Las ofertas electorales, entre las promesas sin sustento y una realidad que golpea la economía boliviana


A casi tres semanas de la segunda vuelta electoral, la campaña se ha transformado en una carrera de ofertas dirigidas a un electorado golpeado por la inflación, la falta de dólares y la creciente incertidumbre social.

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Los binomios políticos en carrera para la segunda vuelta.

Fuente: ANF

Mientras un binomio apela a bonos, viviendas y educación gratuita para captar la simpatía de las familias, otro promete traer millonarios recursos internacionales y abrir el país a la inversión privada. En ambos casos, las propuestas generan esperanza, pero también despiertan dudas sobre su viabilidad real. Dos analistas piden que los planteamientos asienten en la realidad.



Dos binomios: Rodrigo Paz y Edman Lara (PDC), por un lado, y Jorge Quiroga y Juan Pablo Velasco (Alianza Libre), por el otro, están en medio de la campaña electoral por la silla presidencial, en una segunda vuelta que se celebrará por primera vez en la historia democrática el 19 de octubre. El día será decisivo para la elección del próximo gobierno.

El Partido Demócrata Cristiano (PDC), con Edman Lara como candidato a la vicepresidencia, ha puesto sobre la mesa una serie de propuestas sociales de alto impacto. Entre las más llamativas se encuentra el incremento de la Renta Dignidad hasta Bs 2.000, una medida que busca ampliar el alcance del beneficio destinado a los adultos mayores. Lara también planteó la creación de un plan de viviendas accesibles, con créditos hipotecarios al 3% de interés y sin cuota inicial, destinados a jóvenes y familias de ingresos bajos y medios. A estas iniciativas se suma la idea de garantizar el ingreso gratuito a universidades públicas y privadas, junto con programas específicos para madres de familia, como una “billetera móvil” para cubrir gastos básicos.

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Este paquete de medidas sociales apunta directamente a los sectores más vulnerables y busca generar un efecto inmediato en la vida cotidiana de la población. Sin embargo, han sido recibidas con incredulidad por parte de analistas económicos y líderes de opinión, quienes las califican de inviables o demagógicas. Las dudas giran, sobre todo, en torno a la capacidad financiera del Estado para sostener un aumento tan alto de la Renta Dignidad y financiar créditos masivos para viviendas sin afectar aún más al déficit fiscal.

El presidente del Colegio de Economistas de Tarija, Fernando Romero, advierte que “hay ofertas y ofertas, hemos escuchado en particular al candidato del PDC a la vicepresidencia, realizar tantas ofertas que, si bien pueden responder a una expectativa de carácter social, pero algunas parecen poco sostenibles”.

Puntualmente observó el ofrecimiento de una renta de jubilación de Bs 2.000 mensual teniendo solo como fuente de ingresos los recursos que se generen por la eliminación de las rentas que reciben los exmandatarios. “Eso no es posible”, dijo.
Cada exmandatario recibe una renta vitalicia de Bs 25.000, al año se requiere un presupuesto de Bs 2.400.000 para cancelar a los ocho expresidentes y exvicepresidentes que reciben este beneficio: Guido Vildoso, Jaime Paz Zamora, Carlos Mesa, Eduardo Rodríguez Veltzé, Jorge Quiroga Ramírez, Víctor Hugo Cárdenas, Evo Morales Ayma y Álvaro García Linera. Mientras que para cubrir la Renta Dignidad en 2025 se presupuestó Bs 5.529 millones para 1.296.543 adultos mayores.

El economista Joshua Bellot hace notar la contradicción interna dentro del PDC. Por ejemplo, citó la política de bonos que mencionó Edman Lara, pero que no está dentro del programa del PDC que fue presentado ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE), “y Rodrigo Paz no la ha dicho. Entonces, ahí sí, hay una contradicción interna en el partido que tendrán que trabajarla para que no genere confusión”.

Por otro lado, la Alianza Libre, con Jorge “Tuto” Quiroga como candidato presidencial, plantea un enfoque diferente. Su propuesta estrella es un plan de rescate económico inmediato, que pretende movilizar entre 10.000 y 12.000 millones de dólares provenientes de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial. Con estos recursos, Quiroga promete estabilizar la economía, garantizar el acceso a divisas y normalizar el mercado cambiario.

El analista en temas económicos Joshua Bellot considera que técnicamente esa propuesta es “complicada, es muy difícil. No creo que se logre hacer”, comenta, al observar “que el déficit fiscal pueda ser financiado por la deuda externa”.

“Vamos a garantizar a la gente que tengamos dólares, que se acaben las colas de diésel y gasolina y que pare la inflación- Papá Noel no trae dólares, el gobierno tiene que conseguir los dólares”, dijo Quiroga a su retorno de Estados Unidos, donde, según dijo, se reunió con organismos internacionales para tener soluciones a la crisis económica en el país.

Además, la Alianza Libre propone atraer inversión extranjera directa en sectores estratégicos como el litio y los hidrocarburos, avanzar en la industrialización de materias primas, y reestructurar empresas públicas deficitarias, lo que podría implicar su cierre, privatización parcial o transferencia a los trabajadores. También plantea un proceso de descentralización, con mayor autonomía financiera para las regiones.

Las dos visiones contrastan de manera clara. Mientras el PDC busca apelar al bolsillo y a las necesidades inmediatas de la gente con promesas sociales de alto impacto, la Alianza Libre pretende ofrecer soluciones estructurales, apoyadas en el financiamiento internacional y en el retorno de la inversión privada.

No obstante, en ambos casos existe un componente de promesas difíciles de concretar. Las medidas del PDC podrían ser vistas como atractivas, pero corren el riesgo de catalogarse como demagogia electoral al no contar con respaldo presupuestario. Por su parte, el plan de Quiroga, aunque más ligado a la macroeconomía, enfrenta el escepticismo sobre la rapidez y las condiciones bajo las cuales organismos multilaterales estarían dispuestos a desembolsar sumas millonarias, pero además, por el posible impacto social de las medidas que se vayan a adoptra.

Promesas sin claridad
Bellot en su análisis comenta que los dos binomios prometen reducir el Estado, es decir el déficit fiscal, aunque “no sabemos cómo, no sabemos el detalle, pero obviamente se tiene que pensar en una reducción del aparato estatal”.

“Nos dicen: vamos a reducir el Estado, eso es lo importante, pero el detalle lamentablemente no sabemos. Aunque si bien se ha sugerido que uno de esos caminos es retirar la subvención de los hidrocarburos, que significa más de la mitad del déficit fiscal, tampoco se sabe sobre cómo porque es un tema sensible.

Fernando Romero recomienda que las decisiones de cara al 19 de octubre, cuando se celebre la segunda vuelta, no sean asumidas con el “corazón”, sino con “cabeza fría” de manera “racional, porque el país requiere medidas que probablemente sean “impopulares”, pero necesarias”, debido al contexto económico que enfrenta Bolivia.

“Va a ser duro, complicado, pero es mejor pasar un mal momento, un año o dos años para luego tener una economía que crezca y que ya no repita sus ciclos debido a una economía que ha sido administrada y manejada pensando que el Estado siempre va a tener dinero y que debería ser el único encargado de resolver los problemas”, sostuvo.

Cree que el electorado “debe votar de manera informada, con un criterio propio, donde el voto debe ser inteligente, racional y pragmático”, comenta. Los ciudadanos y ciudadanas deben analizar a fondo cuál es la mejor propuesta y “no por apasionamientos porque te cae bien o te cae mal”. El 19 de octubre se decidirá el futuro del país para los próximos cinco años.
Por su parte, Bellot dice que los bonos en sí mismos no son malos, porque las políticas públicas son fundamentales; sin embargo, precisa que es importante definir el momento más adecuado para ofrecer e implementar, porque no puede plantearse cuando “no hay dinero. Hay que hacer las cosas bien para reconstruir la economía del país, pero no necesariamente hay una gran demagogia en algunas de las propuestas”.

En este contexto, la segunda vuelta no solo enfrenta a dos proyectos políticos distintos, sino también a dos narrativas de campaña: una que promete soluciones inmediatas y directas, y otra que apuesta por un viraje económico con la mirada puesta en el mediano plazo.
 

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