¿Por qué Rodrigo y Lara lograron ese posicionamiento de renovación? Desde el año 2005 —cuando Evo obtuvo su primera victoria— las elecciones fueron disputadas por los mismos candidatos.
Jaime Navarro Tardío
Rodrigo Paz Pereira ganó el balotaje del Bicentenario. Logró conformar un binomio representativo de la realidad nacional, interpeló al símbolo del pasado y cautivó el masivo voto nacional popular. Logró conformar un equipo económico que dio solvencia a su programa de contención de la crisis; el respaldo de José Luis Lupo, la novedad en la primera vuelta, generó certidumbre y contuvo la migración de votos de Samuel y Manfred.
Evo Morales y el masismo dominaron la política durante veinte años. Lideraron un proceso de inclusión social incuestionable, pero también es incuestionable su responsabilidad en el colapso de la economía nacional. Rifaron el proyecto corrompiéndose hasta niveles impensables; asaltaron y despilfarraron una bonanza histórica, cometieron excesos y delitos en sus vidas públicas y privadas. El poder absoluto los corrompió absolutamente.
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En la primera vuelta, el candidato que aparecía en quinto lugar en las encuestas resultó ganador. Rodrigo logró posicionarse como la renovación del proceso electoral. Quienes ocupaban los primeros lugares en las preferencias electorales lo vieron pasar como un cometa. Después del fracaso socialista, la crisis energética, la recesión y la galopante inflación, la población que antes votaba masivamente por el MAS le retiró su confianza. El voto popular se redistribuyó entre el binomio Paz–Lara y el voto nulo, promovido por Evo.
¿Por qué Rodrigo y Lara lograron ese posicionamiento de renovación? Desde el año 2005 —cuando Evo obtuvo su primera victoria— las elecciones fueron disputadas por los mismos candidatos. Ese año estuvieron en la papeleta electoral Evo, Tuto y Samuel. En 2009, la papeleta registró las fotos de Evo, Manfred y Samuel. En 2014, los mismos rostros: Evo, Samuel y Tuto. En 2019, en medio de una gran turbulencia, compitieron Evo, Mesa y Ortiz; Samuel y Tuto declinaron sus candidaturas y respaldaron a Mesa. Recordemos que esa elección fue anulada por el grosero fraude electoral perpetrado por Evo. Finalmente, en 2020, los candidatos fueron Arce, Mesa, Camacho y Chi. La foto de Tuto permaneció en la papeleta pese a haber declinado días antes de la elección.
Los jóvenes de 18 años que votaron por primera vez en 2005 hoy tienen 38, y su experiencia democrática se ha desarrollado viendo a los mismos políticos y candidatos. Como dirigente político y candidato, luchamos incansablemente para hacer frente a Evo. La ola evista era incontenible y las derrotas inevitables, pero ofrecimos resistencia, a costa de agotar la imagen de los candidatos defensores de la democracia. En el ocaso de Evo y del masismo, la ciudadanía expresó una clara inclinación por renovar el escenario político: la gente buscaba nuevos rostros.
En el año del Bicentenario, la papeleta electoral tuvo una ausencia fundamental: Evo Morales. El Tribunal Constitucional Plurinacional le dijo “nunca más candidato a presidente”. Surgieron nuevos rostros, fragmentados entre los populistas, pero la contra campaña que les hizo Evo terminó asfixiándolos.
En el bloque democrático figuraban Samuel, Tuto, Manfred y Rodrigo Paz Pereira. Los candidatos de las últimas seis elecciones compartían papeleta con un rostro nuevo. Rodrigo llegaba con un importante currículo político —exdiputado, exalcalde y exsenador—, pero lo destacable era que se trataba de su primera candidatura presidencial. Era, sin duda, la cara nueva.
Tuvo el acierto de llevar como compañero de fórmula a un desconocido: un policía que había enfrentado a sus superiores por denuncias de corrupción. Un personaje polémico, disruptivo y de origen socioeconómico y cultural popular. No era un “culito blanco”. Ocupaban el quinto lugar en las encuestas y ganaron la elección. Fue el efecto renovación.
En la segunda vuelta, el balotaje, la campaña fue brutal. La escasez de carburantes alcanzó niveles críticos; las filas interminables en las gasolineras y la inflación galopante alimentaban expectativas negativas. El elector necesitaba con urgencia señales de certidumbre económica y ver equipos humanos con la solvencia necesaria para encarar el descalabro económico y sacarnos de la asfixiante crisis.
Concurrieron a respaldar a Rodrigo Paz profesionales de gran talla: Gabriel Espinoza, Mauricio Medinacelli, y, en el último tramo, José Luis Lupo, la estrella de la primera vuelta. Las dudas se disiparon: los renovadores ofrecían certidumbre económica. El binomio comprometió ajustes severos, aunque graduales, para disminuir el déficit fiscal, y paralelamente ofreció incrementar el bono a la tercera edad. ¿Demagogia? Tal vez, pero fue un hecho que marcó diferencia con la radicalidad que proponía Tuto.
El candidato del centro político ganó el balotaje: la opción representativa de la realidad nacional. Su victoria en 6 de los 9 departamentos, le otorgó una amplia legitimidad para asumir el poder, enfrentar la crisis económica y reconstruir la democracia.
Comienza un nuevo tiempo. El nuevo presidente debe demostrar talla política: convencer, concertar y pactar. La Asamblea Legislativa será el escenario principal; la ciudadanía esperanzada estará vigilante, esperando resultados. Necesitamos ver a un líder sin mancha, firme en sus decisiones e inflexible en la lucha contra la corrupción. Solo así podrá cumplir su promesa de campaña: SALVAR LA PATRIA !!!.
Jaime Navarro Tardío
Político y ex Diputado Nacional.