Ni los tuits ni Fassil: las dos verdades que Velasco no quiere admitir


 

En los últimos días, el candidato a la Vicepresidencia de LIBRE, Juan Pablo Velasco, mintió dos veces.



Primero, negó los tuits racistas pese a las evidencias públicas.

Segundo, dijo no tener vínculo con el Banco Fassil, cuya quiebra dejó enormes dudas. Las evidencias documentales demuestran que fue socio.

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En campaña, la credibilidad es el eje invisible de toda estrategia. En el plano ético, se traduce en la sinceridad, que consiste en decir la verdad incluso cuando incomoda. La sinceridad proyecta honestidad consigo mismo; su ausencia, en cambio, revela la disposición a mentirle al país.

Estas dos falsedades erosionan la imagen de Velasco entre el electorado de clase media informada, el más sensible a la incoherencia y la discriminación, venga de donde venga.

Posibles consecuencias: los votos que estaban migrando hacia el binomio Quiroga–Velasco se detienen antes de llegar… y muchos se desvían hacia el voto blanco o nulo. No van al binomio Paz – Lara porque ahí hay otro ahuyentador de votos.

En política, la coherencia no siempre gana elecciones, pero la mentira las puede perder.

Además, no se niega la verdad gritando: mentira, mentira, mentira, o insultando, sino demostrando. Y quien tiene que demostrar no son los «fans» del candidato a través de las redes sociales, sino él mismo mirándole al país.