“Es ley del cruceño la hospitalidad”


 

 



“Abre tu boca por el mudo, en el juicio de todos los desvalidos. Abre tu boca, juzga con justicia, y defiende la causa del pobre y del menesteroso” Proverbios, capítulo 31, versículos 8-9

Corría el 18 de marzo de 1983, durante la madrugada, una prolongada tormenta comenzó a castigar fuertemente a la creciente ciudad de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) provocando un desastre natural sin precedentes. El río Piraí, había comenzado su avance urbano tras derribar los puentes Tarumá (Ibáñez) y Bélgica (Sara), prosiguiendo su avance sobre los barrios de la creciente ciudad y arrasando con asentamientos completos. Miles de familias de migrantes se habían visto damnificada y fue gracias a la solidaridad y esfuerzo del pueblo cruceño, que pudieron ser reubicados e indemnizados por la pérdida. A más de cuatro décadas vista, pareciera tratarse de una historia que ha quedado en el olvido, puede verse alrededor como se yerguen imponentes los símbolos del progreso.

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Los cambios de era y la transformación generacional han comenzado a sepultar bajo el fino polvo del olvido aquellos aspectos que han caracterizado la grandeza de esta tierra de libertad, aquellos que le han permitido ser distinta a tantas otras de la región, las cuales no consiguieron en tan poco tiempo convertirse en la más importante del país por su desarrollo y sólida economía, siendo además un referente para muchas otras que decidieron seguir sus pasos rumbo a la modernidad, dentro y fuera de sus fronteras. El talento del ser: “cruceño”, podría resumirse en su obsecuente deseo de emprender, luchando y venciendo las adversidades, alcanzando con determinación sus objetivos y pasando de la pasividad a la acción.

Bien se conoce que el carácter de los hombres se forja en las peores circunstancias, mientras que el sufrimiento fortalece su espíritu, dejándoles como resultado la esperanza. La esperanza que, en el caso de Santa Cruz, llegó desde el exterior del país. Durante la primera mitad del siglo XX, producto de los conflictos que tenían lugar en Europa, éxodos masivos se producían y arrojaban embarcaciones hacia los Océanos con millones de personas dispuestos a abandonar sus países en búsqueda de aquella esperanza aparentemente perdida. Comunidades de japoneses, menonitas, rusos, alemanes, italianos, españoles, yugoslavos, entre muchos otros, llegaron para echar raíces en suelo de libertad, provocando un cambio significativo que beneficiaría a todos los habitantes del departamento.

Una urbe que vio por vez primera el enlosetado de sus calles el año 1966, mirando con extrañeza el desaparecer de sus calles arenosas y descuidadas. Esas calles en damero colonial que conservan aquella fisionomía de porte real y que son el mayor símbolo de una tradición que se fue labrando con el correr de los días, enraizándose cada vez más en el alma del “cruceño”. Una tradición forjada gracias al abandono del Estado y fortalecida con el esfuerzo y sacrificio de todos aquellos venidos desde lejos, para darle forma y consolidarse como parte de la filosofía de trabajo y progreso. Viviendo con esperanza, la misma que les proporciona saber que tienen en sus manos la mejor herramienta para seguir creciendo.

Ser “cruceño”, puede entenderse como el gentilicio que define al nacido en Santa Cruz de la Sierra, extrañamente, la “cruceñidad” trasciende los límites de aquel individuo surgido de la estirpe de los pueblos guaraníes, ayoreos, guarayos, chiquitanos o sirionos, el ser “cruceño” va mucho más allá de identificar a los oriundos de la región. El “cruceño”, es aquel que siente, piensa, ama, trabaja y se sacrifica por su familia cada día, gracias a las oportunidades que le brinda esta tierra generosa. El sentido de pertenencia es fundamental para crecer, integrarse, conocer, entender su historia y respetarla, para adquirir, en palabras de Dn. Alcides Pareja Moreno: “el espíritu cruceño”.

En las últimas décadas, han buscado destruir el espíritu y la identidad de aquellos hombres libres. Los acontecimientos políticos se han cebado contra la región, intentando desvirtuar la cultura e identidad “cruceña”. Se ha intentado por todos los medios desintegrar la unidad con base en relatos étnicos que golpean despiadadamente la identidad e integridad cruceña, ante la amenaza que representa Santa Cruz, si logra consolidarse y fortalecerse para plantarle cara al centralismo.

Se ha buscado lastimar la identidad cruceña, mostrándolo como “enemigo” de la heredad nacional, desacreditando y empleando una serie de eufemismos para hacerlo, manejando un discurso de odio que se ha encargado de aislar a la región tal como ocurrió en el pasado. Lo que no comprenden es que ese pasado fue el que le permitió al cruceño construir su identidad, alimentar su alma y escribir su propia historia, aquella de trabajo y esfuerzo tesonero que no comparte la idea absurda del bloqueo.

Tierra de libertad, de hombres trabajadores y transformadores, tal como se definía el “Alcaldiuli”, un constructor más que un político, del que su legado habla por sí mismo, en cada rincón de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, que refleja un fuerte desarrollo urbano y social. “Esta pega es hermosa, una pinche pega de alcalde municipal de una ciudad como Santa Cruz. Hay un tipo que es erguido en autoridad, en este caso soy yo y no me voy, porque no me da la gana. Esa es la verdad” (Percy Fernández)

La identidad cultural es la que le ha permitido al pueblo “cruceño” con base en mucho esfuerzo, llegar a convertirse en el motor de desarrollo del país gracias a su vocación agrícola y ganadera, sus recursos naturales dentro un vasto y vigoroso territorio parecen ser inagotables. El protagonista del desarrollo en Santa Cruz es uno mismo, contribuyendo al éxito regional con esfuerzo y tesón, evitando el uso de las malas prácticas del bloqueo y la destrucción que de ninguna manera pueden ser el camino correcto.

El modelo económico cruceño ha mostrado ser exitoso, por lo que debería ser tomado en cuenta por las futuras autoridades. Un modelo vilipendiado por el centralismo y que ha posibilitado que Santa Cruz se convierta en menos de medio siglo en el bastión de la economía nacional. Las nuevas generaciones deben prestar atención a los ejemplos del pasado, aquellos que le han permitido a Santa Cruz sobreponerse a situaciones adversas en varias etapas de su historia, gracias a que conserva intacto el “espíritu cruceño”, antes de alimentar y reproducir la cultura del bloqueo y el autosabotaje.

Santa Cruz conmemora 215 años de gesta libertaria sangrante, dolida, pero firme y combativa contra aquellos que continúan cometiendo delitos flagrantes de biocidio y depredando los bosques a cambio de unos centavos, condenando a la población a respirar un aire contaminado, condenando a la niñez y juventud de todo el Oriente, del país y del mundo a tener que enfrentar problemas de salud derivados de la mala calidad de aire producto de la contaminación ambiental que se produce a vista y paciencia del gobierno nacional.

La cruceñidad debe trascender los límites de sus fronteras, más allá de los nacidos en suelo cruceño. La identidad nacional (extraviada, perdida, extirpada) debe vincularse a aquella que le permita vislumbrar un mejor mañana, una identidad de empuje y trabajo que no conozca de regiones, una identidad que permita encontrar el rumbo perdido y que permita a las familias bolivianas albergar un mínimo de esperanza. Santa Cruz de la Sierra es en la actualidad el crisol de la nacional, cambas, collas, chapacos, potosinos, guarayos, quechuas y bolivianos, todos unidos en esta tierra de libertad.

 

Por: Carlos Manuel Ledezma Valdez