«Nos hacían comer carne humana»: La escalofriante secta caníbal enclavada en Sudamérica


La historia se conoció cuando un hombre denunció el rapto de su familia.
Imagen ilustrativa

Fuente: https://actualidad.rt.com

La inusual denuncia que hizo un hombre en una Casa de Justicia, en la ciudad colombiana de Medellín (Antioquia), dejó a los presentes impactados e incrédulos.

En un artículo de El Tiempo se recoge el relato de un padre que acudió ante las autoridades locales para alertar que su esposa e hijos, que habrían sido cooptados por una secta llamada La Misión, fueron obligado a comer carne humana.



El hombre, cuyo identificación fue protegida por el medio, se presentó el 23 de septiembre del 2003 en la Casa de Justicia del barrio Villa del Socorro, una zona popular del noroeste de Medellín, para decir que su esposa, con la que tenía 16 años de matrimonio, lo había abandonado por el presunto líder de La Misión.

Conforme a su exposición, la nueva pareja de su esposa mantenía a sus tres hijos en una finca «donde realizaban ritos extraños con cadáveres recién enterrados y consumían carne humana«.

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«Nos vigilan día y noche»

Al día siguiente, la mujer fue citada a la Casa de Justicia. El personal que laboraba en el lugar aseveró que ella estaba «muy tranquila y lúcida» y que «era muy clara al hablar», por lo que, a primera vista, se descartaba que padeciera de alguna condición neurológica.

En el mismo lugar donde rindió testimonio su esposo, sostuvo que dos meses atrás su actual pareja la esperó en un taxi, acompañada de dos jóvenes, y la obligó a irse a un predio ubicado en las afueras de la capital antioqueña.

«Nos vigilan día y noche«, habría dicho la mujer al referirse a su estadía en aquella finca, a la que también se llevaron a sus tres hijos. Para salir a zonas aledañas, ella debía dejar a uno de los pequeños, como garantía de que no se escaparía.

«Ahora viene lo mejor»

Los jóvenes que habrían estado en el auto durante su rapto, según el relato de la mujer, acudieron a un cementerio cercano para robar un cadáver y trasladarlo a la finca. En la noche, los supuestos integrantes de la secta hicieron rezos alrededor del cuerpo, en presencia de todos.

Una semana después de haber presenciado ese extraño rito, uno de los miembros de la secta preguntó a los comensales cómo se sentían con la comida, a lo que respondieron que les había parecido buena.

«Ahora viene lo mejor», dijo el joven, quien procedió a mostrarles a los comensales una gran olla que tenía en el fondo una cabeza humana. Aparentemente, esa extremidad pertenecería al cadáver que habían robado.

«Nos hacían comer carne humana. Sabía a marrano [cerdo]», comentó la mujer. Al enterarse de lo ocurrido, ella llamó por teléfono a una hermana, que alertó a la Policía. En el lugar fueron capturados los dos jóvenes, pero el líder de la secta se escapó.

Los detenidos fueron investigados por rapto y robo de cadáveres, según el trabajo de El Tiempo que recogió los eventos más sorprendentes denunciados ante las Casas de Justicia, que fueron creadas en 1995.