La Paz de María Corina


Álvaro Riveros Tejada

 



Nunca mejor celebrado el día dedicado a la mujer, que, con el merecidísimo Nobel de La Paz, fue otorgado a la heroína democrática venezolana Corina Machado.

 

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De la misma manera, crece el temor y la intolerable impaciencia que sienten los “zurdopatas”, temiendo el desembarque de miles de marines norteamericanos en las playas de Venezuela, para capturar, al sátrapa colombiano y actual dictador venezolano, Nicolás Maduro, tal como lo hicieron en Granada un 25 de octubre de 1983, en una operación militar llamada “Furia Urgente”, que culminó con el derrocamiento del gobierno militar que había tomado el poder tras un golpe de Estado y la ejecución del primer ministro de entonces, Maurice Bishop, que estaba estrechamente ligado a Cuba y a la Unión Soviética.

 

Seis años más tarde, en una operación militar llamada “Operación Causa Justa” fuerzas militares norteamericanas  invadieron Panamá, con el objeto de capturar al Gral. Antonio Noriega, a la sazón gobernante de facto de ese país y acusado por EE. UU. de narcotráfico, fraude electoral y violaciones a los derechos humanos.

 

Si bien es cierto que dichas acciones militares fueron exitosas, no es menos cierto que esa victoria, hábilmente manejada por los comunistas derrotados, dio origen al ascenso de un ánimo gradual de antipatía por esa política intervencionista norteamericana hacia Latinoamérica. Este sentimiento fue astutamente capitalizado por Fidel Castro, Lula Da Silva, Hugo Chávez y otros, para la creación de la organización criminal y narcotraficante más poderosa del continente, como el Foro de Sao Paulo, Foro de Puebla y bajo la egida del Socialismo del  siglo XXI.

 

A la luz de lo anteriormente expuesto y en lo que a la campaña militar desplegada por los EE.UU. hacia Venezuela atañe, podemos colegir, sin temor a equivocación que, para el feliz desempeño de esta tarea ha sido destacada toda la inteligencia militar norteamericana, atinadamente asesorada por el Jefe del Departamento de Estado Marco Rubio, quien sabrá afinar los procedimientos que incluyan hasta los de política interna de los países de la región, eventualmente intervenidos.

 

En nuestra opinión, hasta el insólito anhelo de Donald Trump de obtener el premio Nobel de La Paz en medio de un clima bélico, o su afán de cambiar el nombre del ministerio de defensa por el de ministerio de la guerra, más que una aspiración inicua e incoherente, hacen parte de la estrategia a la que hacemos referencias líneas arriba, donde su intervención,  al igual que en la guerra de Gaza e Israel, en el canje de rehenes, le granjeó muchas simpatías.

 

Ahora bien, en lo que al ajedrez venezolano se refiere, nos podríamos aventurar a afirmar que la jugada Trumpista fue de un excelente “Gambito de Dama”, una de las aperturas más famosas y antiguas del ajedrez que, en términos políticos, puede significar una jugada audaz o un sacrificio estratégico inicial para conseguir una ventaja más grande después, como fue el “sacrificar” el discutido galardón noruego y conformarse de inmediato con su merecido otorgamiento a la paladina venezolana, que le granjeó la simpatía perdida  de muchísimos latinoamericanos y que su campaña antiterrorista y antinarcóticos sea exitosa. De tal forma que su triunfo se constituya también en La Paz de María Corina.