El rápido envejecimiento de la población y la caída de la natalidad podrían reducir la fuerza laboral, presionar las finanzas públicas y poner en riesgo el crecimiento económico del país en las próximas décadas
El descenso de la natalidad y el envejecimiento poblacional afectan la estabilidad fiscal y social de Brasil (Turismo Brasil)
Fuente: infobae.com
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Economistas y organismos internacionales advierten que Brasil se acerca a un punto de inflexión demográfico que podría modificar su rumbo económico en las próximas décadas. La aceleración del envejecimiento y la disminución de la natalidad colocan al país frente a una nueva dinámica social y productiva, con consecuencias directas sobre el mercado laboral, las finanzas públicas y el sistema de protección social.
Conforme señaló Newsweek, Brasil vivió varias décadas de expansión económica impulsada por el crecimiento de la población en edad de trabajar y mejoras constantes en la salud pública. Este escenario favoreció un incremento de los ingresos en los hogares y del consumo interno, elementos que sostuvieron el ciclo de prosperidad del país. Sin embargo, la situación cambió de forma radical en los últimos años.
Brasil envejece antes de alcanzar un nivel de ingreso alto, un fenómeno que, según el medio, se extiende en países de ingresos medios. Allí, factores como el retraso en la maternidad, la reducción del tamaño de las familias por la urbanización, el mayor acceso a la educación y el alto costo de vida configuran un nuevo paradigma demográfico.
De acuerdo con Newsweek, el descenso de la fertilidad y el aumento de la proporción de personas mayores impactan en la estructura social y económica del país. A medida que la población envejece, aumentan las tasas de dependencia y la presión sobre sistemas de pensiones y de salud pública intensifica. Los recursos disponibles resultan insuficientes para atender estas necesidades crecientes.
Brasil enfrenta el reto de sostener el crecimiento económico con una población en declive y más adultos mayores (Turismo Brasil)
Según datos oficiales del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), la tasa total de fertilidad en Brasil llegó a 1,57 en 2023, por debajo del umbral de reemplazo de 2,1 considerado necesario para mantener estable la población a largo plazo. El número de nacimientos descendió de 3,6 millones en 2000 a 2,6 millones en 2022. Las proyecciones del IBGE del anticipan que “la población del país dejará de crecer en 2041”.
En paralelo, la proporción de adultos mayores experimentó un crecimiento sostenido en las últimas dos décadas. En el año 2000, las personas de 60 años o más representaban un siete por ciento de la población, mientras que en 2023 superaron el quince por ciento. Los pronósticos prevén que este grupo se duplicará nuevamente antes de 2070.
La disminución paulatina del crecimiento poblacional también se refleja en las tasas anuales. Braulio Borges, economista senior de FGV Ibre, destacó en declaraciones recogidas por Pension Policy International: “El crecimiento poblacional ya viene desacelerando: pasó de 2,5 por ciento anual en los años setenta, a 2,1 por ciento en los ochenta, 1,6 por ciento en los noventa, 1,2 por ciento desde 2001, y en los últimos años cayó a 0,4 por ciento, cifra inferior a la estimada en 2018. Para finales de esta década, el crecimiento será de 0,3 por ciento y continuará con esa tendencia. Este escenario plantea desafíos a considerar en la discusión pública”.
Las siguientes consecuencias aparecen como las más notables:
- Menos trabajadores activos y, por lo tanto, menor capacidad para mantener el ritmo de producción económica.
- Sistemas de pensión y salud expuestos a presión máxima por el rápido incremento de jubilados y dependientes.
- Finanzas públicas sometidas a mayor tensión debido al aumento de los gastos en protección social y menores aportes laborales al sistema impositivo.
- Desafíos de adaptación para el mercado laboral y el sistema educativo en términos de productividad y capacitación.
La presión sobre las pensiones y la salud pública crece ante el cambio demográfico brasileño (Foto: Tânia Rêgo/Agência Brasil)
Las advertencias de economistas y organismos no se limitan al diagnóstico. El Banco Mundial, en su informe de abril de 2025, remarcó: “Para sostener el crecimiento en medio de los cambios demográficos, resultan necesarias reformas estructurales que mejoren la productividad, el ambiente de negocios, la innovación, la apertura al comercio internacional, los resultados de aprendizaje y la resiliencia frente al cambio climático”.
Además, el descenso de la fertilidad es un fenómeno regional. The Economist informó que la caída de la natalidad en América Latina generará mayores presiones sobre las finanzas públicas y la estabilidad social, dado que el costo de la atención a los adultos mayores crecerá de manera relevante.
Por lo tanto, el nuevo perfil demográfico obliga a Brasil a repensar su estrategia de desarrollo. Las políticas públicas deberán anticipar un escenario donde el número de personas en edad productiva disminuye, las necesidades de salud y cuidado crecen y la base fiscal se debilita.
Especialistas advirtieron que la población del país dejará de crecer en 2041 (Imagen Ilustrativa Infobae)
Cabe destacar que el salto demográfico llega en un momento crítico donde la estructura productiva y los sistemas de protección social no completaron su adecuación al envejecimiento acelerado. El desafío requiere respuestas de largo plazo, según el Banco Mundial y especialistas consultados. Sin correcciones estructurales, la economía brasileña podría perder dinamismo y estabilidad en las próximas décadas.