¿Neutralidad o indiferencia?


Hemos llegado agotados al final de las elecciones generales para darnos cuenta de que nos quedaba otro largo trecho, el más tenso todavía, para saber quién gobernará Bolivia, una patria presuntamente liberada del masismo y del evismo, después de 20 años de gobiernos ineptos y corruptos.

En cuanto al masismo la paliza recibida fue excepcional. Quedó sin parlamentarios y casi pierde la sigla, después de haber tenido durante largo tiempo los dos tercios necesarios en el Congreso, con lo que hizo y deshizo del país. Sin embargo, como escribí hace dos semanas en este mismo medio, Evo Morales permaneció vivito y sonriente, observando de palco la incineración fúnebre de Arce, Choquehuanca, Andrónico, Del Castillo, Eva Copa y otros más, a quienes atribuyó traición castigada por los manes andinos. En suma, el MAS se hundió y Evo quedó flotando.



Sorpresivamente, el vencedor de las elecciones fue Rodrigo Paz Pereira y el PDC (viejo aliado de Banzer), dejando en segundo lugar a Tuto Quiroga y fuera de competencia a Samuel Doria Medina. Fue una sorpresa, sin duda, que se atribuye al esforzado y silencioso trabajo de Rodrigo Paz durante muchos meses, y a su compañero de fórmula, el ya célebre y desbocado capitán de policía Edman Lara, un sujeto que mantiene a la gente en vilo, porque es un parlanchín enamorado de sí mismo.

La segunda vuelta tiene como protagonistas a Paz Pereira y Quiroga, ambos convencidos demócratas. El primero representa a simple vista una tendencia “progresista” y Tuto Quiroga a la “derecha”, para definirlos con una sola palabra. Basta con echar una mirada sobre los apoyos que uno y otro recibieron y esperan recibir. Rodrigo tiene mayor apoyo en la región andina, más colectivista y estatista, y Tuto en la llanura oriental, cuyo poderoso motor es Santa Cruz.

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En algo más de un mes los bolivianos volveremos a las urnas, por primera vez, a participar de un balotage. Decidiremos cuál será el curso que tome la nación, luego de los nefastos años del MAS. No se sabe de encuestas, pero si hay alguna habrá que mirarla con lupa, porque ya hemos visto lo que sucede con esas estadísticas. Hay que saber que quien dice no saber o no quiere responder, es porque tiene un voto oculto, algo vergonzante. El blanco es porque no le gusta ninguno de los candidatos, pero expresa una respuesta. Y quien dice nulo, es simplemente porque el sistema democrático le interesa un pepino y lo rechaza de plano.

Ahora, cuando se viene el choque final, cuando se decidirá cuál será el camino que tome el país para salir de la crisis en que nos deja el MAS, no deberían existir neutrales porque eso significa no tomar partido, es no jugarse por ninguno de los dos candidatos. Más parecido al voto nulo que propició Morales que a otra cosa. Diríamos que ser neutrales en esta elección es ser indiferentes, es la falta de interés en lo que pasa, “no sentir conexión emocional” con lo que suceda en los comicios. Quien piense así, tiene tiempo aún para observar el terreno; revisar cuentas, datos, opciones, seriedad, y definirse.

Pero permanecer neutral en una situación como la que viene es una cobardía o no entender qué es lo que sucede en Bolivia.