Guardianes del TIPNIS: Indígenas protegen el bosque con tecnología y saberes ancestrales


Técnicos del Centro de Comunicación y Desarrollo Andino (CENDA) los formaron como custodios del bosque. Detectan pistas clandestinas, cultivos ilegales, incendios, minería y otros peligros en tiempo real.

Comunarios del TIPNIS participan del taller de monitoreo satelital./ CENDA

Fuente: Opinión

En el corazón de Sudamérica, el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure resiste, no solo a la presión de las plantaciones de coca y la expansión ganadera, sino también al avance de caminos ilegales, pistas clandestinas, incendios y actividades mineras que acechan sus ríos. En este escenario de múltiples amenazas, surge una misión para sus habitantes, los ‘guardianes del TIPNIS’, jóvenes indígenas que, armados de conocimiento ancestral y tecnología satelital, asumen el desafío de vigilar, mapear y proteger el territorio que les pertenece.



ESTRATEGIA

Iván Condori, técnico del Centro de Comunicación y Desarrollo Andino (CENDA), explica que el monitoreo satelital nació como respuesta a la histórica demanda de las comunidades de sobrevolar sus territorios para constatar daños. Pero, ante la inviabilidad de esa alternativa, costosa y limitada, se encontró en la tecnología espacial una herramienta más eficaz y democrática.

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“Nace como alternativa de poder vigilar el territorio desde un sitio sin entrar al lugar”, afirma Condori, destacando que los indígenas ya sabían dónde se producían las amenazas, pero no podían recorrer kilómetros de selva para comprobarlo.

Hoy, tras varias capacitaciones, jóvenes y guardaparques del TIPNIS procesan imágenes satelitales de libre acceso —como las del programa Sentinel de la Unión Europea— que se actualizan cada diez días. Pueden detectar caminos abiertos, cambios en el uso de suelo, expansión de cultivos de coca o incendios forestales. “Las imágenes no son fotos, sino información que cada píxel contiene”, señala Condori.

Los talleres de monitoreo satelital iniciaron desde hace aproximadamente un año en el Conisur. Hoy, la actividad se expande a todas las subcentrales del TIPNIS, de la mano de técnicos de CENDA y los mismos comunarios.

El aprendizaje de la teledetección permite que los comunarios identifiquen tipos de cultivos, cuantifiquen afectaciones en hectáreas y validen en tiempo real lo que ocurre en su territorio.

La deforestación para cultivar coca se agudiza en el sur del Tipnis

GOBERNANZA

Este ejercicio va más allá de lo técnico, se convierte en una estrategia política de gobernanza indígena. Los hallazgos son informados a los caciques, quienes luego articulan acciones con las subcentrales y con instancias como el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (SERNAP). De esta manera, el monitoreo alimenta procesos de consulta previa, defensa jurídica y denuncia pública.

CUSTODIOS DE SU TERRITORIO

Para Víctor Hugo Molina, comunario de Lomita Molita, subcentral TIPNIS, esta capacitación significa un cambio radical en la manera de concebir la defensa de su tierra. “Somos los que vivimos dentro del territorio, y es muy importante que la información se vaya transmitiendo a los jóvenes que nos siguen, porque para ellos quedará el territorio”.

Su testimonio revela la conciencia generacional que sostiene al TIPNIS, pues estos ‘guardianes’ no solo protegen el presente, sino que preparan el futuro.

Molina recuerda que antes, cuando surgía una denuncia de invasión o daño ambiental, los comunarios debían caminar días enteros para verificarla. Ahora, desde cualquier punto con señal de internet, pueden medir distancias, hallar coordenadas y reportar amenazas con precisión. “Al principio fue difícil, nos costó entenderlo porque no teníamos ni idea, pero ahora ya podemos medir y saber el daño desde el teléfono”.

Este acceso a la información también evita que los pueblos queden sujetos a intereses externos o a falsas promesas de desarrollo. “Muchos aceptaban la carretera como un ingreso de progreso, pero al final se dieron cuenta de que no era para nosotros, sino para los de afuera”, recuerda Molina. Gracias al monitoreo, se descubrieron nuevas penetraciones ilegales en el territorio, evidencias que refuerzan la oposición comunitaria a proyectos que amenazan con fragmentar el bosque.

TECNOLOGÍA PARA LA AUTONOMÍA INDÍGENA

El proceso iniciado en 2023 con el Conisur se ha extendido a las subcentrales Sécure y TIPNIS, conformando un centro de monitoreo indígena que reúne a 10 jóvenes capacitados por organización. Cada hallazgo se registra, se informa y se convierte en insumo para la acción colectiva. El conocimiento ya no queda en manos de técnicos externos. “La idea es que no dependan de nosotros, sino que ellos mismos manejen las herramientas”, explica Condori.

Esta práctica combina saberes ancestrales —mapas comunitarios que registran lagunas, ríos y sitios sagrados— con cartografía digital y datos multiespectrales que revelan cambios invisibles al ojo humano. Es una alianza entre tradición y modernidad que fortalece el autogobierno y refuerza el derecho a la autodeterminación.

GUARDIANES DE UN TERRITORIO ASEDIADO

El TIPNIS es un mosaico de resistencias. Por el sur, las plantaciones de coca muestran avances, pese a acuerdos que deberían limitar su expansión. Por el norte, la ganadería y los incendios deforestan bosques. Por el este, la minería aurífera amenaza las cabeceras de cuenca, mientras por el oeste persisten intentos de abrir carreteras. “El TIPNIS está en constante apronte”.

Ante este asedio, los ‘Guardianes del TIPNIS’ ejercen una vigilancia constante, rotativa y comunitaria. Molina asegura que cada quince o veinte días los jóvenes capacitados revisan las imágenes, elaboran reportes y transmiten la información a sus autoridades. La capacitación, además, se multiplica. “Lo que hemos aprendido vamos a transmitir a los jóvenes, porque nosotros pasamos y ellos van quedando”.

UNA LECCIÓN

La experiencia de los Guardianes del TIPNIS trasciende la geografía boliviana. Constituye una lección universal sobre cómo los pueblos indígenas pueden apropiarse de tecnologías de punta sin perder su cosmovisión ni su autonomía. El satélite y el smartphone, lejos de ser ajenos, se convierten en prolongaciones de la memoria colectiva y de la defensa de la vida.

En tiempos de crisis climática global, este modelo de vigilancia participativa demuestra que la combinación de tecnología, organización comunitaria y juventud es capaz de enfrentar amenazas locales con repercusiones planetarias. Proteger el TIPNIS no es solo resguardar un bosque amazónico, sino defender un patrimonio de biodiversidad y cultura indispensable para el equilibrio del planeta.

Como lo expresa Molina, con convicción y esperanza: “Nosotros somos los dueños de nuestra tierra, y de nosotros depende que siga viva para los que vienen”.