*Jaime Navarro Tardío
Evo Morales y Luis Arce basan sus estrategias en el supuesto de que una parte de los bolivianos sufre el Síndrome de Estocolmo, no todos, claro. Arce no tuvo cara para asumir una candidatura y Evo, ante el impedimento constitucional, tuvo que apelar a la estrategia del voto nulo. Tenía que mostrar base electoral para continuar en política, y no le fue tan mal. ¿Fue una derrota para Evo? Desde el punto de vista político, no; le dio oxígeno para seguir gravitando en la política nacional. En el año 2002 su votación fue algo más del 20% y en el año 2025 un poco menos del 20%. ¿es razonable restar el porcentaje de votos nulos que se registra históricamente?, “las pinzas, querido”, diría mi abuelita; esto es como en el cacho: se anota lo que se ve.
Debemos entender que existe un porcentaje nada despreciable que no ve a un pederasta, sino a un líder político. No ve a Arce como un presidente fracasado, sino como un docente meritorio. Sin duda, esta es una de las razones por las que muchos bolivianos se resisten a retornar al país, por más dificultades que estén pasando en el extranjero. Un entrañable pariente me decía: “Mientras los bolivianos sufran el Síndrome de Estocolmo, prefiero seguir mascando agua”.
Sumando los votos nulos, los de Andrónico, Del Castillo y Jhony, vemos que un tercio de los electores se niega a ver la realidad, como si padecieran el Síndrome. Los especialistas señalan que el Síndrome de Estocolmo es una respuesta psicológica producto de situaciones de abuso o cautiverio prolongado, donde la víctima desarrolla sentimientos de simpatía, afecto y lealtad hacia su captor. ¿Alguna semejanza con el sentimiento de ese tercio de electores? La inflación y la crisis energética son agobiantes, los responsables están plenamente identificados, Evo y Arce; pero al momento de la votación, existe un tercio que permanece leal y militante a quienes les quitaron sus sueños y aspiraciones. En ese tercio hay transportistas, productores del agro, mineros cooperativistas, gremiales, etc. Al votar, predomina la dependencia emocional, como si estuvieran afectados por el Síndrome.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
El próximo gobierno tendrá la difícil tarea de rescatar a ese tercio que hoy parece prisionero. Mostrarles, con resultados, que existe esperanza en un nuevo tiempo. Después de la quiebra económica, después de la crisis energética y de la inflación galopante, será posible alentar futuro en Bolivia, será posible hacer planes y volver a soñar.
Los candidatos tienen claridad en el diagnóstico y en las medidas que se deben tomar para salir del caos económico. La campaña está muy sucia, causando daños que seguramente harán más difícil el duro ascenso que debe emprender el próximo presidente. Es inevitable: los políticos y sus asesores han desarrollado técnicas y capacidades que dejan las prácticas del pasado como juegos de niños.
El nuevo presidente debe concentrarse en gobernar para estabilizar y reactivar la economía, frenar la inflación y solucionar la crisis energética. Consolidar el nuevo modelo equilibrando lo privado y lo público; devolver el rol dinamizador al sector privado; disparar la producción y las exportaciones. Liberar a ese tercio de votantes será posible con resultados en el bolsillo de la gente, sin violencia verbal, con mucha paciencia y diálogo, pero sobre todo con resultados. Si el clima beligerante de la campaña persiste, el captor hará fiesta y se fortalecerá. El próximo año tendremos elecciones subnacionales, será oportunidad para consolidar respaldo territorial e institucional para el nuevo tiempo, o será aprovechado por los enemigos de la democracia.
Será importante no distraer la atención de la labor principal: sacarnos de la crisis global. En los primeros meses no podrá dormir, y sus ministros tampoco. De más está decir: NO PUEDEN ROBAR. Tienen que ser ejemplo: recuperar credibilidad.
¿Qué hacer con los responsables del desastre, sin caer en venganza política? Difícil tarea, pero posible. La ciudadanía no perdonaría al próximo presidente si no ejecuta un plan que garantice rendición de cuentas.
Sugerencia: al día siguiente de aplicar las políticas de ajuste, designe un delegado Presidencial con poderes plenos para investigar y demostrar responsabilidades y daños en la función de gobierno. No debe ser incompatible con la Contraloría o la Procuraduría, menos con el Órgano Judicial. Que investigue, prepare casos, acumule pruebas y se constituya en parte denunciante. No debe repetir el rol que los captores dieron a sus ministros de justicia. Debe ser un profesional probo que siente precedente: al Estado no se viene a robar, a favorecer parientes ni a tomar decisiones irresponsables, que causen daño económico y afecten el futuro de nuestros hijos y nietos.
Una instancia que promueva rendición de cuentas.
*Militante de Unidad Nacional, ex Diputado Nacional y ex Secretario Ejecutivo Nacional de UN.