En Bolivia ganó la democracia


 

 



Verónica Ormachea G.

 

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La victoria de Rodrigo Paz Pereira como presidente de Bolivia, nos muestra que la mayoría de los bolivianos siguen siendo populistas.

El centrista y católico Rodrigo Paz, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), ganó de forma preliminar con el 54,5% de los votos en una inédita segunda vuelta, según el conteo rápido del Tribunal Supremo Electoral (TSE).

Venció al conservador Jorge Tuto Quiroga, que obtuvo el 45.5% de los sufragios. Si bien Quiroga felicitó a Paz, dijo que por el momento hay un escrutinio provisorio y que está esperando el oficial que comparará con las actas.

Paz Pereira, también resultó ganador en la primera vuelta en las elecciones generales de agosto pasado y jurará como primer mandatario de Bolivia el próximo 9 de noviembre.

Rodrigo Paz tiene 58 años y nació en España. Actualmente, es senador por Comunidad Ciudadana y fue alcalde de Tarija durante 10 años. Estudió economía y relaciones internacionales en EE.UU.

Es hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) quien gobernó Bolivia de 1989 al 1993, y de la española Carmen Pereira, quienes se conocieron en Bélgica.

El gran ganador de las recientes elecciones, sin embargo, fue el país, la democracia, que sacó a Bolivia de la dictadura de izquierda que se incrustó en el poder durante 20 años.

Esta elección marca una nueva era tras dar fin con el masismo de Evo Morales y que luego estuvo a cargo del actual presidente Arce, que fue parte del fracasado Socialismo del Siglo XXI.

Los gobiernos de MAS se caracterizaron por la mala administración; la corrupción generalizada que llegó a los más altos estrados del poder; la destrucción de las instituciones; la violación a los derechos humanos, ya que sigue manteniendo presos políticos y hay exiliados. Y, ha llevado al país a la quiebra.

La victoria de presidente electo es resultado del cambio generacional que buscan los bolivianos, por los votos que habría obtenido el candidato a la vicepresidencia, Edman Lara, así como el de los masistas, ya que Evo Morales no pidió a sus simpatizantes que voten nulo como en la primera vuelta. Esto es una prueba clara de que el populismo sigue incrustado en Bolivia.

El vicepresidente electo Lara – un ex capitán de policía que fue expulsado de la institución y que denunció corrupción en las fuerzas del orden – era desconocido hasta dos semanas antes de las elecciones generales de agosto. Un fenómeno parecido al de Alberto Fujimori, que se postuló como candidato a la presidencia del Perú a último momento, y derrocó al entonces postulante a la presidencia del Perú, el conocido escritor Mario Vargas Llosa.

Se dice que Lara fue el candidato del TikTok y que es producto de las redes sociales. Tiene dos cuentas con más de doscientos mil seguidores. Es allí donde se postea en todo momento y fue el medio principal donde hizo la campaña.

Ocurre que Lara tiene un desesperado afán de protagonismo y no tiene filtros en lo que dice. Con fines electorales, ha ofrecido cosas que son imposibles de dar, cautivando al electorado. Y, muchas veces, ha hecho declaraciones equívocas, incluso contra el mismo Rodrigo Paz.

El presidente electo Rodrigo Paz recibe al país en la peor crisis económica desde la década de los ochenta, cuando la hiperinflación. Su mayor desafío será administrar la crisis.

Las colas para gasolina y diésel son infinitas, no hay dólares ni euros, y los que hay cuestan el doble de la cotización oficial.

La inflación en Bolivia es la más alta después de Venezuela y Argentina. Llega a casi al 25%, según datos oficiales, pero la realidad es otra. Hay productos que han subido a más de un 100%. Tiene un déficit fiscal cerca al 10% del PIB y una enorme deuda externa.

Ante la crisis, el gobierno del MAS, hasta ha empeñado el oro del Banco Central violando la Ley del Oro. Ha obtenido préstamos de emergencia para importar carburantes con el fin de calmar a la población que sigue haciendo colas durante horas.

Si bien el MAS recibió un Estado cargado de dólares por las ventas de gas a Argentina y Brasil, despilfarró el dinero en cosas innecesarias y no en salud, educación e infraestructura, que son las necesidades básicas para el desarrollo y crecimiento de Bolivia. Para muestra, un botón. Construyeron un museo en homenaje a Evo Morales en el lugar donde nació. La quintaesencia del egocentrismo. Nadie va a visitarlo y está abandonado.

¿Cómo se entiende que un país con enormes reservas de gas tenga ahora que importarlo? La respuesta es clara. Porque el MAS no reinvirtió en la perforación y extracción de gas y ahora Bolivia carece de ingresos.

Tampoco ofreció seguridad jurídica para las inversiones extranjeras y las pocas que hubo, fueron con gobiernos con su propia ideología, como China.

El éxito de la difícil gestión de Rodrigo Paz estará en sacar a flote la economía. Aquello dependerá de quienes se rodee en temas financieros.

El presidente electo planea reformar el Estado eliminando empresas públicas deficitarias, así como aplicar el sistema digital para operaciones estatales y para controlar la corrupción. También pretende ahorrar en gastos superfluos.

De igual manera, quiere aplicar el “Capitalismo para todos” que contempla la reducción de impuestos, facilidades para acceder a créditos y un sistema cambiario más accesible.

También pretende descentralizar los recursos públicos, lo que significa distribuir el 50% de los estos a los departamentos del país, ya que en la actualidad existe un centralismo injusto que concentra el 80%.

Paz tiene mayoría en el Parlamento, pero está lejos de contar con los 2/3. Para que haya gobernabilidad, deberá llegar a coaliciones y acuerdos.

Sería recomendable que el presidente electo, conforme una comisión de transición que se informe sobre la realidad económica del país y empiece a gestionar créditos ante los organismos internacionales para sacar lo antes posible al país del caos que ha dejado el MAS.