Reacciones tras la victoria de Rodrigo Paz. La apuesta electoral de Rodrigo Paz se gestó hace años sobre una premisa fundamental: caminaría desde la oposición pero en solitario. Desconfió de la “unidad” de la derecha, que no se materializó, y supo leer que el MAS no se reconciliaría. Decodificó mejor los mensajes para la base popular
Con los datos aún calientes sobre la mesa – 54,4 a 45,5 según el Sirepre – y Bolivia dirigiéndose a un cambio de ciclo con la elección de Rodrigo Paz Pereira como presidente, las reflexiones iniciales empiezan a apuntar las claves que marcarán este nuevo tiempo.
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En general hay un consenso en el que se ha impuesto “lo nuevo” sobre “lo clásico”, aun cuando Rodrigo Paz no es ningún outsider y aunque haya salido muy favorecido en el contraste con Tuto Quiroga ahora y con Samuel Doria Medina, Manfred Reyes Villa o el propio Johnny Fernández antes. El propio Ronald McLean, exalcalde de La Paz, figura de ADN y poco sospechoso de infiltrado socialista, venía advirtiendo de que las recetas viejas de Tuto Quiroga no funcionarían.
Los binomios
Rodrigo Paz y Edman Lara conformaron su binomio unos días antes de la inscripción de la candidatura: Paz aportaba experiencia, pero también una suerte de renovación pese a una carrera de 22 años en la que ha conocido desde las catacumbas del Congreso hasta la gestión municipal, tanto desde el legislativo como desde el ejecutivo. Esto sin contar una vida entera al lado de su padre, Jaime Paz Zamora, vicepresidente de Bolivia en el 82 y Presidente del 89 al 93. Buen orador, buena presencia, cierto manejo de redes y una obstinación que le dio vigencia.
Edman Lara venía de fuera, un outsider de segunda generación, es decir, todo lo contrario a aquellos millonarios que después de tenerlo todo quieren probar las mieles de la política – Trump, Macri, Piñera, el propio Noboa… -, sino un genuino representante popular, expulsado de la institución más denostada del país según encuestas – la Policía – justamente por denunciar corrupción. Lara estudió derecho y vendió ropa usada mientras crecía en esa academia de política elemental en que se ha convertido TikTok.
En esencia, Paz y Lara representaban “lo que los bolivianos somos” y esa ha sido su línea base de trabajo: ser, pensar, hablar, sufrir, vivir como boliviano. Sayuri Loza lo graficaba preguntándose cuáles serían las preocupaciones de JP Velasco en comparación con las más comunes de los bolivianos: que les roben el celular en el micro sin plata para comprarse otro, que su mamá se enferme de cáncer, que les obliguen a trabajar todos los días una hora más sin subir salario, conseguir una pega en un crocan pollo…
Y es que el binomio de Tuto Quiroga y Juan Pablo Velasco aspiraba a representar otra cosa: lo que los bolivianos queremos (o deberíamos querer) ser. Un Tuto recién casado echando toda la energía en una suerte de último baile mientras se codeaba con la flor y nata de la política hispanoamericana y un JP símbolo de la una nueva generación digitalizada que sueña hacerse rica desde su cuarto con ayuda de alguna App o un buen soplo crypto.
La oratoria de Tuto basada en la libertad individual – aunque fuera regalando por pedazos acciones de las empresas estratégicas – debía atraer a la clase media, y la historia de JP inspirar a los más jóvenes.
Paz y Lara se han impuesto, en buena medida, porque han sabido desbaratar esas imágenes idílicas con un par de estocadas certeras más allá de la del “racismo” expuesto en tuits del paleolítico, pero que JP y Tuto nunca supieron explicar. Rodrigo insistió en describir a un Tuto ausente del país, que solo aparece en elecciones o momentos que le den visibilidad – como en el mar -, y Lara le recordó a JP que es mucho más fácil ser emprendedor de éxito si tu papá es accionista de un banco. El hecho de que además haya quebrado es la cereza de la torta.
Las “sorpresas” de la primera vuelta
Tuto y Paz, con su Velasco y su Lara, fueron las sorpresas de la primera vuelta. El primero porque se impuso en la guerra enconada de la derecha luego de desbaratar a Samuel Doria Medina, y Paz porque recibió el caudal de votos popular que normalmente hubiera ido a un MAS unido, pero que se dividió entre funcionarios; amigos de Evo y convencidos de la renovación del proceso pasaba por Andrónico y que lo votaron pese a evidenciar sus carencias de liderazgo y desempeño.
La mayoría encontró su reflejo en Lara, y ahí fueron. Después de dos años de crisis económica, con analistas aseverando que la economía sería la clave que ordenaría el voto, los votantes volvieron a elegir al binomio que más se parecía al promedio de la nación. El clivaje no ha cambiado.
La estrategia del miedo
Otro mito derrumbado en esta campaña es el de la “estrategia del miedo”. No se habían acabado de contar todos los votos y ya circulaban memes de cuán masista era Edman Lara y cuanto Rodrigo Paz. A la mañana siguiente sus cuentas de redes habían sido rastreadas para identificar todo lo que tuviera que ver con el MAS y con Evo Morales. Todas sus intervenciones fueron minuciosamente analizadas para describirlo como un potencial riesgo para la nación… pero no ha funcionado.
Algunos analistas señalan que el propio plan de desgastar a Paz se convirtió en meme y dejó de ser efectivo. Otros están de acuerdo en que el asunto del racismo, por muy manoseado que haya estado, sigue funcionando. Por lo general se acepta la incapacidad de Tuto, como político de clase alta, de penetrar en clases populares a las que sigue sin darles confianza. Los datos por recinto siguen evidenciando esta incapacidad.
No es menor la “desaparición” de Javier Negre, un activista español pro ultra derecha internacional que en primera vuelta tomó un rol muy activo contra Samuel Doria Medina. Esencialmente reivindicó toda la derecha para Tuto Quiroga y le dio resultados positivos, sin embargo, algunos advierten que se pasó de frenada, lo que le impidió después sumar ese voto del centro – centro y mucho más, penetrar en sectores populares. Y ojo, el socio de Negre en Argentina, Fernando Cerimedo, estuvo en Bolivia almorzando con Rodrigo Paz al ser, casualmente, también “profesor de su hija”.
Rodrigo Paz, con un discurso más centrado y conservador, apelando a la tríada Patria, Dios y Trabajo, sin tener la necesidad de desmarcarse de su padre, Jaime Paz Zamora, símbolo de la izquierda socialdemócrata del último tercio del siglo XX en Bolivia, ha logrado canalizar el voto de los más moderados.
Un nuevo tiempo, definitivamente, ha comenzado.
Todas las propuestas diluidas en 2ª vuelta
La campaña de Rodrigo Paz y Edman Lara se han centrado sobre unos ejes transversales, aderezados además con propuestas muy concretas que sirvieron en la recta final de la primera vuelta, pero que se han ido diluyendo en la segunda vuelta.
Entre las líneas matrices de la campaña se encuentra la lucha contra la corrupción y la “destrucción del Estado tranca”, además ha sido prudente a la hora de cuantificar la necesidad de un crédito externo – tipo FMI o similar -, poniendo en duda que ese fuera el único camino a tomar. Este punto tiene una derivada directa que Paz y Lara tampoco han aclarado con rotundidad, que es sobre la devaluación: Paz ha hablado de “sincerar”, “unificar” y una “política de bandas” cambiarias en las que flote el dólar al estilo Milei, aunque no ha dejado claro en qué se sostendrá.
De la primera parte se deduce que Paz y Lara activarán mecanismos más ágiles para denunciar la corrupción y aumentar la transparencia, y además revisarán normativas para liquidar el “Estado tranca”, un concepto que Paz acuñó hace años y que se refiere al aparato profundo del Estado que no solo se pierde en la burocracia, sino que opera para evitar que se hagan cosas y se resuelvan problemas.
De la segunda parte Paz ha hablado de estimular a los empresarios bolivianos que han sacado sus dólares del país – 7.000 millones de dólares según sus propios cálculos – para que los devuelvan y así poder sostener las operaciones.
Sobre la coyuntura, Rodrigo Paz ha asegurado que tiene pactados acuerdos para importar combustible de forma urgente con pagos diferidos. En el mediano plazo se situaría el mantenimiento de la subvención a los hidrocarburos “para quienes la necesitan”.
Otras propuestas estrella de las que se habló en el final de la primera vuelta y se perdieron tras la llegada a la segunda estaba la nacionalización de los autos chutos; la elevación de la Renta Dignidad a 2.000 bolivianos (aunque luego se quedó en 500 no tan dignos), la renta universal para la mujer, convertir la Aduana en una empresa público privada, eliminar aranceles para todo lo que no se produce en Bolivia, etc.
Los tres momentos claves que decantaron el balotaje
“Si no cumple, lo saco”
Tras el éxito de la primera vuelta, los focos se pusieron sobre el binomio Paz – Lara que había volado bajo el radar. Los modos coloquiales y directos del capitán Lara, que habla el lenguaje popular de Bolivia por naturaleza y no por academia, causaron cierto revuelo entre sus no votantes. Sin embargo, salió reforzado entre sus votantes y sus potenciales votantes, llenando de matices un binomio no monolítico que, al final, ha sido el elegido.
“Matarlos a todos”
Hasta la recta final de la campaña del balotaje no se habían activado en modo rebelión los clivajes profundos del país: el racismo y el clasismo. Unos tuits antiguos de JP Velasco fueron detectados provocando la reacción. Desde Libre se optó por negarlo todo, aunque nunca se explicó porque se eliminó la cuenta de X registrada como válida por el propio candidato. En el debate vicepresidencial además se añadieron además los prejuicios sobre el hijo del banquero.
“Presidente Arce le ordeno”
Las tablas del debate presidencial del pasado domingo dejaron el asunto visto para sentencia, pero Paz aún aprovechó los últimos días para volver a enfundarse el traje de presidente en funciones y líder popular contra el “nefasto” gobierno de Luis Arce. Mientras Tuto Quiroga explicaba la macroeconomía y su método para salir de la crisis, Paz le “ordenó” al presidente hacer aparecer la gasolina.