En el año 2023, EE.UU. lideró el ranking por países con una inversión de 62.500 millones de euros, seguido por China (7.300 millones de euros), la UE y el Reino Unido, que conjuntamente atrajeron una inversión de 9.000 millones de euros.
Fuente: El Diario
Los países avanzados profundizan el uso de la inteligencia artificial (IA) en su área económica para aumentar la productividad y competitividad, que requiere de inversiones significativas en tecnología. Bolivia está rezagada, si no invierte se alejará cada vez más de la tecnología.
En el corazón de las ciudades bolivianas, entre el bullicio característico de La Paz, la actividad comercial de Santa Cruz y el dinamismo de Cochabamba, se desarrolla un diálogo silencioso, pero crucial sobre inteligencia artificial. Recientes hallazgos del Ipsos AI Monitor 2025 revelan que Bolivia enfrenta una paradoja digital fascinante: comprendemos conceptualmente la IA, aunque no siempre reconocemos su presencia cotidiana, según el análisis del informático y docente, Javier Valdivia Arce.
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El estudio realizado con 400 adultos urbanos conectados durante mayo de 2025, muestra que el 65% de los bolivianos afirma entender qué es la inteligencia artificial. Esta comprensión es particularmente notable entre centennials (81%), mujeres (70%) y habitantes de El Alto (74%). Sin embargo, solo el 51% identifica correctamente qué productos y servicios utilizan IA en su vida diaria. Esta brecha entre teoría y práctica representa el primer eslabón de una relación ambivalente con la tecnología, detalló.
En tanto, esa brecha entre la teoría y la práctica representa una oportunidad clave para educar a los consumidores de una forma más concreta y aplicada, señala Ipsos.
Costo de oportunidad
Por otro lado, el analista económico Fernando Romero sostiene que el costo de oportunidad de usar inteligencia artificial en la economía va depender mucho si se inclina por un enfoque macro o uno micro, también tiene que ver si lo canalizamos hacia una economía de primer mundo o a una en vías de desarrollo.
Como se recordará, el costo de oportunidad es el valor del beneficio que se pierde al elegir una opción en lugar de otra. Representa la siguiente mejor alternativa que se deja de lado cuando se toma una decisión, ya sea dinero, experiencias o cualquier otro valor que se sacrifica al seleccionar una opción sobre otras disponibles.
Romero explica que la IA puede aplicarse para reemplazar a personas de empleos tradicionales, debido a la capacidad que tiene de automatizar tareas, en empresas e industrias privadas, principalmente, y lamentablemente sacrificar la estabilidad laboral en ciertos sectores de la economía.
Paralelamente se renunciaría al trabajo del valor humano por ganar eficiencia. “Ya no contratas personas y te vas a enfocar en el uso de la tecnología donde tienes que hacer una importante inversión”, aseguró.
Opina que la dependencia tecnológica e inversión se podría aplicar de una manera más rápida y con fines rentables en el sector privado. “De hecho se lo está haciendo en las entidades financieras, en empresas que prestan servicios y bienes, sobre todo con alto valor agregado, mientras el sector público hace poco uso de la IA”, reflexionó.
El entrevistado sostuvo que se necesita recursos, tiempo y capacitación, que no haría tanto el sector público, sino más el privado, con el fin de aumentar la producción y la competitividad.
“El hecho de comprar tecnología, inteligencia artificial, hace al rico más rico, pero también ayuda a los pobres a dejar de ser pobres”, apunta a tiempo de indicar que la IA ayuda a sectores innovadores y a ofrecer a los consumidores productos con más calidad y a precios accesibles.
En el caso de Bolivia, el país tiene una débil infraestructura, si no invierte cada vez estaremos más alejados de la tecnología, precisó.
IA en Bolivia
Entretanto, Valdivia, en el análisis que hizo sobre el estudio de Ipsos, señala que la ambivalencia se intensifica al examinar las percepciones laborales. El 60% de los bolivianos anticipa que la IA transformará su trabajo en los próximos cinco años, mientras que el 21% teme ser reemplazado por sistemas automatizados.
Esa dualidad refleja una tensión entre la expectativa de progreso y el miedo a la obsolescencia. La solución parece estar en conceptualizar la IA como copiloto más que sustituto, una herramienta que libera tiempo para tareas creativas y estratégicas en lugar de eliminar puestos de trabajo, puntualizó.
La demanda de transparencia emerge como elemento crucial en esa relación. El 71% exige que se revele cuándo están interactuando con algoritmos, en tanto el 64% confía en que la IA no discriminará y el 58% cree que las empresas protegerán sus datos. Esta confianza, sin embargo, es condicional y se quiebra frente a la opacidad o la explotación de datos.
Contraintuitivamente, en la era de la generación automatizada de contenidos, los bolivianos prefieren abrumadoramente lo humano. El 68% elige fotoperiodismo creado por personas, el 71% prefiere publicidad humana y el 63% opta por noticias con autoría humana. Esta preferencia no representa un rechazo tecnológico sino una reafirmación del valor de la autenticidad y la conexión emocional.
En el ámbito internacional, la evidencia refuerza este enfoque equilibrado. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) documenta que la IA funciona mejor como complemento que reemplazo y la Unión Europea implementa regulaciones que exigen transparencia en contenidos sintéticos.
Estándares técnicos como Content Credentials (C2PA), un sistema de certificación de procedencia que verifica el origen y autenticidad de los contenidos digitales, proporcionan trazabilidad para combatir la desinformación.
El camino a seguir requiere integración de alfabetización digital crítica en el sistema educativo. No se trata de enseñar programación sino de fomentar el razonamiento matemático subyacente, álgebra lineal para representaciones vectoriales, cálculo para optimización y probabilidad para la toma de decisiones bajo incertidumbre. Proyectos prácticos que tokeniza textos locales o modelen series de precios comunitarios que pueden convertir conceptos abstractos en herramientas tangibles de soberanía digital, explicó.
La sugerencia conclusiva es tan sólida en términos académicos como aplicable en la práctica, implementar transparencia por diseño y humanidad por defecto. Esto incluye etiquetado claro de IA, trazabilidad técnica de contenidos, supervisión humana en aplicaciones de impacto cívico y currículos que integren matemática aplicada con ética digital.
Bolivia podría transformar la IA de moda tecnocrática en capacidad ciudadana, asegurando que el código del futuro lleve nuestra firma colectiva. La verdadera revolución digital no consiste en elegir entre humano y máquina sino en integrar ambos con inteligencia y carácter, agregó.