El debate vicepresidencial anunciado para hoy encuentra a Juan Pablo Velasco (Libre) y Edman Lara (PDC) como protagonistas inesperados. En visión de tres analistas, simbolizan renovación política pero también indefinición ideológica
Fuente: El Deber
En la antesala de la inédita segunda vuelta electoral en Bolivia, el país se apresta a presenciar un inédito debate entre candidatos a la Vicepresidencia. Juan Pablo Velasco, representante de la alianza Libre, y Edman Lara, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), llegan a este punto como dos figuras atípicas, alejadas de los moldes tradicionales, con un rasgo común: ambos son outsiders que han irrumpido en la escena política en medio de la demanda ciudadana de renovación.
El encuentro, previsto para este domingo en Santa Cruz de la Sierra, se ha visto ensombrecido por la incertidumbre: Lara exigió casi a último momento un cambio de moderadores y de medios responsables de la transmisión, lo que puso en duda la materialización del debate. Aun así la expectativa no se ha disipado, en un país donde nunca antes los vicepresidenciales habían concentrado tanto protagonismo.
Tres analistas políticos -Fabián Yaksic, Paul Coca y Franco Gamboa- trazan los perfiles de los dos candidatos a partir de tres preguntas clave: ideología, objetivos y relación con sus electores.
Ideología y objetivos
Los analistas coinciden en que tanto Velasco como Lara carecen de un marco ideológico sólido. Yaksic observa una “indefinición” que, sin embargo, se ajusta a la tendencia de los movimientos populistas que se reproducen a escala mundial, mientras Gamboa advierte que ambos responden más a “reacciones emocionales” que a convicciones políticas.
Para Coca, la experiencia empresarial de Velasco lo sitúa más cerca de una derecha pragmática y moderna, aunque sin llegar a las corrientes denominadas libertarias, mientras que Lara se ubica en el centro del espectro político, gracias a su retórica de “capitalismo popular”, lo que lo acerca a sectores sociales medios, medios/bajos y bajos.
En cuanto a prioridades, el contraste se da en los objetivos. Velasco proyecta su imagen de joven emprendedor que busca modernizar el Estado con herramientas tecnológicas y un impulso hacia la innovación. Sin embargo, Gamboa señala que en la segunda vuelta esa narrativa se ha diluido, reemplazada por un discurso más centrado en sus habilidades personales que en proyectos concretos.
Lara, por su parte, enarbola la bandera de la lucha contra la corrupción, un mensaje que lo diferencia y lo posiciona como figura contestataria. Expolicía y con experiencia de vida marcada por la denuncia, repite una fórmula de outsider que conecta con sectores populares que en otro momento respaldaron al MAS. Yaksic es escéptico sobre si ambos tienen un plan de gobierno claro y advierte que sus motivaciones parecen responder más a la búsqueda de poder que a una estrategia de transformación del país.
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De lo urbano a lo popular
El electorado al que apuntan los dos candidatos refleja sus diferencias. Velasco ha encontrado eco en los jóvenes urbanos, especialmente en Santa Cruz, donde su discurso de modernidad y redes sociales ha encontrado cabida. Lara, en cambio, ha consolidado un apoyo más directo con sectores populares, como en Potosí y Oruro, donde el PDC obtuvo victorias importantes.
Para Coca, ambos han sabido conectar con sus respectivos nichos, aunque el desafío de la segunda vuelta será expandir sus bases. “El reto es cómo salir de su nicho electoral y ganar más votos”, resume. Por su lado, Gamboa destaca que Lara, con un estilo populista y diálogo directo en redes sociales, ha sabido capitalizar la cercanía personal más que la trayectoria política.
Lo inédito de este proceso es que, por primera vez, los vicepresidenciales concentran tanta atención como los presidenciales. La polarización natural de la segunda vuelta ha colocado a Velasco y Lara en el centro del debate público, al punto de que, como destaca Coca, “la ciudadanía está muy atenta a lo que los vicepresidenciales hacen o dicen”, algo inusual en elecciones pasadas.
Las condicionantes en la realización del debate no restarán brillo al simbolismo del encuentro: dos candidatos sin experiencia previa, sin ideología definida, pero con capacidad de conectar con franjas distintas del electorado, representan el reflejo de una Bolivia en búsqueda de renovación, pero que también busca estabilidad social y económica.
El desenlace del 19 de octubre mostrará si esa demanda de cambio que los catapultó en la primera vuelta será suficiente o si el país, más allá de la novedad de sus perfiles, optará por la seguridad de una propuesta con mejores soluciones a los actuales problemas del país.
Fuente: El Deber