Sin madre, sin padre y sin Estado: la triple condena de los huérfanos del feminicidio


En Bolivia, el Estado no los reconoce como sujetos de atención prioritaria, lo que agrava su situación de vulnerabilidad, advierte Mercedes Cortez, representante de la Fundación Voces Libres, quien denunció que esta es una población “invisible” para las instituciones públicas.

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Imagen referencial de niños. Foto: El Alteño

 

Fuente: ANF / La Paz



 

Los niños que quedan huérfanos por feminicidio cargan una condena que va más allá de la pérdida familiar. No solo quedan sin madre y sin padre, sino también sin la protección de un Estado que, hasta hoy, no ha diseñado políticas efectivas para atenderlos. Así lo advirtió Mercedes Cortez, representante de la Fundación Voces Libres, quien denunció que esta es una población “invisible” para las instituciones públicas.

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Según Cortez, la primera consecuencia del feminicidio sobre los hijos de las víctimas es la fractura total de su proyecto de vida. “De la noche a la mañana, se quedan sin padre y sin madre, sin hogar y sin rumbo. No solo pierden su núcleo familiar, sino también la posibilidad de construir un futuro con estabilidad emocional”, explicó. Pese a ello, el Estado no los reconoce como sujetos de atención prioritaria, lo que agrava su situación de vulnerabilidad.

Las secuelas emocionales y psicológicas son profundas y duraderas. De acuerdo con la experiencia de Voces Libres, muchos de estos niños requieren acompañamiento terapéutico constante para sobrellevar el trauma. “Algunos no han podido hacer el duelo, otros viven con sentimientos de venganza, remordimiento o culpa, aunque nada de eso les corresponde”, relató Cortez a Wayna Tambo.

Además, añadió, que varios expresan la necesidad de “ver al agresor”, su propio padre, como una forma de intentar comprender lo ocurrido.

A las heridas emocionales se suma la disrupción de su vida cotidiana. Tras el crimen, muchos deben mudarse de ciudad o departamento y adaptarse a un entorno completamente nuevo. “Cambian de escuela, de amigos y de rutina. Todo lo que conocían desaparece, y deben aprender a vivir en medio de la pérdida y la confusión”, señaló Cortez.

Este desarraigo frecuente impide la construcción de vínculos estables y aumenta el riesgo de retraimiento o problemas de conducta.

Otro factor crítico, advirtió la representante de Voces Libres, es el abandono progresivo que sufren los niños después de un tiempo. “Al principio, los familiares o tutores suelen estar muy comprometidos, pero con los meses aparece el cansancio y descuidan temas fundamentales como la salud o la educación. Es un abandono silencioso, pero igual de dañino”, lamentó. Sin seguimiento estatal, muchos de estos casos terminan en nuevas formas de maltrato o negligencia.

Frente a esta realidad, la Fundación Voces Libres impulsa la creación de una Ley Integral que establezca que el Estado asuma la tutela superior de los huérfanos del feminicidio. La propuesta plantea que se garantice un acompañamiento sostenido en salud mental, educación, vivienda y protección social.

“No se trata solo de asistencia, sino de justicia. El Estado tiene una deuda con estos niños que no eligieron nacer en medio de la violencia”, sostuvo Cortez.