La expresión del diputado electo Juan Carlos Velarde, quien calificó a “los representantes bolivianos como “mascacocas hediondos”, no ha sido repudiada por Tuto Quiroga, Branko Marinkovic ni por la dirigencia de LIBRE. Esa omisión no es casual: define el espíritu y la naturaleza de esa candidatura.
En LIBRE ya se habían escuchado expresiones de corte racista durante la campaña, pero la novedad en las palabras del diputado Velarde es la carga de clasismo que añade. No se trata solo del desprecio hacia los pueblos indígenas, sino también hacia los pobres, hacia quienes trabajan mascando coca en los mercados, en la construcción o en el transporte. Es el desprecio hacia la Bolivia real: la que madruga, la que sobrevive, la que aguanta el hambre, la que sostiene al país.
Resulta preocupante que Tuto Quiroga no haya salido a desmentir ni a corregir públicamente a su diputado. Con ese silencio, se vuelve cómplice de una visión elitista y discriminatoria que, de llegar al poder, se traduciría inevitablemente en políticas de desprecio y exclusión.
Tuto ya ha anunciado su intención de acudir al Fondo Monetario Internacional (FMI) en busca de un salvataje, y todos sabemos lo que eso implica: ajustes duros, despidos, reducción del gasto público y más pobreza. Si a esa agenda económica le sumamos una mirada despectiva hacia los sectores populares —a los que en LIBRE llaman “hediondos” sin inmutarse—, está claro que el futuro que ofrecen a los pobres es de más marginación y sufrimiento.
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Y para colmo, Juan Carlos Velarde ha intentado fingir responsabilidad política presentando una “renuncia” ante Tuto Quiroga, no ante el Tribunal Supremo Electoral,¿Nos quiere ver la cara de idiotas?. Su renuncia no tiene ningún efecto legal. Cuando pasen las elecciones, recibirá su acreditación y asumirá como diputado. Es una maniobra burda, una trampa más en un escenario político que pretende vender ética y decencia mientras encubre intolerancia y falsedad.
El silencio de Tuto una y otra vez es alcahuete Y su complicidad lo hace corresponsable de cada palabra de odio y de cada gesto de desprecio que sale de su partido.