El estudio para la conexión boliviana al puente del Mamoré marca un nuevo paso en la unión con Brasil.
Por Erika Segales
Fuente: El Deber
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El próximo gobierno, que asumirá el mandato del país en poco más de un mes, enfrentará un escenario complejo donde la política exterior ya no se limita a relaciones diplomáticas tradicionales, sino que debe responder a una presión ‘geoeconómica’ creciente, marcada por medidas como el arancel del 15% impuesto por Estados Unidos. Más allá de la coyuntura comercial, la verdadera prueba será reposicionar a Bolivia en la economía global, equilibrando intereses económicos, alianzas estratégicas y la defensa de la soberanía nacional.
Un informe del Laboratorio de Análisis de Políticas de Relaciones Internacionales y Diplomacia (Laprid) denominado “Más allá del comercio: aranceles, vulnerabilidad estructural, y diplomacia en la relación Bolivia- EEUU”, advierte que Bolivia se encuentra particularmente expuesta a los efectos de medidas de geoeconomía debido a su dependencia de exportaciones primarias, la falta de diversificación de mercados y las limitaciones diplomáticas que reducen la capacidad de reacción del país.
La vulnerabilidad de Bolivia frente a medidas de geoeconomía se evidenció con la política arancelaria de Estados Unidos aplicada en 2025. Inicialmente, en abril, el país enfrentó un arancel del 10 % sobre un conjunto específico de exportaciones estratégicas, que en agosto se elevó al 15 %.
“La geoeconomía es utilizar herramientas económicas para llegar a fines políticos. Y en ese sentido, lo que hemos hallado es que obviamente existe una sensibilidad mayor por parte de los productos no tradicionales, que llamaríamos la castaña, en este caso, o la nuez de Brasil, y también la quinua, respecto al arancel impuesto por Estados Unidos”, explicó el Economista y diplomático Rodrigo Burgoa autor del estudio junto a la politóloga e internacionalista Amanda Alurralde.
El informe señala que los productos bolivianos más afectados por la política arancelaria de Estados Unidos son: el estaño, la castaña, la quinua, el antimonio y el wólfram. “Estos cinco productos representan el 72% aproximadamente del total de las exportaciones bolivianas a Estados Unidos, lo cual también nos ha llamado la atención. Tenemos poca diversificación”, apuntó Burgoa.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2024 Estados Unidos se posicionó como el décimo segundo socio comercial de Bolivia, con exportaciones que alcanzaron aproximadamente $us 271,5 millones.
El estudio del Laprid advierte que aunque el total de la exportaciones a Estados Unidos representa el 3,04% del total de las exportaciones nacionales, en productos como la castaña o la quinua, que dependen de pequeños productores y comunidades rurales, los impactos sociales pueden ser profundos y regresivos si no existen redes de protección o mecanismos de ajuste adecuados.
Más que economía
El estudio del Laprid señala que el arancel impuesto a las exportaciones bolivianas no solo afecta la economía del país, sino que también funciona como un mensaje geopolítico para América Latina, marcando la posición de los países vecinos en la región.
Los autores del estudio consideran que desde el punto de vista del derecho internacional, la medida es cuestionable porque contradice principios básicos de la Organización Mundial del Comercio, como la igualdad de trato y la transparencia en las políticas comerciales, e indican que Estados Unidos ha incrementado el uso de acciones unilaterales bajo el argumento de la “seguridad nacional”, un concepto que resulta complicado de impugnar en foros multilaterales, lo que limita las respuestas internacionales.
Por su parte, el internacionalista Andrés Guzmán calificó como “lamentable” que Estados Unidos elevara el arancel boliviano al 15 %, cuando antes era del 10 %. Según Guzmán, la decisión responde a motivos políticos ligados a la postura ideológica “antiimperialista” del gobierno boliviano y sus antecesores.
Explicó que, según la lógica estadounidense, los aranceles más altos deberían aplicarse a países con superávit comercial con Estados Unidos, es decir, que venden más de lo que compran. Bolivia, en cambio, mantiene un déficit comercial con ese país, por lo que no existe una justificación económica clara para este incremento.
Otros países a los cuales también se fijo un arancel del 15% son Ecuador, Venezuela, Costa Rica, Israel, Japon y Corea del Sur. Aunque la medida geoeconómica se hace más evidente con el recargo adicional del 40% a Brasil que se suma al 10% impuesto anteriormente, que se considera una represalia por el juicio al ex presidente Jair Bolsonaro, a quien Trump considera un aliado.
Mirada al futuro
Guzmán advierte que será complicado para el nuevo Gobierno revertir el arancel impuesto por Estados Unidos a Bolivia, y señala que el primer paso debe ser restablecer las relaciones diplomáticas entre ambos países, una tarea que demandará cautela y estrategia.
“El próximo gobierno va a tener muy poco margen de maniobra para renegociar estos aranceles, debido a que las relaciones diplomáticas comerciales con Estados Unidos se estructuran y se plantean a largo plazo. El gobierno de Estados Unidos no cambia inmediatamente su postura solo porque ha cambiado el gobierno y hasta hace poco y durante mucho tiempo el gobierno boliviano ha sido contestatario y crítico”, manifestó.
El internacionalista Álvaro del Pozo también sostiene que la primera tarea del próximo gobierno debe ser reestructurar la diplomacia boliviana mediante una política exterior que trascienda la coyuntura de cada administración, incorporando de manera estratégica los aspectos comerciales y fortaleciendo la presencia de Bolivia en todos los organismos multilaterales, tanto políticos como económicos.
“Hay un reto de reingeniería de la diplomacia y de la construcción de una política exterior que vaya más allá de la coyuntura de un gobierno. Obviamente habrá países con los que compartimos valores culturales, donde la relación es naturalmente más fluida, pero no podemos cerrarnos a naciones con diferencias culturales como la India o China, que son estratégicas para nuestras relaciones comerciales. Con esos países también tenemos que mantener una relación bilateral amplia y productiva” indicó.
Con las reservas internacionales en caída, déficit fiscal creciente y una inflación que supera el 18%, el nuevo gobierno recibirá tendrá que definir si mantiene una política exterior reactiva o si apuesta por una estrategia más autónoma, capaz de reducir la fragilidad que hoy deja al país expuesto a shocks externos.
El Laprid recomienda que Bolivia adopte una estrategia integral que combine la diversificación efectiva de mercados y productos, con énfasis en agregar valor a minerales y agroalimentos, junto con una diplomacia económica que reactive negociaciones con la Unión Europea, la ASEAN y África, y que se acompañe de inversión en certificación e infraestructura logística.
Fuente: El Deber