Rosalía estrena ‘Berghain’ juntando a Blancanieves con la Virgen María: ¿cuál es el significado real del videoclip?


La estrella española recrea uno de los cuentos más emblemáticos de los hermanos Grimm.

Rosalía en «Berghain»

Fuente: Los 40 

 



 

 

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Rosalía abre una nueva era con Berghain, su primer single en más de un año y carta de presentación de LUX, su esperado cuarto álbum. La artista catalana se adentra en terrenos más oscuros y experimentales con una canción que mezcla castellano, inglés y alemán, y que cuenta con la colaboración de Björk y Yves Tumor. Berghain no solo toma su nombre del mítico club berlinés, sino que lo convierte en símbolo de una catarsis emocional y espiritual.

 

En este segundo acto de LUX, Rosalía explora la tensión entre deseo y redención, entre lo sagrado y lo carnal, con versos que oscilan entre la ternura y la agresividad. ¿La pista de baile como templo? ¿El amor como sacrificio? La Motomami vuelve con una propuesta radical, intensa y profundamente simbólica.

La historia de Blancanieves

El videoclip está cargado de simbología, dándole otra dimensión a la historia de la canción. En el vídeo, podemos ver a una Rosalía vulnerable, llena de pureza, que intenta vender una joya en forma de corazón. Un símbolo que está todo el rato presente en el vídeo. Ella misma es analizada, más adelante, en el médico, comprobando si realmente le funciona bien este músculo. Una teoría que la periodista Natalia Casado ha compartido con nosotros.

Rosalía intenta deshacerse de este elemento que la hace tan vulnerable. Pero no puede. Ni si quiera el joyero quiere su corazón en forma de joya.

Al igual que en el cuento de Blancanieves, Rosalía aparece haciendo tareas de la casa, perdida. Incluso vemos un fotograma en el que la estrella española aparece lavando la ropa en la bañera, como si fuese la propia princesa.

Pero el momento clave, donde todo cobra sentido, es cuando Rosalía llega a casa y se transforma directamente en Blancanieves. Empieza a hablar con los animales y aparece rodeado de ellos. Es en ese momento cuando ve el rostro del ciervo al que le debe su corazón. El cervatillo que el Cazador mata en el cuento para cambiar el corazón que tiene que entregar a la Bruja. Una manera de demostrar que, incluso las personas más bondadosas, pueden traer caos y dolor con sus acciones.

De hecho, no es casualidad que Rosalía decida cantar en alemán junto a Bjork en este videoclip: es el lenguaje original de los cuentos de los Hermanos Grimm al que pertenecería la primera versión de Blancanieves.

Una relación tóxica que no llega a su fin

Al igual que Blancanieves, Rosalía en esta canción tiene una relación tóxica. Ella habla de su amante, con el que quiere estar aunque no sepa poner un punto final: los coros, en alemán, son sus pensamientos intrusivos que le dicen: «te follaré hasta que me quieras».

Por su parte, Blancanieves, intentaba contentar a la malvada bruja haciendo todas las tareas. Queria contentar a la persona que le tenía presa. Otro tipo de relación tóxica.

La simbología más allá del cuento

Pero el videoclip no se queda ahí. Encontramos referencias a la religión en varios elementos. El sagrado corazón de Jesús, rodeado de espinas, símbolo del sufrimiento, aparece encima de la cama de Rosalía.

También encontramos a Rosalía, con los brazos en cruz, como si fuese una mártir, en el médico.

Encontramos una referencia a la Virgen María: al principio, cuando la cantante pasa por delante de una figura de la madre de Jesús que tiene en su apartamento.

Al final del vídeo, Rosalía, se transforma en una paloma. Pero no es totalmente blanca, porque a pesar de intentar ser pura, el mundo la ha corrompido. Y eso se ve en que la mitad es negra.

La dama y el Armiño

Otra referencia visual que encontramos en el videoclip es un cuadro de Da Vinci: La Dama y el armiñodama del armiño (1489-1490) es uno de los retratos más enigmáticos de Leonardo da Vinci.

Representa a Cecilia Gallerani, amante de Ludovico Sforza, duque de Milán, y mecenas del artista. Con apenas 16 años, Cecilia posa con un armiño blanco en brazos, símbolo de pureza, pero también un guiño al propio Ludovico, apodado “el Armiño”. La pintura no solo destaca por su realismo y delicadeza, sino por la forma en que Cecilia gira la cabeza, como si algo —o alguien— acabara de entrar en la habitación. Leonardo rompe con la rigidez de los retratos de la época y capta un instante vivo, casi cinematográfico. El animal, por su parte, podría representar tanto la virtud como el deseo, reforzando la dualidad entre inocencia y pasión. Un retrato que, más de cinco siglos después, sigue susurrando secretos al espectador.