Desde 2022, Bolivia sufrió cuatro grandes conflictos que paralizaron rutas y sectores productivos. Los bloqueos vinculados al MAS y el paro cívico por el censo suman más de 90 días de parálisis económica. El Gobierno culpa a los conflictos, pero arrastra una crisis estructural que no logró resolver.
Fuente: El Deber
Bolivia perdió más de 5.181 millones de dólares en los últimos tres años por los bloqueos de carreteras y paros cívicos que detuvieron el comercio, la producción y el transporte en casi todo el país. El cálculo, difundido por el Ministerio de Economía y Finanzas Públicas, refleja no solo el costo de la conflictividad política, sino también la fragilidad de una economía que se ha vuelto más dependiente del orden interno que de los precios internacionales.
Entre 2022 y 2025 se registraron cuatro grandes bloqueos nacionales, con distintos protagonistas, pero un mismo resultado: pérdidas millonarias y un país cada vez más cansado de que la política se imponga sobre la economía.
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El primero fue el paro cívico por el censo en Santa Cruz, que duró 36 días (del 22 de octubre al 26 de noviembre de 2022) y generó más de 1.000 millones de dólares en pérdidas. Aquel movimiento, liderado por el Comité pro Santa Cruz, exigía una redistribución más justa de recursos y representación política, pero también dejó un golpe severo al aparato productivo cruceño y al abastecimiento nacional.
El segundo conflicto estalló en enero de 2024, con el primer intento de habilitación inconstitucional del expresidente Evo Morales. Las movilizaciones evistas paralizaron Cochabamba durante 16 días, del 22 de enero al 6 de febrero, y causaron un perjuicio de 981 millones de dólares.
A ese episodio le siguió un segundo bloqueo evista, entre el 14 de octubre y el 6 de noviembre de 2024, que afectó a Cochabamba, Potosí y Oruro. Fueron 24 días de tensión y 2.200 millones de dólares en pérdidas, según el propio Ministerio de Economía.
El más reciente conflicto ocurrió entre el 2 y el 15 de junio de 2025, nuevamente protagonizado por sectores afines al evismo en rechazo a la decisión judicial que impidió la candidatura de Morales. Esta vez, el paro se extendió a seis departamentos y generó más de 1.000 millones de dólares en daños.
En total, 90 días de bloqueos dejaron al país sin transporte, sin combustible y sin producción. Los sectores más afectados fueron el transporte, la industria manufacturera y la agricultura, además del comercio interno, que sufrió desabastecimiento y alzas de precios.
Aunque el Gobierno apunta al “bloqueo político” como el principal responsable de la desaceleración económica, la crisis va más allá de las carreteras. La falta de dólares, la escasez de combustibles y la caída del gas natural —el pilar de las exportaciones bolivianas— ya habían minado la estabilidad fiscal.
La economía boliviana hoy paga las consecuencias de un doble desgaste: la conflictividad política que frena la actividad y la falta de reformas que permitan reactivar la producción. En el fondo, los bloqueos son apenas el síntoma visible de un modelo que se quedó sin oxígeno y de una clase política —en ambos bandos— más concentrada en la lucha por el poder que en reencauzar la economía.
Fuente: El Deber