Incendios restan más del 50% de la productividad de los bosques en Santa Cruz


Asociaciones indígenas y productores que aprovechan la madera y frutos del bosque han mermado sus ingresos por los incendios que el año pasado arrasaron más de 12 millones de ha. Solo en Monte Verde el daño es de Bs 7,7 millones.

 

Por Raúl Dominguez



 

Fuente: eldeber.com.bo

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En 2024 Bolivia sufrió el más grande incendio forestal de su historia, con registros que varían —según la metodología de medición— de 10 a 12 millones de hectáreas, siendo el departamento de Santa Cruz el más afectado, seguido por Beni, Pando, Cochabamba, Tarija y La Paz.

Y a pesar de que en 2025 el área quemada no pasa del 2,5% de la superficie afectada en 2024, los efectos en las actividades económicas relacionadas con el bosque, recién empiezan a sentirse.

Por ejemplo, en el Territorio Indígena Monte Verde (TIMV), ubicado en la provincia Ñuflo de Chávez del departamento de Santa Cruz, el año pasado se quemó más del 80% de las 950 mil hectáreas de bosque. Allí, las 16 comunidades indígenas del pueblo Chiquitano —la mayoría tiene al bosque como principal fuente de sustento— enfrentó una de las crisis ambientales más severas de los últimos años.

Una reciente investigación de la organización Apoyo para el Campesino-Indígena del Oriente Boliviano (Apcob), sobre el impacto de los incendios en ese territorio, reveló que el daño a la producción maderable y productos no maderables que se cosechaban del bosque asciende a Bs 7,71 millones.

Patricia Patiño, directora de Apcob, explicó que la organización trabaja en la TCO con asociaciones de mujeres en el aprovechamiento del aceite de cusi ‘extravirgen’, el aceite de copaibo, miel de abeja señorita, aceites esenciales y la producción de café.

“En la comunidad Palestina, un territorio que tiene 35 hectáreas de bosque de cusi, se ha quemado todo. Recién va a volver a producir, óptimamente, de aquí a tres años porque el impacto y la severidad de quema ha sido alta”, lamentó Patiño.

Consideró que, a pesar de que los ingresos por la venta de derivados del cusi no son comparables con los del aprovechamiento forestal, el impacto en el ingreso de las mujeres es considerable. Se calcula que, en un año, la producción de cusi es de casi 200 litros en las asociaciones de Palestina y Santa Mónica, por lo que las pérdidas ascienden a un aproximado de Bs 44 mil.

Además, los incendios afectan la producción de alimentos en sus chacos, donde siembran arroz, yuca y plátano. Los animales, en busca de comida, ingresan a estos cultivos y los dañan.

“Habíamos implementado, en sistemas de restauración espontánea y asistida, unas 33 mil hectáreas que han sido arrasadas (…). Hubo una total desmotivación para todo el tema de restauración y ya no les interesa mucho porque ya no quieren invertir tiempo ni esfuerzo en restaurar el bosque, porque efectivamente es caro, hay que trabajar mucho”, consideró Patiño.

Actualmente, Apcob trabaja en un sistema agroforestal que combina árboles frutales, maderables y cultivos de arroz, yuca y maíz. Además, se ha implementado la Empresa Comercial del Bosque (Ecobosque), que comercializa productos cosméticos elaborados bajo la Marca de Origen Monteverde, a base de aceites de cusi y copaibo.

Daño forestal

Jorge Ávila, gerente de la Cámara Forestal de Bolivia (CFB), precisó que los impactos provocados por los incendios son negativos desde cualquier óptica. “Los incendios forestales, así como la deforestación ilegal, que están muy relacionados, son nefastos para el país, pues destruyen nuestro territorio y la soberanía nacional desde adentro. Muchas comunidades que viven en y de los bosques, lo pierden todo. La biodiversidad se destruye o se desplaza a zonas donde son más vulnerables. La salud de la gente del campo y de las ciudades también se ve afectada. La economía de todos los productores forestales, sea de asaí, cusi, maderas, etc., se deteriora irreversiblemente y sin excepción”, expresó.

En el caso específico de los productores de madera —agregó—, la afectación constatada en la productividad del bosque supera el 50%. “Es decir, la destrucción de la riqueza maderera es de más de la mitad.  No es fácil cuantificar económicamente con precisión; sin embargo, más del 50% del bosque ha perdido su riqueza maderera. Aquello nos permite afirmar que, los incendios les han restado a muchas zonas productivas, más de la mitad de su capacidad de producción”, señaló.

Al mismo tiempo, sostuvo que no es fácil determinar el tiempo de regeneración, ya que depende de muchos factores, como las especies, la zona geográfica y la humedad, por lo que serán necesarias décadas para que el bosque se recupere.

Ávila aseguró que más del 90% de los incendios son provocados. “La deforestación ilegal y los incendios son parte de una estrategia geopolítica de ocupación de las tierras bajas, por eso es que, lamentablemente, ha tenido mucho apoyo del Estado, con un silencio y omisión cómplice de autoridades públicas. Esta estrategia geopolítica empoderó a algunos actores afines al gobierno, muchos de ellos violentos y destruyeron con absoluta impunidad nuestro territorio y sus recursos naturales”, puntualizó.

Agregó que “no se puede desconocer también que, al final, gran parte de ese territorio deforestado y quemado pasó al mercado ilegal de la tierra, pues la deforestación ilegal y el incendio siempre culminan con un avasallamiento u ocupación. De hecho, con el respaldo del poder político pronto gozan de instrumentos legales para vender la posesión, el ‘saneamiento’ y posterior titulación. De esta manera, el sector forestal perdió en los últimos 20 años, 4 millones de hectáreas de bosques”, expresó.

Alimentos únicos

Arturo Bedoya preside el Grupo CREA Almendra Chiquitana, una asociación conformada por productores de una de las almendras más sobresalientes del mundo por sus niveles de proteína, antioxidantes y aceites insaturados. Que se produce solo en Santa Cruz y parte de Brasil.

Señaló que son unas 1.500 hectáreas plantadas en una gran extensión entre los municipios de San Javier y San Ignacio, y uno de los principales centros de producción orgánica (no plantada) es la comunidad Palmarito, que actualmente está rodeada por colonias menonitas que siembran soya.

Explicó que el objetivo de CREA es incentivar a los productores para que vean el potencial que tiene el producto de exportación, porque tiene alta demanda gracias a sus múltiples propiedades. “El árbol tarda cuatro o cinco años en llegar a una producción estable, entonces por los incendios y el cambio climático la gente se desanima, porque se desregula la producción”, consideró.

Indicó que la cosecha, que se iniciaba a finales de agosto, se ha trasladado a septiembre u octubre a causa del cambio de “reloj climático”. “La quema de millones de hectáreas afecta todo el ecosistema porque estás matando microorganismos, polinizadores, un montón de cosas que ayudan a la producción de frutos del campo, como los que tenemos en este momento”, aseveró.

Afirmó que existen nuevos productores entusiasmados que desean empujar esta industria pero debido a factores climáticos no están llegando a la producción desea. La idea es que se incentiva no solo la producción de almendra pero sistemas silvopastoriles o conjuntos con otras producciones como café, cacao o curcuma entre otros.

Afectación general

Rosa Leny Cuéllar, directora técnica de la Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano (FCBC), profundizó que los incendios forestales están generando graves pérdidas económicas que impactan directamente en los ingresos de las familias, las comunidades y los presupuestos de los gobiernos locales, con serias proyecciones a mediano y largo plazo.

“Esta situación se agrava con la necesidad de comprar alimentos debido a la baja producción de cultivos, lo que requiere dinero y obliga a los hombres a buscar empleo fuera de sus comunidades. Además, la falta de pasturas para el ganado exige la compra de alimento para salvar a los animales, provocando endeudamiento y un fuerte impacto en la economía familiar”, agregó.

En ese sentido, lamentó también que familias completas deben destinar tiempo y mano de obra a combatir el fuego o reconstruir lo perdido, lo que reduce su productividad. “A nivel departamental, los sitios turísticos se ven afectados por el deterioro de los paisajes naturales, disminuyendo el flujo de visitantes e ingresos. Los gobiernos locales son altamente afectados en sus presupuestos, pues deben invertir altos montos de dinero en la logística de emergencia”.

Señaló que no se han realizado estudios formales para estimar las pérdidas económicas totales en las familias y municipios. “A mediano plazo, los ingresos por producción agrícola, ganadera y forestal se verán aún más afectados por la degradación de los bosques, el empobrecimiento de los suelos, la contaminación del agua, la alteración de la biodiversidad y los efectos del cambio climático”, manifestó.

Resaltó también que existe migración durante los incendios, pero también post incendios por las razones expuestas anteriormente. “Fundamentalmente por la búsqueda de empleo temporal que permita a las familias cubrir con su alimentación y otras necesidades básicas en el proceso de restauración de las pérdidas ocasionadas”, precisó, a tiempo de mencionar que a esto se suma la contaminación de fuentes de agua por cenizas y la afectación la salud humana por enfermedades respiratorias y del corazón.