Después de la debacle masista que deja un país empobrecido económica y moralmente, al borde de la ruina y en plena destrucción de sus instituciones, hay que hacer votos – y más que votos trabajar intensamente – para que Bolivia se recupere y vuelva a integrarse en el concierto de las naciones prósperas y civilizadas.
En el balotaje ha ganado Rodrigo Paz Pereira y quienes pensábamos que ALIANZA LIBRES era una mejor opción, tenemos que aceptarlo y estar dispuestos a respaldar a esta nueva gestión, que viene cercada de peligros, todos heredados del masismo. Las medidas económicas que se deben adoptar para sortear de inmediato la acuciante carencia de combustibles y de dólares, no son simples, y no sabemos si la nueva administración tiene las soluciones cabales que ya las pusimos en duda durante los debates de la etapa preelectoral. Es ahí donde tiene que entrar en juego el desprendimiento y el patriotismo de todos quienes deben dejar los lamentos, despojarse de sus odios e inquinas, para apoyar las necesarias soluciones.
El papel que jugará la Asamblea Legislativa será central a partir del próximo año. Es en esa instancia donde tiene que apoyarse lo bueno, lo racional, y descartar a los políticos aventureros que no van a faltar para proponer leyes absurdas que enreden más todavía nuestra delicada situación y donde habrá que cortarle las manos a Evo Morales, que se atribuye ser factor decisivo en la victoria de Paz Pereira y, por tanto, también vencedor de las últimas elecciones, lo que significaría su deseo de participar en un generoso trozo de la torta. Eso provocaría repugnancia.
La ignorancia y la incapacidad que ha demostrado la Asamblea Legislativa en la gestión que concluye está fuera de toda discusión, con solo observar la actitud incapaz y floja del vicepresidente del Estado y presidente del Congreso, señor Choquehuanca, y a una mayoritaria manada de obedientes y alaracos parlamentarios con diversos disfraces, a quienes les resultaba muy difícil leer y escribir y mucho más hablar comprensiblemente.
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Ahora, la presencia de Edmand Lara a la cabeza del Órgano Legislativo, no ofrece muchas garantías. Todo lo contrario, salvo que se lo ponga en vereda y deje sus improvisaciones. Lara no promete seguridad de un trabajo fecundo y serio como el que se necesita, pero, es el principio ciertamente, y habrá que esperar que observe el panorama; que lo comprenda, y entienda que su misión es legislar y fiscalizar; y que lo otro, dirigir, hacer política interpartidaria e internacional, mandar en el gabinete de ministros, le corresponde exclusivamente al presidente de la República. Esperemos equivocarnos y que en poco tiempo más Lara no provoque un conflicto de poderes.
Al margen de nuestros temores sobre Lara y sobre la aparición de un neomasismo que contará con varios diputados, esperemos que tanto Tuto Quiroga – que ya lo ha dicho – como Doria Medina y sus equipos económicos, se brinden para colaborar con el nuevo mandatario, siempre y cuando el flamante presidente sea consciente y tenga la humildad de comprender que no puede hacer las cosas exitosamente sin ayuda de sus antiguos adversarios y sin satisfacer las esperanzas de la gente que lo votó.