El 19 de octubre el pueblo decidió: ganó Paz Pereira y aunque algunos aún desubicados no quieran aceptar su transparencia, su adversario Quiroga Ramírez reconoció su victoria y tendió la mano para trabajar juntos por la gobernabilidad del país. Con ello, Tuto dio una muestra de democraticidad y de compromiso por el país, más allá de apetencias y entusiasmo personales (tales como la angurria del perdedor en primera vuelta Reyes Villa, “vendiéndose” como “la mejor opción de alianza” con matemáticas garcialinerianas, sin entender que el apoyo de LIBRE es “sin retribución”).
El Paz Pereira que ha aflorado desde la noche del 19 de octubre me está en consonancia con el de antes del 17 de agosto: conciliador y aperturista en política, modernizador y liberal en economía, no con el confuso y a la defensiva en el intermedio. Quizás fue el síndrome Lara, espero ya subsanado el descontrol entre ambos y alineados para los retos del próximo quinquenio.
El gobierno de Paz Pereira tendrá muchos retos, pero dos grupos de ellos serán principales: sanear la economía y promover desarrollo en todo el país; eliminar la corrupción, acabar con la narcoeconomía y dignificar la justicia. Eso se logra reinsertando a Bolivia en el mundo democrático —uno sin dictaduras ni dogmatismos totalitarios—, abriendo el país a todos los mercados sin compromisos ideológicos y recuperando la inversión extranjera para las áreas donde sea necesaria: ni “nacionalizaciones” por veleidosidades wokistas bajo discursos pseudonacionalistas que rompieron el ciclo virtuoso del crecimiento de nuestra industria gasífera (de la que, sin rubor, se ocuparon en dilapidar los capos masistas a la vez que la castraban sin inversión —las muy anunciadas de Pdvsa y Gazprom fueron eso sólo: anuncios y nada más) ni negociados disfrazados de “inversiones” inútiles (Bulo Bulo, Plantas Separadoras de Líquidos, San Buenaventura…) ni repartir el Estado entre conmilitones sin méritos mientras se ahogaba a las regiones. El otro gran reto del nuevo gobierno será la reconciliación nacional: entre regiones; entre Las Bolivias urbanas y Las Bolivias rurales; entre criollos, mestizos —invisibilizados desde el censo de 1950— e indígenas; el recuperar la nacionalidad boliviana, la de las provincias del Alto Perú —Las Bolivias que por vocación crearon nuestro país— que lucharon por sus independencias hasta 1825 (Charcas, La Paz, Cochabamba, Potosí y Santa Cruz y las que posteriormente surgieran de ellas) y fueron a la Asamblea Deliberante a crear una República federal —ése era el mandato— que Bolívar frustró, en su ímpetu unitario de la Gran Colombia; potenciar las regiones a través de verdaderas autonomías con pactos fiscales que distribuyan lo poco o lo muchos entre todos; el dignificar realmente los pueblos indígenas más allá de discursos que no confirmaron ejercicios de sus derechos (más allá de los vivos corruptos que aprovechaban su llunkherío al Poder) e integrarlos en la nación: una y no muchas supuestas existentes sólo en papel (y ni en él, que ya en el censo de 2012, a pesar de todos sus desaciertos, sirvió para no encontrar una media docena de las 36 “constitucionalizadas” por los asesores neomarxistas españoles). Y también recuperar la República de Bolivia, surgida el 18 de octubre de 1825 y refrendada en el artículo 11 de la Constitución de 2009 y cambiada por un Decreto Supremo (de menor prelación constitucional): el 0048/2009.
Habrá muchas más tareas, sin dudas, y requerirán el consuno de todos los que realmente quieran impulsar el país. Pero hay otras dos que deben ser abordadas: institucionalizar el ejercicio democrático de la política a través de organizaciones tales y educar en democracia, valores, derechos y deberes a la juventud —nuestro bono demográfico de futuro—, urgida de ello tras el embargo de tales nociones durante casi tres decenios de peleas políticas y de un dicenio bajo el sistema de partido único… aunque dejara que pensáramos de pluralidad.
Sólo así, todos los hombres y mujeres de buena voluntad de cualquier edad —hombros juntos e iguales, hoy, con Paz Pereira— reconstruiremos la Bolivia: Las Bolivias que esperamos todos.
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José Rafael Vilar
