La OMS advirtió sobre los riesgos para la salud de no desconectar el trabajo después del horario laboral


The Lancet concluye que garantizar pausas reales entre trabajo y vida personal es una medida de salud pública tanto como una estrategia de bienestar corporativo. (Foto: Adobe Stock)
The Lancet concluye que garantizar pausas reales entre trabajo y vida personal es una medida de salud pública tanto como una estrategia de bienestar corporativo. (Foto: Adobe Stock)

El trabajo remoto, los dispositivos móviles y la hiperconectividad permanente están redefiniendo la manera en que las personas se relacionan con sus empleos. Lo que antes se limitaba a un horario de oficina hoy se extiende a cualquier momento del día: responder un correo durante la cena, atender mensajes de clientes un domingo o preparar informes antes de dormir se volvieron hábitos frecuentes.

Esta falta de desconexión no es inocua. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el exceso de horas laborales incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares y deteriora la salud mental. Estudios recientes publicados en The Lancet y en la University of California refuerzan la misma conclusión: las jornadas que se extienden más allá de lo recomendado, sumadas a la imposibilidad de “cortar” al final del día, generan un círculo de agotamiento que afecta tanto a individuos como a organizaciones.



El impacto en el cuerpo y la mente

El límite entre la vida laboral y personal se vuelve difuso cuando las obligaciones se cuelan en cada espacio del día. La OMS advierte que trabajar más de 55 horas semanales aumenta un 35% el riesgo de accidente cerebrovascular y un 17% el riesgo de morir por enfermedades cardíacas en comparación con quienes cumplen horarios más equilibrados.

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El futuro del trabajo plantea un desafío: encontrar un equilibrio entre los beneficios de la conectividad y la necesidad de preservar la salud. (Foto: Adobe Stock)
El futuro del trabajo plantea un desafío: encontrar un equilibrio entre los beneficios de la conectividad y la necesidad de preservar la salud. (Foto: Adobe Stock)

Los efectos no son solo físicos. La University of California señala que la hiperconexión laboral está vinculada con mayores niveles de ansiedad, dificultades de concentración y problemas de memoria. El cerebro permanece en “modo alerta”, lo que impide el descanso profundo y favorece la aparición de síntomas de estrés crónico.

También erosiona los vínculos más cercanos. Estudios publicados en The Lancet subrayan que la exposición continua a demandas laborales fuera del horario oficial afecta la calidad del tiempo compartido con la familia y reduce la capacidad de disfrute en actividades sociales.

Algunos de los efectos más frecuentes incluyen:

  • Irritabilidad y menor paciencia en las relaciones personales.
  • Sensación de no “estar presente” en encuentros familiares o sociales.
  • Disminución del tiempo dedicado a ocio, deporte o hobbies.
  • Aislamiento progresivo de amigos y redes de apoyo.

El tiempo que debería destinarse a la recuperación emocional y al descanso se convierte en una prolongación de la jornada, lo que genera una fatiga acumulada que impacta en todos los aspectos de la vida.

El desafío de la desconexión digital es posible

El fenómeno se agrava en contextos donde el teletrabajo y la conectividad permanente se volvieron la norma. Muchos empleados sienten la obligación de responder de inmediato cualquier mensaje, incluso fuera del horario laboral, por temor a quedar rezagados o dar una mala impresión.

Para la OMS, este modelo es insostenible. Propone implementar políticas de “derecho a la desconexión” que protejan la salud de los trabajadores y promuevan un equilibrio más saludable. Entre las recomendaciones destacan:

  • Establecer horarios claros de finalización de jornada.
  • Desactivar notificaciones fuera del horario laboral.
  • Fomentar una cultura organizacional que respete el descanso.
  • Generar espacios de diálogo sobre la salud mental en los equipos.

La University of California coincide en que el cambio debe ser tanto individual como colectivo: no alcanza con que cada persona intente “desenchufarse”, sino que las empresas deben asumir la responsabilidad de garantizar un entorno laboral sostenible.