Después de Kuala Lumpur y Tokio, Donald Trump viajará este miércoles 29 de octubre a Corea del Sur, última etapa de una inusual gira oficial por Asia, cuyo punto culminante será su esperada reunión del jueves con su homólogo chino, Xi Jinping.

Por Jelena Tomic
Todas las miradas están puestas en este encuentro entre Trump y Xi en Gyeongju, que se celebrará al margen de la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC). Se espera que la reunión ponga fin a la guerra comercial.
Las negociaciones preparatorias celebradas el domingo en Kuala Lumpur han suscitado esperanza y optimismo. Según el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, se habría alcanzado un acuerdo marco. En concreto, China estaría dispuesta a reanudar la compra de soja estadounidense y a retrasar un año la aplicación de restricciones a las exportaciones de tierras raras y a las tecnologías necesarias para su refinado.
A cambio, Estados Unidos renunciaría a imponer un arancel adicional del 100 % a los productos chinos, una medida que debía entrar en vigor el 1 de noviembre. Por parte china, se confirma que ambas partes han llegado a un consenso preliminar, primer paso antes de que ambos países lo examinen internamente. Por lo tanto, hay que actuar con cautela.
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“Ninguno de los dos ganará”
¿Estamos, por tanto, ante el nacimiento de un acuerdo que pondría fin a la guerra comercial? Nada es menos seguro, como explica Emmanuel Véron, especialista en la China contemporánea y miembro del Instituto Francés de Investigación sobre Asia Oriental (IFRAE).
“La rivalidad es completamente sistémica. Esto significa que afecta a todos los ámbitos, ya sean públicos, privados, civiles, militares, tecnológicos, comerciales, diplomáticos… Cada una de las partes ha comprendido perfectamente la sofisticación de la otra y del conjunto de la relación, y ninguna de ellas está dispuesta a hacer concesiones”, afirma.
“Nos encontramos en un punto mucho más significativo del equilibrio de poder que se había establecido de forma muy fuerte desde Trump 1. Ahora, nos encontramos básicamente en una especie de paz armada”, subraya Emmanuel Véron. “No se llegará a un acuerdo económico y las rivalidades son tales que, desde el día siguiente a la cumbre de la APEC, quizá incluso antes, volveremos a tensiones extremadamente fuertes. Ninguno de los dos ganará”, augura.
Por lo tanto, no habrá ganadores en esta guerra comercial, debido en particular al alto nivel de interdependencia de las dos grandes potencias, pero también de gran parte del resto del mundo con respecto a China o Estados Unidos, o con respecto a las dos grandes potencias, de ahí esta carrera desenfrenada en busca de vías alternativas tanto por parte de los chinos como de los estadounidenses.