Resulta incuestionable: Evo no duerme, hace política 24/7, no reposa ni en Navidad; claro, él es ateo. Es un animal político que sobrevive a lo que difícilmente otro político podría: denuncias de pederastia. Ni los curas se salvan, ya hay varios en la cárcel, pero Evo sigue esquivando.
En medio de estas denuncias, que involucran a niñas de 14 años o menos, y en medio de una crisis económica galopante de la que es corresponsable junto al presidente Arce, el hombre tiene la capacidad y el asesoramiento para desplegar una estrategia electoral que lo mantiene en la arena política como actor de gran influencia. Revisando los votos emitidos, tenemos lo siguiente:
* PDC: 25,0%
* LIBRE: 20,8%
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* NULO: 19,7%
* UNIDAD: 15,4%
* Los demás: debajo de 6%
Es evidente que la estrategia de Evo funcionó: con apenas 1,2% adicionales habría quedado en segundo lugar.
Si los líderes de la oposición democrática hubiesen logrado unificar fuerzas contra el socialismo, el cuadro habría mostrado una victoria aplastante y Evo quedaba sin oxígeno; es decir, la estrategia del voto nulo no le servía. Como diría mi abuelita: “el tipo quedaba grogui, o sea noqueado”. Ese fue el costo político que nos dejaron quienes no tuvieron la grandeza de unificar y optaron por la aventura electoral individual. Bueno, a llorar al río: ahora estamos en segunda vuelta, con el MAS fuera del balotaje. A los socialistas solo les quedan las elecciones subnacionales para tener horizonte político.
Desde la llegada del MAS al poder, observamos la siguiente composición de las votaciones anteriores: un tercio de los votos eran del MAS (votos duros), un tercio lo acumulaban los opositores (Samuel, Tuto, Manfred) y un tercio era líquido, votos de clase media que terminaban inclinándose por Evo. En puertas del balotaje tenemos un escenario de cuatro categorías: Rodrigo 25% (1/4), Tuto 21% (-de 1/4), los que quedaron fuera (Samuel, Manfred y ADN) 22% (-de 1/4) y los socialistas (voto nulo, Andrónico, MAS, Jhony) 30% (casi 1/3). Podemos concluir que el MAS preservó su voto duro y se mantuvo en el tercio que tenía; la diferencia está en que ese tercio ya no es un bloque. El voto líquido de antes, el de la clase media que daba victorias a Evo, se distribuyó entre Rodrigo, Tuto, Samuel y Manfred.
Para facilitar la comprensión:
* Rodrigo + Tuto + Samuel + Manfred: 68%
* Nulo + Andrónico + Del Castillo + Jhony: 30%
* Blancos: 2%
Con estos números, la hipótesis de acuerdos políticos en primera vuelta pierde sustento: los duros del MAS no se fueron y los votos líquidos de clase media atendieron sus propias preferencias e inclinaciones políticas.
De cara al balotaje, desde un razonamiento aritmético, los socialistas llegan con el pecho hinchado, porque sus votos pueden elegir al próximo presidente. En la segunda vuelta los acuerdos son importantes: se trata de sumar votos. Claro está, los candidatos son experimentados y saben que hay sumas que restan.
Rodrigo y Tuto necesitan un poco de todos: quitarse votos entre ellos con guerra sucia, seducir a quienes votaron por Samuel, por Manfred, por los azules, y, por supuesto, a quienes votaron nulo.
La campaña está contaminada por la guerra sucia y por una corriente de comunicadores que se han dado a la tarea de acompañar el escarnio público. Hay poco trabajo de seducción; más bien, predomina la descalificación. Así habían sido los balotajes.
Según la información del Censo, el 39% de la población se autodefine como indígena (fundamentalmente quechuas y aimaras) y, por diferencia, el 61% es mestiza. No hay más. Los electores de clase media alta ya votaron y, seguramente, lo hicieron por Tuto; en ese segmento poblacional ya no queda mucho por hacer. El lente de los candidatos debe enfocarse en el resto, donde está la mayoría de la población. El próximo presidente será aquel que logre conectar y seducir a los votos indígenas y mestizos que en primera vuelta optaron por el nulo, así como a los mestizos que votaron por candidatos que quedaron fuera del balotaje.
Jaime Navarro Tardío
Político y ex Diputado Nacional.