El futuro mandatario —sea Paz o Tuto— deberá negociar con una Asamblea fragmentada en la que el PDC emerge como primera fuerza política y el MAS pierde el poder que mantuvo por dos décadas.
Fuente: El País.bo
Mientras Bolivia aguarda el resultado del balotaje entre Rodrigo Paz (PDC) y Jorge «Tuto» Quiroga (Libre), un escenario ya definido promete reconfigurar el ejercicio del poder, la nueva composición de la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP). Por primera vez en dos décadas, el oficialismo no contará con mayoría automática, forzando al próximo presidente a convertirse en un estratega de consensos. Con el PDC como primera fuerza pero lejos de los dos tercios, la gobernabilidad dependerá de una frágil geometría de alianzas que podría inclinar la balanza hacia la estabilidad o la parálisis.
La nueva distribución del poder legislativo plantea un escenario de equilibrio frágil, donde la capacidad de negociación garantizará la gobernabilidad del país, sin importar quién resulte electo presidente.
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El nuevo mapa político
Los resultados oficiales de la primera vuelta definieron la composición del Parlamento para los próximos cinco años. El PDC se consolida como la primera fuerza política, con mayoría tanto en Diputados como en Senadores, lo que le otorga la iniciativa en la conformación de las directivas de ambas cámaras y en la definición de la agenda legislativa nacional.
En la ALP el Partido Demócrata Cristiano (PDC) emerge como la bancada más numerosa con 65 representantes, pero está muy lejos de los 84 necesarios para la mayoría simple en el pleno y más aún de los 113 para los dos tercios requeridos en decisiones cruciales.
Le sigue la Alianza Libre con 51 escaños, posicionándose como la oposición natural si gana el PDC, o como un socio incómodo si triunfa Quiroga. Completan el mapa la alianza Unidad (33), Súmate (6), Alianza Popular (8) y un MAS reducido a su mínima expresión histórica (2). Además ha entrado en la Asamblea la primera representación indígena de forma directa, con la agrupación BIA-YUQUI.
En la Cámara de Diputados, el PDC controlará 49 escaños, Libre 39, Unidad 26, Alianza Popular 8, MAS 2 y Súmate 5.
Mientras que en el Senado, la correlación es: PDC (16), Libre (12), Unidad (7) y Súmate (1).
Este reparto configura una Asamblea sin mayorías absolutas, lo que obligará al nuevo Ejecutivo a buscar alianzas estables y a practicar un estilo de gobierno más dialogante y menos vertical.
El retorno del Congreso deliberante
Durante los últimos 20 años, el MAS gobernó con mayoría legislativa, lo que le permitió aprobar sin mayores obstáculos leyes, presupuestos y designaciones. Sin embargo, la nueva configuración rompe con esa tradición de hegemonía y da paso a un Congreso multipartidario donde el debate, la negociación y los acuerdos volverán a tener un papel protagónico.
Queda en evidencia que el próximo presidente no tendrá un parlamento sumiso ni alineado, sino una Asamblea donde el consenso será la única vía para evitar la parálisis institucional. El país entra en una etapa de cogobierno de hecho.
En ese contexto, la figura del presidente del Senado y del presidente de Diputados adquirirá un peso político con amplio poder, pues serán los articuladores del diálogo entre el Ejecutivo y las bancadas opositoras.
El rol decisivo del PDC
Con 65 legisladores, el PDC será el principal árbitro de la gobernabilidad. Su peso político le permitirá controlar la dirección de las cámaras y condicionar la aprobación de leyes claves, especialmente aquellas que requieren dos tercios de voto, como la designación de altas autoridades del Estado, los créditos internacionales o las reformas institucionales.
El desafío del PDC será evitar convertirse en un obstáculo para el Ejecutivo y, al mismo tiempo, mantener cohesión interna frente a las presiones de los otros bloques.
Si el PDC gana la Presidencia con Rodrigo Paz, deberá fortalecer esta alianza natural que ha encontrado con Unidad; y si gobierna Tuto Quiroga, el diálogo con el PDC será indispensable para asegurar la estabilidad.
Oposiciones con peso
Libre y Unidad, con 51 y 35 representantes respectivamente, conforman un bloque opositor de peso que puede inclinar la balanza en cada votación. Ambos partidos, aunque distintos ideológicamente, coinciden en su discurso de fiscalización al poder y en la necesidad de reformas estructurales para la independencia judicial, la lucha contra la corrupción y la recuperación económica.
A diferencia del MAS, que quedó con apenas dos representantes, estas nuevas fuerzas opositoras se perfilan como actores protagónicos en la definición de la agenda legislativa y en la construcción o bloqueo de consensos.
El ocaso del MAS y el fin de la hegemonía política
El Movimiento al Socialismo (MAS), que durante dos décadas controló la Asamblea y el aparato estatal, enfrenta ahora su representación más reducida desde su llegada al poder en 2006. Con solo dos legisladores y un representante en circunscripción especial, el MAS pasa a ocupar un rol simbólico más que decisorio, reflejando su pérdida de influencia tras la división interna entre “evistas” y “arcistas” en los últimos años del gobierno de Luis Arce.
La fragmentación del MAS y la irrupción de nuevas fuerzas regionales y ciudadanas marcan el cierre de un ciclo político dominado por el partido azul.
Tanto Rodrigo Paz como Jorge “Tuto” Quiroga llegarán al poder —si resultan electos— con la misma tarea: gobernar en minoría y construir acuerdos permanentes con una Asamblea diversa y demandante.
Fuente: El País.bo