la principal amenaza de una de las áreas más biodiversas del mundo: el Parque Nacional Madidi. Aquí también el gobierno de Luis Arce se ha caracterizado por la permisividad con el sector cooperativo aurífero. Aún habiendo adoptado el Convenio de Minamata para la reducción del uso de mercurio, la minería aurífera en Bolivia se caracterizó por llenar sus ríos con este compuesto altamente tóxico.

De esta manera, el control y fiscalización del aprovechamiento de los ecosistemas amazónicos y chiquitanos, “respetando los fines y objetivos de las áreas protegidas”, o la “zonificación ecológica de las regiones amazónicas en función de la conservación y protección de la biodiversidad”, suenan más a fantasía que a realidad.

“Las normas más poéticas que surgieron en la época del MAS quedaron exactamente en eso, en formulaciones filosóficas políticas que no sirvieron más que de símbolo”, afirmó la senadora de oposición Cecilia Requena, ahora candidata electa a diputada por aAlianza Unidad. Ella comparte el criterio del resto de los entrevistados: “No sólo que no se ha avanzado, sino que hemos retrocedido”.

Medioambiente y economía

Quizás no sea una sorpresa que las propuestas de un candidato no se cumplan, más aún en materia ambiental. Aunque cada vez se conversa más sobre el tema, persiste el temor y la casi certeza de que el modelo extractivista que prioriza el “desarrollo económico” sobre la sostenibilidad se mantendrá en la próxima gestión.

Requena cree que los próximos cinco años serán “tremendamente difíciles”. Considera que el debate deberá centrarse en la interrelación entre sostenibilidad ambiental y progreso económico, donde las llamadas finanzas sostenibles jugarán un rol preponderante y podrían permitir la ingresos económicos sin la devastación de los recursos naturales. “El desafío es que en estos años logremos que esas visiones entren al stablishment, hagan carne de la política de sostenibilidad”.

Para Justiniano, de Alas Chiquitanas, es ineludible considerar al medioambiente y a la economía, y por supuesto al bienestar de los seres humanos, como parte de la misma discusión. Pero ella tiene pocas esperanzas de que las soluciones vengan de un nuevo gobierno, más aún con candidatos que no han demostrado una inclinación particular por la protección del medioambiente.

Ella prefiere depositar sus esperanzas en los ciudadanos, en el cambio que puede surgir de los individuos. “El cambio empieza por nosotros mismos. Debemos tener esa visión, de que los ciudadanos entendamos nuestro rol protagónico”.