La preparación de las masitas representa un acto de amor y una forma de mantener viva la creencia de que, a través de estos alimentos, se honra la visita de las almas de los difuntos.
Milen Saavedra
Fuente: Red Uno
Con la proximidad de la festividad de Todos Santos, la tradición de elaborar las famosas tantawawas (masitas para los difuntos) activa el comercio y el fervor religioso en Bolivia, especialmente en el occidente del país y, de manera notable, en los valles cruceños.
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Esta costumbre, que combina el recuerdo de los seres queridos con la gastronomía artesanal, encuentra en reposteras como Doña Rosa Vargas a sus principales guardianes.
Una tradición que une a la familia
Doña Rosa Vargas, una panadera repostera de los valles cruceños, lleva aproximadamente diez años dedicándose con su familia a la elaboración de estas masitas especiales, comenzando su trabajo días antes del 1 de noviembre, fecha en que se arman las mesas de ofrendas.
Según Doña Rosa, la importancia de estos productos trasciende lo culinario:
«Las masitas se hacen para hacer rezar, cuando reza la gente se les alcanza platito», explicó, haciendo referencia al intercambio de oraciones por alimento, un pilar de la celebración.
El sabor de la devoción agota la producción
La calidad y el cariño con que Doña Rosa y su familia preparan las tantawawas son tan reconocidos que toda su producción de este año ya ha sido comprada, restándole solo la tarea de entregar los pedidos antes del sábado 1 de noviembre.
Este año, la familia Vargas ha manejado grandes cantidades de materia prima para satisfacer la demanda: «Hemos usado un quintal de harina para la fruta de maíz y tres arrobas de enmantecada,» detalló.
Entre las variedades que más se buscan para adornar las mesas de Todos Santos, destacan las populares frutas de maíz y las enmantecadas, junto con los rollitos. También elaboran rosquitas, bizcochitos y las tradicionales empanadas de galleta.
La preparación de las masitas, desde el amasado y el moldeo hasta el horneado, representa un acto de amor y una forma de mantener viva la creencia de que, a través de estos alimentos, se honra la visita de las almas de los difuntos.
