El Covid-19 continúa afectando la salud de los bolivianos


El virus dejó atrás más que recuerdos. Muchos de quienes superaron la enfermedad —especialmente los que estuvieron en cuidados intensivos— hoy enfrentan complicaciones crónicas que afectan su calidad de vida.

El Covid-19 continúa afectando la salud de los bolivianos
El Covid-19 continúa afectando la salud de los bolivianos
Fuente: Red Uno 
Bolivia.-

Aunque las mascarillas se han guardado y los hospitales han vuelto a su ritmo habitual, el Covid-19 sigue presente, no como un virus activo en los titulares, sino como una serie de secuelas que persisten en el cuerpo y la vida de miles de bolivianos. La emergencia sanitaria global puede haber quedado atrás, pero su impacto sigue marcando huellas profundas en la salud, la economía y el tejido social del país.

 



El virus dejó atrás más que recuerdos. Muchos de quienes superaron la enfermedad —especialmente los que estuvieron en cuidados intensivos— hoy enfrentan complicaciones crónicas que afectan su calidad de vida. “Especialmente las personas que han pasado un Covid grave, las que fueron a terapia intensiva, son las que van a presentar secuelas a más largo plazo. Una de ellas es la fibrosis pulmonar, cuando los pulmones pierden elasticidad”, explica el Dr. Gabriel Mendoza, docente de Medicina en la Universidad Franz Tamayo (Unifranz).

Esta condición impide que los pacientes respiren con normalidad, lo que genera fatiga persistente y limita actividades cotidianas, incluso las más simples como subir escaleras o caminar a paso ligero. Pero los pulmones no son los únicos órganos afectados.

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Un virus con efectos múltiples y duraderos

La Organización Mundial de la Salud ha definido esta condición como Covid prolongado o Long Covid, un síndrome que puede afectar hasta al 10% de las personas contagiadas. Sus síntomas varían: desde tos y palpitaciones, hasta ansiedad, insomnio o dificultades cognitivas. “Se puede presentar tos persistente, dificultad para respirar, palpitaciones, taquicardia, fatiga extrema, dolores musculares y articulares, además de insomnio, ansiedad, depresión, diarrea, dolor abdominal o pérdida de olfato y gusto”, señala Mendoza.

A menudo, estos síntomas aparecen meses después de la infección y pueden durar años. Lo más preocupante es que en algunos casos derivan en daños permanentes. Médicos en Bolivia y el mundo han documentado secuelas graves: fibrosis pulmonar, arritmias, insuficiencia cardíaca, problemas neurológicos e incluso un mayor riesgo de padecer diabetes tipo 2.

El impacto no siempre es visible de inmediato. “Dependiendo de si hay enfermedades de base puede ser mortal”, advierte el especialista. Las personas con diabetes, hipertensión u obesidad son más vulnerables, y en ellas las secuelas pueden evolucionar con el tiempo hasta convertirse en cuadros críticos. “Es difícil calcular una tasa de mortalidad o el tiempo, ya que pueden ser de cinco a 10 o 15 años en los que pueden presentarse estas secuelas y avanzar”, agrega.

Más allá de la biología, está el impacto humano

En los hogares bolivianos, las consecuencias del Covid-19 siguen presentes: adultos mayores que necesitan oxígeno para vivir, jóvenes que ya no pueden rendir en sus trabajos, estudiantes que luchan por concentrarse en clase. Las familias se ven obligadas a reorganizar su día a día para cuidar a quienes, aunque «recuperados», siguen dependiendo de medicamentos, terapias o asistencia constante.

Es una pandemia invisible, sin conferencias de prensa ni gráficos actualizados, pero con efectos concretos y duraderos.

Cifras que duelen

El Censo Nacional 2024 confirmó lo que muchos sospechaban: el Covid-19 dejó un impacto demográfico sin precedentes. Bolivia esperaba superar los 12 millones de habitantes, pero los datos arrojaron una población de 11.312.620. Parte de esa diferencia —más de 55.000 muertes en exceso— se atribuye directamente a la pandemia.

Además, la crisis sanitaria aceleró otros fenómenos: la tasa de fecundidad cayó a 2,1 hijos por mujer, reduciendo en 350.000 los nacimientos esperados. La migración también se intensificó, restando más de 100.000 personas al conteo poblacional.

Lo más urgente ahora es reconocer que la pandemia no ha terminado del todo. Las secuelas médicas, emocionales y sociales del Covid-19 necesitan atención específica. Bolivia enfrenta un desafío doble: por un lado, atender a los pacientes que conviven con estas condiciones crónicas, y por otro, preparar a sus profesionales de salud, psicología, educación y gestión pública para lidiar con este escenario postpandémico.

“Las nuevas generaciones de médicos, terapeutas y trabajadores sociales deben entender esta dimensión silenciosa del Covid-19. Ya no se trata solo de curar una infección, sino de acompañar a quienes la seguirán sintiendo durante años”, concluye Mendoza.

La emergencia sanitaria puede haber terminado, pero la historia humana de esta pandemia aún se está escribiendo.