Las tres reliquias de la muerte (económica)


Dejemos de lado, por un momento, la disputa electoral entre Tuto y Paz por la segunda vuelta. Más allá de quién gane, el próximo presidente deberá enfrentar la crisis económica más severa que Bolivia ha vivido en su historia reciente. Para ilustrarlo en términos médicos: el país es un paciente en terapia intensiva, y el nuevo mandatario será el cirujano que tendrá que decidir si le corta primero el brazo o la pierna. No hay decisiones indoloras.

Para explicar la magnitud del problema, usaré una analogía literaria conocida: Las reliquias de la muerte, el título del último libro de la saga de Harry Potter. En esta historia, las tres reliquias otorgan un gran poder, pero también conllevan un gran peligro si se usan sin sabiduría. Algo similar ocurre con tres variables claves de la economía boliviana que, hasta ahora, han sido “reprimidas” o sostenidas artificialmente: la subvención a los hidrocarburos, el tipo de cambio fijo y las tasas de interés controladas del sistema financiero.

Estas son nuestras verdaderas reliquias de la muerte económica. Y todas están al límite.



Las dos primeras (la subvención y el tipo de cambio) han sido ampliamente debatidas en los últimos meses. Sin embargo, la tercera (las tasas de interés) ha pasado desapercibida para la gran mayoría de la población, aunque su impacto es igual de crucial.

El problema es que estas tres variables están profundamente conectadas. No se puede liberar una sin afectar a las otras dos. Y aunque la lógica técnica podría decirnos que la solución es simple (ajustar las tres de golpe para reducir el déficit fiscal y ordenar las cuentas), la realidad es más compleja. Porque detrás de cada número hay personas. Y detrás de cada ajuste, hay consecuencias sociales.

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Veamos un ejemplo concreto: si se elimina la subvención a los combustibles, el precio de la gasolina podría pasar de Bs 3.74 por litro a más de Bs 14. Esto significa que llenar un tanque de 40 litros dejaría de costar Bs 150 y pasaría a costar Bs 560. Si ese vehículo transporta alimentos o productos, los precios subirán en toda la cadena, hasta llegar al consumidor final. Es decir: a todos nosotros.

En paralelo, si se libera el tipo de cambio y se permite que flote libremente, el precio del dólar podría dispararse debido a la alta demanda contenida. Esto impactaría directamente en los productos importados y generaría inflación. Además, si las tasas de interés suben, quienes tienen créditos con tasa variable verán aumentar sus cuotas mensuales, lo que podría empujar a muchas familias al incumplimiento.

Y todo esto ocurre mientras la oferta monetaria de bolivianos en la economía está desbordada, lo que complica aún más la estabilidad del tipo de cambio.

En resumen, Bolivia está atrapada entre tres fuerzas que, aunque sostenidas artificialmente durante años, ya no pueden seguir ocultándose. Liberarlas es inevitable, pero hacerlo sin una estrategia clara y con respaldo político y social puede generar una tormenta perfecta.

El panorama es, lamentablemente, sombrío. El próximo presidente no solo heredará un Estado prácticamente quebrado, sino también una Asamblea fragmentada en ideas y un país profundamente dividido. Tendrá que caminar sobre la cuerda floja mientras intenta domar a estas tres reliquias sin que lo destruyan políticamente en el intento.

La economía no es magia. Las promesas vacías no resuelven los problemas estructurales. Es momento de que, como ciudadanía, entendamos la magnitud del desafío que enfrentamos. Solo así podremos exigir responsabilidad y honestidad a quienes buscan gobernarnos.

 

Óscar Cuentas Sandy