En la segunda vuelta electoral nos encontramos con dos candidatos a la Vicepresidencia que rompen los parámetros convencionales. El tercero encajaba plenamente, pero quedó fuera de la contienda: Edmand Lara, “el Capi”, y Juan Pablo Velasco, “JP”.
Desde el arranque de la segunda vuelta, “el Capi” promovió una estrategia de notoriedad. “Hágase conocer” fue el mandato, y el hombre cumplió al pie de la letra. La consigna para generar ruido mediático fue clara: polarizar con periodistas, con medios de comunicación y proyectar un perfil rebelde, la antítesis del candidato tradicional a vicepresidente. Sus agravios y denuncias dominaron la agenda mediática, al punto que el Consejo Nacional de Ética Periodística, le exigió aclaraciones sobre sus acusaciones. Durante las primeras semanas de la segunda vuelta, todo giraba en torno a “el Capi”.
El hombre lanzó advertencias incluso a su propio candidato a presidente: “Si Rodrigo Paz no cumple, yo lo enfrento”, “Él sabe que Lara no le va a dejar robar”. Todo apuntaba a construir una imagen irreverente, disruptiva y con rol autónomo frente al candidato presidencial. “El Capi” logró su objetivo: hacerse conocer. Siguió la receta de un político veterano: “Lo importante es que hablen de usted, no importa que hablen mal”.
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“JP”, en cambio, proveniente del mundo empresarial, mostraba un perfil más disciplinado y prudente. Intervenía de forma esporádica, apegado a la estrategia y al rol discreto que suele tener un vicepresidente. Pero el 27 de septiembre estalló una tempestad: Chequea Bolivia confirmó que la cuenta @jpvel, registrada por el candidato, publicó entre 2010 y 2013 varios tuits racistas: “A los collas hay que matarlos a todos”, “Hay que quemar la wiphala y a los que la usen”, “No todos los bolivianos somos collas”.
El 28 de septiembre, Bolivia Verifica, ratificó la veracidad de la información. A partir de esa fecha, la campaña de Tuto Quiroga enfrentó una tormenta de críticas y rechazos. Al comenzar octubre, el tema trascendió lo político y llegó a las organizaciones sociales: la FEJUVE El Alto y la COR El Alto difundieron votos resolutivos exigiendo disculpas públicas y declarando persona no grata a “JP”. La estrategia de campaña optó por el silencio: negar y no emitir pronunciamiento oficial.
El manejo de crisis en una campaña es crucial. Si no se cuenta con un equipo experimentado y sereno, el resultado puede ser catastrófico. En la primera vuelta, el equipo de Samuel Doria Medina no logró contrarrestar la guerra sucia, en medio de la turbulencia, marcaron un autogol: el candidato agradeció públicamente el apoyo de Alejandro Almaraz, exautoridad de Evo Morales y figura mal vista en Santa Cruz. El golpe fue contundente: perdieron Santa Cruz y Tuto Quiroga captó a los desencantados. El autogol pesó más que la guerra sucia.
En el caso de “JP”, el equipo de crisis —incluido Durán Barba— no logró controlar el daño. Nueve días enfrentando una agenda monotemática: “JP” y sus expresiones racistas. No se pudo demostrar la falsedad de los tweets y la campaña optó por cerrar filas negándolo. Los expertos en comunicación política suelen decir: Si las redes sociales te llaman narco durante siete días seguidos, la opinión pública te verá como narco”.
“JP” comprobó que el racismo en Bolivia sigue siendo una herida abierta. Evo Morales utilizó expresiones racistas para exacerbar los odios entre cambas y collas; lo hacía con un objetivo político: confrontar con las oligarquías cruceñas. Recordemos algunos de sus mensajes: “Los collas son más inteligentes que los cambas”, “En Santa Cruz hay cambas flojos que viven del colla”. Morales definió a las oligarquías cruceñas como sus enemigos políticos, y dirigió su artillería hacia ellos. En el momento de mayor fortaleza del evismo, utilizaron el racismo y el regionalismo como una herramienta de lucha política.
En el caso de “JP”, la situación es distinta: no fue estrategia ni acción política. Desear “matar a todos los collas” o “quemarlos junto a la wiphala” es gravísimo. Contenidos violentos y expresados con esa crudeza, reflejan sentimientos profundos y develan la esencia de una persona. Un candidato a presidir la Asamblea Legislativa Plurinacional, primer poder del Estado, no puede tener semejante antecedente. En ese cargo deberá relacionarse, negociar y concertar con las diferentes expresiones culturales, sociales y políticas del país, donde la mayoría son collas.
Muchos opinan que esta crisis pudo superarse con una explicación razonable y una disculpa sincera. Tengo mis dudas. En El Alto, en La Paz, en el Altiplano paceño, Oruro, Potosí, Cochabamba y Chuquisaca hay heridas abiertas, resentimientos y desconfianzas históricas. El camba también encuentra resistencias, probablemente fruto de su pujanza y éxito económico. Este tema reaviva y agrava esos sentimientos. Así es la política: las emociones suelen superar a la razón.
Después de Evo y el MAS, Bolivia necesita candidatos que promuevan la reconciliación nacional, autoridades capaces de sanar heridas y gobernar sin prejuicios. Debemos superar las trabas raciales y los conflictos regionales, pensar en Bolivia como un solo País.
A dos semanas de las elecciones, el eje temático de campaña cambió: trata de una confrontación entre el pasado racista y la renovación política.
Jaime Navarro Tardío
Político y exdiputado Nacional.