“El Saneamiento de la Comarca”: un espejo literario


Emilio Martínez Cardona

En el último libro de “El Señor de los Anillos”, uno de los episodios más subestimados, pero profundamente simbólicos, es “El Saneamiento de la Comarca”. Tras derrotar a Sauron y regresar como héroes, los hobbits encuentran su tierra natal ocupada, transformada y oprimida. Quien ha orquestado esta degradación es nada menos que Saruman, otrora gran sabio, ahora reducido a un manipulador disfrazado con el nombre falso de Zarquino, que busca imponer su control mediante engaños y títeres locales.



Este episodio (no incluido en la película), escrito por Tolkien como una crítica al autoritarismo y la corrupción del poder, resuena sorprendentemente con la coyuntura electoral actual de Bolivia. En ese espejo literario podemos ver la advertencia de que, después de victorias que parecen finales, aún puede faltar una última batalla.

El masismo (entendido como un movimiento más allá de un partido concreto) atraviesa una profunda crisis de identidad, proyecto y liderazgo. Tras el desgaste, el colapso económico, la manipulación de la justicia y la prolongada polarización social, intenta reinventarse buscando otros rostros y siglas, como en el disfraz de Zarquino utilizado por Saruman: un viejo poder que se niega a desaparecer, mutando su forma pero no su esencia.

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Así como Saruman, tras perder su fortaleza en Isengard, se traslada a la Comarca para seguir imponiendo su visión de control, que en lo económico se expresa en un acaparamiento público de los bienes (en el fondo, socialismo), el masismo intenta recuperar su hegemonía desde las bases, reinsertando a sus dirigentes como parlamentarios de otra tienda y condicionando su voto por un candidato presidencial a que nada cambie.

En el libro, los hobbits, liderados por un Frodo herido pero consciente y un Samsagaz que ha madurado tras la guerra, entienden que no basta con haber vencido al mal en Mordor; también deben limpiar su propia casa. De forma similar, la sociedad boliviana enfrenta la necesidad de sanear su “Comarca” política. La ciudadanía, cansada de caudillismos, empieza a exigir transparencia y respeto institucional. Pero como en la trilogía novelesca de Tolkien, este proceso no es automático. Requiere coraje, organización y memoria histórica.

El masismo en su versión “Zarquino” confía en que la población olvide las heridas de los últimos años. Pero, como Saruman, los viejos poderes disfrazados suelen ser desenmascarados por una ciudadanía despierta. Y, en última instancia, caen por el rechazo de aquellos a quienes intentan seguir controlando.

En la historia relatada por Tolkien, Saruman/Zarquino acaba siendo víctima de una puñalada de su segundo, “Lengua de Serpiente”. Otro eco literario que resuena en uno de los futuros posibles.

Tolkien sugiere que la verdadera lucha ocurre en lo cotidiano, en la defensa de lo propio frente al poder corrupto. La Bolivia actual se encuentra en ese mismo umbral. El desenlace, como en la Comarca, dependerá de si sus ciudadanos están dispuestos a asumir el costo de limpiar su hogar, sin dejarse seducir por los viejos magos con nuevos nombres.