Tras alcanzar la fama global siendo adolescente, el actor de “Muerte en venecia” lidió durante años con las repercusiones emocionales de un reconocimiento que nunca buscó.
Por Antonela Rabanal

Fuente: Infobae
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Durante la noche del 26 de octubre, se dio a conocer la muerte de Björn Andrésen, actor que el público joven recordará por su impactante papel en Midsommar, pero los veteranos amantes del cine lo ubican como “El niño más hermoso”, que protagonizó la polémica película Muerte en Venecia.
Björn tenía 70 años al momento de su muerte, pero además, decenas de recuerdos oscuros de su debut en el cine.
La vida de Björn Andrésen dio un giro radical cuando fue elegido como el rostro de la perfección adolescente en la película Muerte en Venecia.
La producción, estrenada en 1971 bajo la dirección de Luchino Visconti, situó al actor sueco de 15 años en el centro de una atención internacional implacable.
En sus últimos años, vivía en Estocolmo y, durante su vejez, ofreció una imagen alejada de aquel ícono juvenil. Durante una entrevista con The Guardian, el artista abordó su experiencia personal con las figuras que lo rodearon por ese entonces.
“Le diría a Visconti: ‘Que se joda’”, lanzó con franqueza. Según su testimonio recogido por el medio británico, “Luchino era un depredador cultural que habría sacrificado cualquier cosa o persona por su obra”.
La filmación de Muerte en Venecia involucró exigencias que Andrésen recordó como situaciones incómodas y perturbadoras, desde sonreír y desfilar hasta despojarse de la ropa frente al equipo.

Durante la audición, cuyo archivo fue incluido en el documental The Most Beautiful Boy in the World, el joven aparenta fragilidad y desorientación mientras el director y sus asistentes evaluaban su cuerpo.
“Nunca he visto tantos fascistas ni idiotas como en el cine y el teatro”, declaró el propio Andrésen a The Guardian.
El entorno en el que Björn Andrésen creció acentuó su vulnerabilidad. Tras la muerte de su madre, fue criado por su abuela, quien lo impulsó a participar en castings y rodajes desde pequeño.
Antes de Muerte en Venecia, ya tenía experiencia cinematográfica en A Swedish Love Story, dirigida por Roy Andersson. Según relató en la prensa británica, el rodaje de la película de Visconti le pareció en principio “un trabajo de verano”, aunque la soledad fue una constante durante toda la experiencia.
En el set, Visconti imponía un ambiente rígido, prohibiendo al equipo acercarse al joven durante las filmaciones y llevándolo a lugares de la vida nocturna al finalizar las jornadas.

El vínculo con Dirk Bogarde, protagonista de la película, se limitó a lo profesional. “La última cosa que Björn quería era estar en el mundo del cine”, señaló Bogarde en sus memorias.
Por otro lado, la fama mundial generó situaciones traumáticas. En la premiere de la película en Cannes, Andrésen se vio “rodeado por multitudes voraces”, describiendo la situación como “una pesadilla viviente”.
El documental dirigido por Kristina Lindström y Kristian Petri utiliza imágenes de esa conferencia de prensa, donde la prensa reía ante los comentarios de Luchino Visconti acerca de su aspecto, mientras él permanecía desconcertado.
“Sentí que me usaban como un objeto”, reconoció Andrésen en entrevista con los realizadores de The Most Beautiful Boy in the World.
La notoriedad generó dificultades en su vida cotidiana. “No es ético dejar que un joven de 16 años cargue con la promoción de una película”, sentenció el actor, explicando los efectos que esa exposición tuvo durante su adolescencia.

El fenómeno se extendió fuera de Europa. En Japón, la repercusión de Muerte en Venecia impulsó el surgimiento de la figura “Bishōnen” en el anime, basada en jóvenes de belleza andrógina. Durante su estancia en el Asia, el ritmo de compromisos obligó a Björn Andrésen a ingerir pastillas para soportar los eventos.
Mientras tanto, el interés de Hollywood y otros países se limitó siempre a la apariencia del actor. Durante su estancia en París en los primeros años de la adultez, el actor vivió bajo el patrocinio de un hombre mayor y fue objeto de atención constante, aunque prefirió no detallar públicamente esa etapa.
El documental también explora el dolor personal de Andrésen, marcado por tragedias como el suicidio de su madre y la muerte prematura de uno de sus hijos.
“No tengo más demonios”, expresó en referencia a las luchas internas que lo acompañaron durante años. “Les puse nombre, los despedí y desaparecieron”.
A pesar de todo, Andrésen mantuvo su vínculo con la actuación. A los 66 años, aceptó definirse como actor tras mucho tiempo resistiéndose a ese título.

En 2019, participó en la película Midsommar, interpretando a un personaje que muere en una ceremonia ritual, hecho que consideró “un sueño” dentro del género de terror.
“Recibí una sobredosis de atención 50 años atrás”, admitió, explicando que su intención actual no pasa por el interés mediático, sino por colaborar con amigos como los directores de su documental.
Según señaló Kristian Petri en The Guardian, el documental permitió que la retirada estrella retomara la narración de su propia vida. Su colega Kristina Lindström explicó en el mismo medio que buscaban dar un enfoque cinematográfico “hermoso”, a la altura de la estética de Muerte en Venecia.
Para Björn Andrésen, la figura de Tadzio quedó atrás. El documental The Most Beautiful Boy in the World retrata la experiencia de un joven lanzado a la fama y la explotación, con secuelas de largo plazo.
“Todavía estamos sentados aquí hablando de la película 50 años después”, puntualizó el actor en sus conversaciones con The Guardian.