A decir de la Dra. Loreto Correa en la presentación del libro «Bolivia-Chile: Pensando juntos» (UTEPSA, Santa Cruz, Bolivia, septiembre de 2025), «la realización de reuniones entre intelectuales e historiadores bolivianos y chilenos es sin duda una de las mayores contribuciones del mundo académico en las últimas décadas en América del Sur. Y lo es, porque contrariamente a la dinámica de los países, que no mantienen relaciones diplomáticas desde los años setenta, el mundo del pensamiento y de la reflexión de Bolivia y Chile sí se reúne…»
Loreto Correa-Vera, doctora en historia de las relaciones internacionales, Universidad San Pablo CEU de Madrid, licenciada y magíster en historia, Universidad de Chile; magister en historia latinoamericana, UNIA de Andalucía, investigadora senior y profesora titular de la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos (ANEPE) de Chile, es junto a Miriam Roxana Forteza-Chávez, licenciada en Relaciones Internacionales de la Universidad de Brasilia, postgraduada en Economía Internacional de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno y actual docente de la UTEPSA, de Bolivia, son las compiladoras de la publicación y, la primera, una de las impulsoras de este espacio de diplomacia académica que se reúne anualmente de manera alternada en Bolivia y Chile desde .
El penúltimo encuentro binacional Bolivia – Chile se realizó en su decimoséptima versión entre el 6 y el 8 de noviembre de 2024 en la sede de la Universidad Tecnológica de Santa Cruz (UTEPSA) bajo la premisa de “Un diálogo sin fronteras para construir futuros sostenibles».
Con la autorización editorial, compartimos una de las 14 ponencias que componen el libro, cuyos autores son destacados académicos de Bolivia y Chile, libro que podrán descargar al final del presente artículo.
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Agenda Bolivia – Chile
Es consenso en el siglo XXI que la agenda en relaciones internacionales va más allá de las altas políticas de seguridad nacional y pasa a ganar espacio y vigencia la agenda múltiple con temática de mayor participación de la sociedad civil y organizaciones internacionales tanto gubernamentales como no gubernamentales. El estado continúa siendo el principal actor, pero no el único. Dicho esto, es que se propone una agenda pragmática y ágil con temas para la esfera civil, empresarial, estatal y académica.
Bajo esta premisa amplia de relaciones internacionales es que es obtuso, que ambos, gobiernos esgriman el argumento de que Bolivia y Chile no tienen temas pendientes. Cierto es que las relaciones diplomáticas entre estos vecinos inmediatos se suspendieron el 1978, cuando fracasaron las negociaciones para que Bolivia tenga un acceso soberano a las costas del océano Pacifico. Sin embargo, nadie puede desconocer que las relaciones del campo consular, tal y como hoy están, prefijan relaciones reales, que son todo lo políticas que ambos países determinan gobierno tras gobierno. En consecuencia, decir que no hay relaciones es un eufemismo y la máxima prueba de ello son las innumerables series de conversaciones para la mejora de toda clase de temas entre ambos países desde el retorno a la democracia en Chile a principios de los años noventa.
Entendiendo aquello, pasado los sendos juicios internacionales de La Haya, el presidente Luis Arce dispone cambiar de giro la relación con Bolivia. Por ello, se inicia una Hoja de Ruta el 30 de abril del 2021162 que incluye temas de complementación económica, libre tránsito, integración física, cultural, educación ciencia y tecnología, medio ambiental, turismo, temas consulares, de cooperación política control fronterizo, recursos hídricos, comercio ilegal y drogas, entre otros.
Hasta el año 2024, y considerando los avances y la disposición conjunta de ambos países, básicamente se puede rescatar y proponer una agenda funcional de 6 puntos donde se da prioridad a los temas técnicos para ir construyendo afinidades y proyectos conjuntos, dejando de lado los problemas álgidos. Así de manera objetiva pueden rescatar necesidades conjuntas que pueden llegar a tratarse en diferentes comisiones especializadas.
La propuesta de agenda funcional de integración bilateral, no es un invento sino un esquema de comprensión de la situación internacional que lleva, según la teoría del académico inglés de origen rumano David Mitrany (1888-1975). La teoría funcionalista* se basa en una cuestión básica: que la cooperación internacional es la mejor manera de reducir los antagonismos entre los países. Y, por cierto, eso es lo que se hizo desde el gobierno de Patricio Aylwin en Chile hasta el gobierno de Carlos Mesa. Ello, porque ambos países entendieron en aquellos años que era útil para establecer puentes entre países cuando las cuestiones políticas son complejas. Y ello, en efecto, en pleno apogeo de los procesos de integración, en otra época y sin la fragmentación de hoy.
Sin embargo, en el caso de Chile y Bolivia, que son países vecinos y altamente complementarios, puede darse con voluntad política, aun cuando en rigor, los temas funcionalmente no sean políticos.
Dos son las razones para seguir afirmando que esto es válido: primero el modelo productivo de los dos países y las condiciones de libre tránsito que obedecen al cumplimiento del Tratado de 1904.
Sin eso, esta teoría no podría ser válida probablemente y tendríamos, siguiendo los planteamientos del realismo, seguir amarrados a la simetría, que no existe, o a la institucionalidad, que tampoco existe en la región.
Entre las principales características de la cooperación probable están:
– Apuntar hacia una integración internacional en áreas técnicas, económicas y funcionales limitadas o delimitadas. Probablemente en el caso de Chile, no sea sencillo, meter todas las áreas de trabajo conjunto, pero se pueden priorizar de acuerdo con la noción de ganancias comunes.
– Resulta básico separar los problemas políticos y económicos. Para Chile, esto no es nuevo, porque se trataría de fijar ámbitos de acción tal y como operó con Perú, por ejemplo, en lo que se ha dado en llamar “cuerdas separadas”. En este sentido, Bolivia ha de saber, que la política de cuerdas separadas se lleva a cabo con Perú, desde mucho antes que el pleito entre Perú y Chile en la Corte Internacional de Justicia. Y en este sentido, lo clave es no detenerse ante la dificultad, sino avanzar en todo lo demás.
– Por ello, es que se deben establecer cooperaciones internacionales en los campos técnicos.
– Asimismo, se deben transferir las prácticas de cooperación técnica al campo político. Esto es quizás lo más complejo, pero también un must. Para esto, no vale cualquier gente, no valen todos o todas, vale la gente que sabe, conoce, entiende y desea entenderse. En esto, los mecanismos de conversación son claves y los parlamentos, los líderes de opinión, la prensa han de estar al día.
– Un aspecto, que está en la teoría de Mitrany y que sin duda lleva al óptimo es que se deben establecer organizaciones supranacionales para satisfacer el bienestar de la población. Esto de momento, podría omitirse considerando que el Acuerdo de Preferencias Arancelarias es un punto de partida y que la parte económica es quizás, la más institucionalizada en Chile y por qué no, también en Bolivia.
– Finalmente, se deben “poner en común” ciertos derechos soberanos, cuestión que es justamente lo que falta por hacer en Bolivia, porque tal como sabemos no hay dos opiniones en Chile. Solo una y esa es que el tema marítimo no es revisable. Sé que esto es poco popular en Bolivia, pero destacar lo contrario, es seguir anclados.**
El modelo de integración funcional se centra en la idea de que la cooperación técnica y especializada puede crear lazos entre los estados sin requerir compromisos políticos profundos de entrada. Pues tanto Bolivia como Chile mantienen posiciones muy nacionalistas de deuda o dolor. En este sentido, la integración funcional sobrepasará estas tareas de percepción de uno y del otro.
• La cooperación en áreas específicas y técnicas fomenta la interdependencia entre los estados. Por ejemplo, si varios países colaboran en un proyecto energético o en la gestión de recursos hídricos, desarrollarán una dependencia mutua que fortalecerá sus relaciones.
• La lógica funcional por encima de la lógica política es una piedra angular de esta teoría. Mitrany argumentaba que, al centrarse en las necesidades prácticas, como la infraestructura o la salud, los países podían evitar los conflictos inherentes a las diferencias ideológicas o políticas.
• El “efecto de derrame” o “spillover”: Uno de los efectos más importantes del funcionalismo, es que la cooperación en un área específica puede llevar a colaboraciones adicionales en otras áreas.
Mitrany creía que una vez que los países establecieran relaciones interdependientes en temas específicos, sentirían la necesidad de cooperar en otros aspectos, creando así una integración paulatina y natural.
La idea o propuesta de 6 puntos técnicos como guía central busca disminuir los conflictos actuales de desconfianza del otro. Pues al centrarse en aspectos técnicos, la cooperación funcional reduce la necesidad de decisiones políticas opuestas. Esto minimiza el riesgo de conflicto y facilita la creación de relaciones basadas en el beneficio mutuo. Entendemos que decir esto, es más sencillo que bajarlo al “pueblo”, pero en el actual concierto de incertidumbre de las relaciones internacionales, no resulta racional seguir hablando de temas que no conducen a ninguna parte.
Por otra parte, ambos países sentirán menor presión en los procesos de toma de decisiones al permitir a los estados colaborar en áreas específicas sin tener que comprometerse completamente en una alianza. Así, se pueden elegir áreas de cooperación según las prioridades de cada estado. Puede evolucionar de acuerdo con las necesidades globales y los avances en diversas áreas técnicas.
Lo más importante de esta relación funcional es la construcción de confianza. Al trabajar juntos en proyectos concretos y prácticos, los estados comienzan a construir confianza y a ver los beneficios de la cooperación, lo cual puede preparar el terreno para acuerdos más amplios en el futuro.
A partir de lo anterior, la agenda propuesta ha ido avanzando paulatinamente en comisiones funcionales:
1. Litio, minería y ecología
La Comisión Binacional de Medio Ambiente trabaja en proyectos de sostenibilidad y protección ambiental que permiten el desarrollo de políticas conjuntas para la gestión de recursos naturales, incluida la minería de litio. Esta comisión facilita el intercambio de conocimientos sobre tecnologías de explotación y cuidado ecológico, y estudia los impactos medioambientales de la minería. Dentro de este marco, existen equipos técnicos específicos que analizan temas como la reducción de emisiones contaminantes y la rehabilitación de áreas afectadas por la explotación minera.
2. Puertos y logística
La Comisión Administradora del Tráfico y Navegación en las Vías de Acceso al Pacífico regula el acceso de Bolivia a los puertos chilenos y se enfoca en mejorar los procedimientos de transporte de mercancías bolivianas hacia y desde el océano Pacífico.
Esta comisión trabaja en la optimización de la infraestructura portuaria, la agilización de los procesos de aduanas y la logística del transporte. Sus iniciativas incluyen la mejora de las rutas de acceso y la simplificación de los trámites para el tránsito de mercancías, lo que fomenta el comercio y la integración regional.
3. Crimen organizado, narcotráfico y contrabando
La Comisión Mixta de Control y Fiscalización del Narcotráfico se dedica a combatir el narcotráfico y el crimen organizado a lo largo de la frontera entre Bolivia y Chile. Esta comisión promueve el intercambio de información en tiempo real sobre movimientos ilícitos,
la coordinación de operativos conjuntos y la capacitación en técnicas avanzadas de control fronterizo. Además, cuenta con subcomisiones dedicadas al control del contrabando y otras actividades ilegales.
Su trabajo incluye la implementación de sistemas de vigilancia y la organización de patrullajes conjuntos, contribuyendo así a la seguridad en la región fronteriza.
4. Migración laboral
La Comisión Binacional de Temas Migratorios y Consulares maneja los temas relacionados con la movilidad laboral y los derechos de los migrantes. Esta comisión trabaja en la simplificación de trámites migratorios, el reconocimiento mutuo de títulos profesionales y la protección de los derechos laborales de los migrantes bolivianos en Chile y viceversa. Asimismo, se enfoca en la cooperación para garantizar condiciones de trabajo dignas y en la atención consular para trabajadores migrantes. También busca optimizar los procesos de documentación y asesoramiento en materia de empleo y residencia.
5. Comercio bilateral ACE 22
La Comisión Mixta de Comercio e Integración Económica está enfocada en fortalecer el comercio bilateral bajo el marco del Acuerdo Comercial ACE 22, explorando nuevos mercados y oportunidades de negocio para ambas naciones. Esta comisión se dedica a analizar y reducir barreras comerciales, promover la inversión mutua y fomentar la integración económica. También organiza foros empresariales y establece mesas de diálogo para resolver disputas comerciales, además de trabajar en la facilitación del comercio para pequeñas y medianas empresas de ambos países.
La última reunión dé este tema se llevó a cabo en Santa cruz el mes pasado (octubre de 2024).
6. Cultura y educación
La Comisión de Integración Cultural y Educativa facilita intercambios culturales y académicos entre Bolivia y Chile. Esta comisión organiza eventos culturales conjuntos, programas de intercambio estudiantil y colabora en proyectos de investigación académica. Además, promueve el intercambio de docentes y profesionales, becas para estudiantes y fomenta la realización de actividades artísticas y culturales que celebran las tradiciones y valores de ambos países. La comisión también apoya la publicación de estudios y trabajos conjuntos en áreas de interés cultural y educativo.
Estas comisiones ya existentes y en diálogo a través del Comité de Fronteras y Límites planteadas institucionalmente entre Chile y Bolivia, desempeñan un rol clave en la coordinación y fortalecimiento de las relaciones bilaterales, promoviendo el desarrollo de proyectos que generan beneficios mutuos en cada uno de estos temas. Así mismo la labor de la sociedad civil en temas culturales y empresariales suma al interés de ambos países de construir puentes y relaciones duraderas que sobrepasen a los gobiernos y se constituya en política nacional para ambos
En el contexto sudamericano, la relación Bolivia-Chile también influye en la estabilidad política de la región, dado que una cooperación sólida entre estos países refuerza la integración y fortalece organismos regionales como la Comunidad Andina y la Alianza del Pacífico. Las recientes iniciativas de diálogo y los acuerdos alcanzados en temas prácticos, como el libre tránsito y el uso de puertos chilenos para el comercio boliviano, reflejan el potencial de ambas naciones para superar sus diferencias y colaborar en áreas de interés mutuo. No comparto la visión andinocéntrica que ha caracterizado la política exterior del MAS. Y no la comparto, no solo por lo añeja, sino por lo ineficiente que ha sido con todo el país.
En conclusión, la relación entre Bolivia y Chile es crucial para ambos países y para Sudamérica en general, ya que representa una oportunidad para construir puentes de cooperación y superar una historia de conflicto. A través del diálogo, la diplomacia y la sociedad civil, en su conjunto, y pensando juntos, se puede avanzar hacia una integración que promueva el desarrollo económico, la estabilidad regional y un entendimiento mutuo que beneficie a sus pueblos.
Por Roxana Forteza Chávez, compiladora y académica.
*Mitrany, David. (1943) A working peace system. An Argument for the Functional Development of International Organization, London, The Royal Institute for International Affairs, Oxford University Press.
**Vieira Posada, Edgar (2005) Evolución de las teorías sobre integración en el contexto de las teorías de relaciones internacionales. Papel Político, N°. 18 de diciembre, Pontificia Universidad Javeriana Bogotá, pp. 235-290165
