Ganó Bolivia gracias a Rodrigo Paz y Edmand Lara. Ganamos todos; ganó la democracia y ganó la gente. Ganó la sabiduría colectiva, aquella que muchas veces ya salvó a Bolivia dándole su voto mayoritario a quienes podían devolvernos al camino de la paz social y la recuperación económica.
Así fue en 1985, cuando la mayoría de la gente –en las minas, en Achacachi, en El Alto y en las villas marginales de las ciudades– votó por el general Hugo Banzer en primer lugar, pero también por Víctor Paz Estenssoro y por Jaime Paz, en menor proporción. Los tres colaboraron, a su modo y capacidad, en la recuperación de la economía que salvó a la democracia.
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Los tres ocuparon la presidencia en el orden que prefirió la gente con su voto; en 1985, el MIR eligió a Paz Estenssoro en el Senado y ADN apoyó al MNR en el gobierno. En 1989, ADN hizo presidente a Jaime Paz y el MIR, en 1997, a Hugo Banzer. Todos ellos fueron mejores gobiernos que el desastre que nos deja el MAS y Evo Morales.
Aquellos líderes tendieron la mesa durante 20 años para que Bolivia coseche el mayor auge económico de toda su existencia. Pero luego el MAS de Evo Morales nos engañó y le robó su futuro a la juventud, a nuestros hijos y a sus hijos, nuestros nietos.
El 17 de agosto y el domingo pasado, la gente castigó al MAS con la mayor severidad posible, negándoles su voto. Los borró de la faz electoral, reduciendo su representación parlamentaria a la mínima expresión: hoy cuentan con nueve diputados sobre 130 y ningún senador de los 27 posibles.
Sorprendentemente, mucha gente que no votó por Rodrigo se empeña en resucitarlos, entre otras formas, atribuyendo la victoria electoral de Paz-Lara a un supuesto pacto secreto o implícito para que “la gente del MAS” votara por millones por la oposición. ¿Por qué, entonces, no habrían pedido a esa supuesta militancia ovejuna que votara por el MAS?
Esta idea equivocada es equivalente a decir que Banzer ganó en 1985 porque la UDP instruyó secretamente a su electorado a votar por él. Definitivamente la guerra sucia ha estado y sigue causando estragos en la mente de algunos fanáticos.
Rodrigo Paz, nuestro flamante presidente electo, ha construido con Lara un “Puente de Paz”, literalmente. Han unido las dos orillas del turbión de odio y desconfianza que creó el MAS, para reunirnos en la tarea de reconstruir Bolivia. Es una tarea de todos, absolutamente, y de un joven presidente electo que ha abierto la posibilidad de convocar a los mejores hombres y mujeres para trabajar en este enorme desafío. Un presidente que no se cree “salvador” ni “el único”, sino un servidor más del país. No es poco.
Un presidente ganador en nueve puntos respecto a su contendor, que ha extendido la mano a todos para iniciar el tercer siglo de vida republicana, con un nuevo ciclo y una nueva generación de bolivianos.
Con este nuevo mandato popular comienza una etapa distinta para Bolivia. Atrás quedará el triste legado de destrucción, empobrecimiento y corrupción de un régimen que seguiría latente si la fórmula Paz-Lara no le hubiera arrebatado su electorado.
Una fórmula simbiótica cuyo valor reside precisamente en la unión de los bolivianos, para que juntos y en paz busquen, hallen e implementen las medidas necesarias para recuperarse, distribuyendo la carga con equidad y justicia.
Como ya dije ayer en alguna entrevista, los dos candidatos en realidad no están tan separados uno del otro, lo que podría facilitar la colaboración. Bolivia está entrando en un nuevo ciclo, el tercero de nuestra existencia, con una voluntad férrea de recuperar el país, de salvar a Bolivia.
Debemos tener claro que vendrán momentos difíciles que deberán ser compartidos equitativamente, con mayor carga para quienes tienen más y apoyo para los más necesitados. Abogo por un capitalismo moderno, un capitalismo para todos, un capitalismo popular que, ante todo, llene los bolsillos de la gente más necesitada: un modelo equitativo, distributivo que una a los bolivianos.
Y algo que se debiera destacar es que para el resto del mundo Bolivia ha sabido mostrar una vez más un proceso electoral democrático y pacífico, transparente y la victoria de la oposición. Bolivia es vista como el primer país que da un giro de esta magnitud, con un voto contundente contra un sistema que fracasó rotundamente. El Washington Post y The Economist, e incluso el presidente Trump, han destacado a Bolivia como un ejemplo en el proceso político latinoamericano.
El mundo nos observa con respeto, y nosotros debemos estar a la altura de esa esperanza. Bolivia entra hoy en un proceso de unión alrededor de un nuevo modelo para todos los bolivianos.
Ganó Bolivia. Ganamos todos.
Ronald MacLean Abaroa
Enseñó en Harvard; fue alcalde de La Paz y ministro de Estado.